Desde que el líder de la oposición venezolana, Juan Guaidó, se declaró presidente el 23 de enero, se ha hecho evidente para todos los espectadores inteligentes que esta "revolución de color del poder popular" no está dirigida por Trump en absoluto, sino por lo que ha sido expuesto como el "Estado profundo" transnacional. Cuando observamos detrás de las capas de narraciones falsas que oscurecen los verdaderos motivos detrás de esta operación, no debemos sorprendernos de encontrar la desagradable imagen de un imperio inseguro que intenta desesperadamente desmantelar la nueva coalición de la asociación entre Rusia, China y Estados Unidos, que representa el riesgo de la caída del guion de la dictadura mundial que se ha estado construyendo durante décadas.
Si bien se le ha asignado a
Elliot Abrams, un neoconservador anti-Trump, la gestión del golpe en curso desde el lado estadounidense, existe una fuerza pasada por alto que impulsa este esquema y que no se encuentra en los Estados Unidos, sino que es más bien transatlántica o, más concretamente, se trata de operaciones en Canadá inspiradas por los británicos. Dos de los actores más activos en esta operación, que presentaremos a continuación, son la Ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, y su secuaz de Oxford, Ben Rowswell. Rowswell no sólo es el ex Embajador en Venezuela, sino también el actual Presidente del Consejo Internacional Canadiense (también conocido como el Movimiento de la Mesa Redonda de Canadá
1).
Comentario: Suponiendo que Poroshenko sea sincero -lo que es una gran exageración-, estas recientes declaraciones pueden ser un engaño ante otra provocación instigada por Kiev en Dobass. O peor aún, un evento de falsa bandera diseñado para hacer que 'Poroshenko, amante de la paz', parezca ser la parte lesionada.