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Ya hemos reiterado desde estas líneas la gran importancia que tiene para nuestra salud el que proporcionemos a nuestro organismo una cantidad adecuada de vitamina D. Esta vitamina ejerce importantes funciones para nuestra salud. La acción más conocida es su efecto sobre el metabolismo del hueso, que favorece la acumulación de calcio; con ello evita el raquitismo, en los que están creciendo y la osteoporosis, en los más mayores. Pero además la vitamina D, que es un esteroide, actúa directamente sobre el material genético de lo que derivan importantes acciones, descubiertas recientemente, en la prevención de algunas enfermedades relacionadas con la edad. Pero además la vitamina D ejerce un efecto directo antienvejecimiento, según un reciente estudio elaborado por médicos ingleses, y publicado en la prestigiosa revista American Journal of Clinical Nutrition.

En las más de dos mil mujeres estudiadas en el estudio, se descubrió que aquellas con menores niveles de vitamina D mostraban más síntomas de envejecimiento biológico. Una de las medidas más fiables del grado de envejecimiento biológico de una persona es la longitud de sus telómeros, que se pueden medir con facilidad en una gota de sangre. Los telómeros son los extremos de los cromosomas que se van desflecando y acortando con el tiempo. Este proceso es obligado pero lo que varía de unas personas a otras es la velocidad a la que se acortan estos «protectores de las puntas de los cromosomas». En el estudio, que citamos, aquellas mujeres con los niveles más elevados de vitamina D tenían los telómeros más largos, lo que significa que mostraban un menor envejecimiento biológico, que las que presentaban los niveles más bajos de esa vitamina. Es decir, mantener unos niveles adecuados de vitamina D en nuestro organismo favorece una mayor salud y mayor longevidad a través de varios mecanismos.

El problema es que una proporción de las personas de más de 40 años, en España como en otros muchos países, suelen tener una deficiencia de vitamina D. Esto se debe a que esta vitamina no abunda mucho en los alimentos naturales, ya que los que aportan suficientes cantidades de vitamina D, en el consumo de raciones normales, solo son los pescados azules, ostras y berberechos y el aceite del hígado de pescado. La vitamina D abunda también en alimentos fortificados artificialmente como cereales, margarinas o lácteos.

Pero la principal fuente de vitamina D es el sol; y esto representa un problema. Un exceso de sol, nos proporciona buenos niveles de vitamina D, lo que es positivo, pero la luz del sol en exceso puede producir cáncer y/o acelerar el envejecimiento de la piel. ¿Qué debemos hacer? Lo más sensato es incluir en nuestra alimentación de cada día alguno de los alimentos (naturales o enriquecidos) ricos en vitamina D, además procurar tomar el sol con precaución, durante breves periodos de tiempo y en las horas de menos insolación. Hay que tener en cuenta que los llamados protectores solares, además de defendernos de los peligros del sol, también impiden que el sol fabrique vitamina D.