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© AFPObama está tan nervioso con las presiones de su cargo, que se fuma un cigarrillo tras otro. Su paranoia es tal, que redactó la lista de su enemigos, asegura el nuevo libro.
Una prestigiosa editorial estadounidense acaba de publicar un libro según el cual el Presidente se está volviendo adicto a las pastillas para la ansiedad, está paranoico y espió para la CIA cuando tenía 20 años.

Obama proyecta una imagen de temple ante los avatares del complicado mundo que le toca liderar, pero de puertas para adentro tanta presión como que ha hecho mella en su estado emocional, según el libro The Secret Life of Barack Hussein Obama, del periodista Mondo Frazier. Así, mientras que al inicio de su mandato, en el 2009, lo llamaban "Obama no drama", por ser muy sereno, hoy su staff en la Casa Blanca teme sus frecuentes estallidos de ira, en los cuales grita y regaña a sus subalternos. La recesión, el desempleo, su baja popularidad y la campaña por la reelección, afirma el autor, han hecho del Presidente de la nación más poderosa del planeta un mar de nervios, que fuma un cigarrillo tras otro y está muy apegado a las pastillas para la ansiedad. Está tan paranoico, escribe Frazier, que elaboró una 'lista de enemigos', en la que incluye a varios comentaristas republicanos, es decir, de la oposición.

Pero esas son fruslerías junto a los hallazgos que Frazier dice haber hecho en tres años de investigación sobre aspectos del pasado del Presidente que, asegura, la gran prensa de su país ha soslayado deliberadamente. En efecto, si de algo se han valido los enemigos de Obama para dañar su imagen es que su historia no está documentada paso a paso. Registros de varios lugares en que estuvo se han perdido o se encuentran sellados con siete llaves. De igual modo, no es recordado en varios sitios donde su biografía oficial dice que vivió, y mucho se echa de menos que no hayan aparecido ni los amigos ni las novias de esos días. Él mismo, además, no se ayuda mucho manteniendo en reserva, por ejemplo, los registros de su paso por la Universidad de Columbia, donde estudió Ciencia Política a comienzos de los años 80.

Frazier asegura que lo que el jefe de Estado oculta de esa época es su trabajo de doble agente de la CIA, la central de inteligencia estadounidense. En el verano de 1981, cuando tenía 20 años, Obama emprendió un viaje a Pakistán que duró dos semanas, según él mismo lo contó en su autobiografía Sueños de mi padre. En dicha obra, Obama narra que era un muchacho en busca de su identidad, tan pobre, que usaba ropa comprada en tiendas de segunda. Frazier cuestiona que si era paupérrimo, de dónde sacó el dinero para un recorrido tan largo. Además, cuenta que descubrió que no se alojó propiamente en un sencillo albergue, sino en el lujoso Hotel Hilton International, de Lahore, donde conoció al futuro primer ministro y presidente Muhammad Mian Soomro, con quien estuvo de cacería. ¿Cómo logró semejante contacto si era un don nadie?, se pregunta también el periodista. Luego del periplo de quince días, supuestamente, Obama ingresó a Columbia, pero como esos registros nadie los ha visto, el escritor deja la duda de que pudo haber estado en Pakistán durante más tiempo, en cumplimiento de alguna misión secreta.

Las librerías y las páginas de Internet están abarrotadas de este tipo de historias contra el Presidente, pero lo que llama la atención en este caso es que una editorial tan prestigiosa como Simon & Schuster, una de las cuatro más grandes en lengua inglesa, le haya apostado, bajo su sello Threshold Editions, a este texto que contradice la narrativa oficial del gobernante.

Según Frazier, Obama se ha gastado dos millones de dólares en honorarios para borrar de los archivos detalles confusos de su pasado y tapar su incapacidad de presentar certificados de nacimiento, salud y de estudios comunes y corrientes.

En el 2005, por ejemplo, cuando Obama era senador viajó a Rusia como parte de una comisión encargada de examinar el programa de reducción de armamento nuclear. A la postre, los rusos lo detuvieron acusándolo de espía, pero no estadounidense, sino británico, nacionalidad que él tuvo hasta 1982, gracias a su padre, según él mismo lo admitió en el 2008 en su página Fightthesmears.com.

Los grandes medios no registraron el incidente como tampoco han registrado el provocador libro de Frazier, el cual de todos modos bien puede significar otra zancadilla en la aún incierta reelección de Obama.