Imagen
© Agencias
A lo largo de la historia, las costas españolas han sido testigo de olas gigantes generadas por intensos terremotos. La catástrofe de Fukushima ya la hemos vivido en España en 1755. El agua del Atlántico remontó el Guadalquivir y alcanzó Sevilla.

La fecha más reciente es la de 1755. Y se encarga de recordarnos que aunque bajo nuestros pies la tierra no tiemble con la misma frecuencia que en Japón, la ubicación de la península ibérica la convierte en vulnerable ante un terremoto de gran potencia, que genere grandes olas. Así pasó y así lo cuenta la historia en el tsunami de 1755.

El terremoto que asoló la ciudad gaditana, de intensidad 9, generó una ola que mató a cerca de 15.000 personas, una cifra que podemos considerar baja, pero tenemos que poner en valor el número de habitantes y la densidad de población en aquella época, variables que podrían hacernos pensar en que si ese terremoto se reprodujera ahora, el número de fallecidos alcanzaría la cifra del gran terremoto de Indonesia en la Navidad de 2004, que acabó con la vida de 300.000 personas.

Sobre esta teoría se ha trabajado en la reunión internacional de la Unesco sobre tsunamis, celebrada en la Universidad de Cantabria, con sede en Santander. Hasta la capital cántabra se han desplazado 80 representantes de hasta 40 países distintos para analizar y asentar las bases de creación de un sistema de alertas, similar al que ya existe en otros puntos del mundo: Pacífico, Índico, Atlántico Noroeste o Mediterráneo.

Y es precisamente Cádiz en 1755 el acontecimiento de referencia para los geólogos, físicos, sismólogos, especialistas en comunicaciones y gestores de protección civil que se han citado en la cumbre de los tsunamis. En nuestro país, sobre todo, en el Golfo de Cádiz y en el Mediterráneo estas olas gigantes han causado muertes, pero no existe un protocolo de actuación, un sistema de alertas, un mecanismo de emergencia ni un plan para mitigar sus efectos y preparar o evacuar a la población.

La crisis sísmica más reciente es la de Lorca (Murcia). Al igual que esta región, Málaga, Granada, Almería o Baleares pueden ser escenario no solo de terremotos, sino también de tsunamis. A diferencia de otros países de la cuenca mediterránea donde ya existen medidas de prevención y sistemas de alerta local, en España no se ha presupuestado todavía un sistema similar.

Recientes estudios han demostrado que si bien un terremoto en el Mediterráneo no es tan destructivo como otro en el Pacífico, bastaría con un tsunami de apenas tres metros para inundar zonas bajas de los litorales de Almería, Murcia o Baleares.