Un movimiento separatista se abre paso en Canadá, y no procede de Quebec, sino de la rica, conservadora y rebosante de petróleo Alberta.
© Artur Widak GettyUna calle comercial de Calgary, la ciudad más poblada de Alberta, en septiembre de 2018.
Desde hace algunos meses, la palabra independencia aparece con cada vez mayor frecuencia en medios de comunicación de Canadá. Sin embargo, Quebec no es esta vez su punto de origen, sino la rica provincia de
Alberta, una suerte de Texas canadiense con actividad ganadera, pujanza conservadora y, por encima de todo, petróleo a raudales. Según un sondeo publicado a principios de año por el instituto Angus Reid, el 50% de los habitantes de Alberta, en el oeste del país, veía posible la separación de Canadá. Otra encuesta, esta de Abacus el pasado julio, situaba en un 25% los habitantes de esta provincia — la más acaudalada del país, con una renta por habitante que roza los 80.000 dólares canadienses (algo más de 54.000 euros) — que votarían sí a la independencia de Alberta en un potencial referéndum. Pocas semanas después, la encuestadora Research Co. elevó esa cifra hasta el 30%, ligeramente por encima de
la preferencia independentista entre los ciudadanos de Quebec, la provincia que hasta ahora había liderado el movimiento separatista en Canadá.
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