Ahora bien, en vez de mirar al animal terrestre más grande del mundo, este imán apunta a la estructura interna de algo mucho más pequeño: el núcleo atómico.
Los investigadores del Relativistic Heavy Ion Collider en Brookhaven (RHIC) se especializan en investigaciones subatómicas, rompiendo los átomos y haciendo el seguimiento de la lluvia de restos resultante. Los científicos del RHIC han estado escudriñando los datos de los núcleos en colisión durante 13 años, pero para llegar aún más profundo necesitan mejorar la tecnología de su detector. Ahí es donde entra el enorme imán cilíndrico.
"La dificultad técnica en la fabricación de un imán así es asombrosa", afirma David Morrison, físico del laboratorio de Brookhaven, y co-portavoz de PHENIX, uno de los dos experimentos principales de RHIC. "La tecnología puede ser similar al IRM (un superconductor solenoide con un hueco central) pero mucho más grande y completamente personalizado. Estos imanes se ven muy simples desde fuera, pero su estructura interna contiene una ingeniería muy sofisticada. No se puede pedir una de estas bestias por catálogo."
Comentario: En otras palabras, los objetos más allá de Neptuno presentan perturbaciones debido a la influencia gravitacional de uno o más objetos mayores aún no descubiertos en la vecindad.
La respuesta no es necesariamente nuevos planetas. Por ejemplo, existe la teoría entre algunos astrónomos que indica que nuestro sol podría tener una estrella compañera, lo que haría del sistema solar un sistema binario (los sistemas binarios son, de hecho, más comunes que las estrellas solitarias). Una razón por la cual no distinguiríamos esta segunda estrella es que se encontraría en un punto orbital muy lejano y/o sería relativamente pequeña en comparación con el sol. Pero también podría encontrarse relativamente cerca, aunque más allá de Neptuno. En ese caso no la veríamos porque se trataría de una "enana café" que no emitiría luz, habiendo consumido su combustible interno.
En cualquier caso, hay una consecuencia importante para nosotros de la presencia de uno o más objetos mayores en los límites del sistema solar. Tales objetos perturbarían los cometas que se encuentran en la Nube de Oort, lanzando una gran cantidad de ellos hacia el interior del sistema solar, donde se encuentra la Tierra. Las periódicas lluvias de cometas explicarían las extinciones masivas cíclicas en nuestro planeta.
Para mayor información sobre el tema, vean la serie sobre Cometas y Catástrofes de Laura Knight-Jadczyk:
Meteoritos, asteroides y cometas: daños, desastres, heridas, muertes y encuentros muy cercanos
Tunguska, los cuernos de la luna y la evolución
El cometa Biela y la vaca de la Srta. O'Leary
Treinta años de cultos y cometas
Guerras, pestes y brujas
Tiro al Pavo cósmico
El Peligro de las bolas de fuego y los cometas para la civilización
Nueva luz sobre la Peste Negra: La conexión cósmica