En un giro inesperado de los acontecimientos, el mes pasado el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, hizo el abrupto anuncio unilateral sobre que las tropas estadounidenses comenzarían a retirarse de Siria. La inesperada decisión provocó la ira del establishment de la política exterior y del "partido de guerra" bipartidista en Washington, quien lo denunció inmediatamente como un movimiento prematuro e imprudente que llevaría a un resurgimiento de ISIS.
Como se anticipó, la masa de Beltway también afirmó que era otra señal de la lealtad incalculable de Trump al presidente ruso Vladimir Putin.
Ninguno de los belicistas en Washington se atrevería a admitir que los verdaderos avances logrados contra ISIS fueron gracias al ejército sirio con apoyo aéreo ruso, por no hablar de que las propias políticas estadounidenses fueron las responsables de su manifestación. Un atentado suicida en Manbij, controlado por los kurdos, mató a cuatro miembros del personal estadounidense un mes más tarde y Daesh, que tiene un historial de atribuirse el mérito de los ataques perpetrados por otros, se adjudicó la responsabilidad de inmediato. Es casi como si el propio activo estratégico no deseara un repliegue de Estados Unidos:
¿podría haber sido otro ataque de "bandera falsa" para que la maquinaria de guerra en Siria siga funcionando?Los neoconservadores dentro de la administración, el Secretario de Estado Mike Pompeo y el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton, contradijeron las declaraciones de Trump sobre el retiro citando la necesidad de "proteger a los kurdos" antes de tal retirada. El grado de sinceridad detrás de la decisión de Trump ha atraído una serie de especulaciones: ¿se trata de un intento de apaciguar superficialmente a sus partidarios, a los que hizo promesas "anti-intervencionistas" como candidato, mientras EE.UU. lleva a cabo una campaña de cebo y cambio de postura sin ningún plan de salir realmente de Siria? Quizás los contratistas privados de Blackwater
tomen su lugar. Si Trump es genuino, entonces
su decisión está siendo eludida por el Pentágono, al que Pompeo y Bolton han demostrado más lealtad que a su Comandante en Jefe, ya que ni un solo soldado estadounidense ha salido de Siria desde que Trump declaró sus intenciones. El Estado Profundo contraataca.
Comentario: Nuestra última emisión de radio trató sobre el tema de Venezuela: