El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronuncia su discurso sobre el Estado de la Unión en una sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos en el Capitolio, Washington, 30 de enero de 2018.
Los partidarios de Trump interrumpieron el discurso de anoche sobre el Estado de la Unión en 115 ocasiones con un aplauso resonante, a pesar de las numerosas críticas al presidente dentro de su propio partido. ¿Acaso esta conformidad habla bien de democracia?
A las 5 de la mañana del miércoles, mientras Moscú lentamente se desenterraba de una tormenta de nieve nocturna, decidí hacer algo que no he hecho en muchos años: ver una transmisión en vivo del discurso del Estado de la Unión, protagonizada por uno de los presidentes más divisivos de la historia de Estados Unidos, Donald J. Trump.
Habiendo vivido en el extranjero durante dos décadas, siempre es instructivo capturar las ocasionales celebraciones estadounidenses (desde el Super Bowl hasta los Premios de la Academia) para intentar obtener una visión valiosa del "estado real de la unión" que ninguna palabra teleproducida de un presidente podría transmitir adecuadamente. Sin embargo, lo que no esperaba sacar del teatro político de 80 minutos de Trump, fue una gran dosis de choque cultural y asombro.
Comentario: Si bien la situación en Venezuela está lejos de ser ideal, una intervención directa de EEUU sería desastrosa para los venezolanos. En un escenario óptimo, la administración de Maduro debería desarrollara nuevas estrategias económicas diversificadas, no solo enfocadas en la ideología socialista; expandir lazos de cooperación con otros países no alineados con EEUU; así como aplicar contra-medidas para la guerra económica encabezada por EEUU.
Y si EEUU realmente quisiera mejorar la situación, debería dejar que los venezolanos decidan su futuro por ellos mismos. El punto es que EEUU busca robar los recursos soberanos de Venezuela... por eso tanta insistencia.