El 19 de noviembre se festeja el Día Internacional del Hombre (DIH), una fecha poco conocida que busca promover, entre otros objetivos, un modelo de virilidad apegado a lo cotidiano y "celebrar las contribuciones positivas de los hombres a la sociedad".
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Otro de los objetivos del DIH es
"poner de relieve la discriminación contra los hombres" y develar las muchas caras bajo las que se oculta: "en las áreas de servicio social, en las actitudes y expectativas sociales, y la legislación". No debe sorprender que parezca un objetivo plagiado de un manual de feminismo: a pesar de los avances logrados en cuestión de igualdad y equidad de géneros,
los estereotipos sobre la masculinidad mantienen abierta una brecha cultural difícil de abolir que abonan la discriminación del varón.En efecto -y lo que sigue apenas si es un torpe esbozo del problema-, todavía el signo de igualdad que las mujeres establecen entre el grosor de la musculatura masculina y la calidad de los genes convierte en carne de gimnasio a los 'machos alfa' con los que quisieran tener descendencia. Asimismo, el hombre como proveedor del sustento del hogar es un lugar común que lleva a catalogar de 'mantenido' o 'vividor' a quienes se salen de ese encorsetado social. La paternidad, por su parte, es un actuar masculino rebajado en no pocas ocasiones al de simple ayuda en la crianza de un hijo, por lo que pocas legislaciones nacionales establecen licencias para el ejercicio de la misma.
Por demás, siglos y siglos de sometimiento femenino al varón comienzan a pasar factura en este presente igualitario,
al punto de que el baile parece ser el último reducto en el que un hombre puede tocar a una mujer y disfrutar de la proximidad de su cuerpo sin que al día siguiente termine requerido en un juzgado bajo cargos de acoso sexual. Y si el feminismo ha logrado -y con todo derecho- la inclusión de la mujer en deportes que se creían exclusivos de los hombres -boxeo, fútbol y halterofilia, por citar solo tres- la mentalidad masculina, pero también la femenina, no asimila aún a los hombres ejecutando las danzas acuáticas del nado sincronizado o mostrando su destreza y gracilidad con aros, cintas y pelotas en la gimnasia artística. Sospecho que el primer hombre que tenga el valor de romper ese estereotipo deportivo se verá enfrentado a
las mismas burlas de hombres y mujeres que por treinta años sufrió Jonas Hanway en la Inglaterra del siglo XVIII cuando un buen día se le ocurrió protegerse de la pertinaz llovizna londinense con uno de aquellos parasoles que usaban las mujeres en Persia, una costumbre que habían importado de China. De aquel atrevimiento, que abolía de golpe un estereotipo de género, nació la hoy popular costumbre de salir con paraguas cuando los expertos pronostican amenaza de lluvia.
Comentario: Y la equidad es la clave, en efecto. Una cosa es defender a quienes sufren, o exigir igualdad de derechos, y otra muy diferente es que algunas minorías (como quienes representan el feminismo atroz moderno) se pasen al otro extremo y se conviertan en la peor representación de la minoría que pretenden defender. No sólo han distorsionado el gran valor de, y los méritos de los hombres, sino que en su ridícula "lucha" (o guerra de poder), también acaban denigrando a la mujer.
La patraña del feminismo actual
Comentario: El Viernes Negro es una de las tradiciones que mejor reflejan las contradicciones de la mayoría de la población estadounidense, ya que tiene lugar apenas horas después de la cena del día de Acción de Gracias. Éste es, en principio, el día en el que las familias se reúnen para compartir y expresar su humilde gratitud por esas cosas que hacen sentir a una persona afortunada. Sin embargo, esto dura poco, ya que al siguiente día millones de personas dejan que sus instintos tomen control de su comportamiento para conseguir artículos que no necesitan, pero que tienen descuento.
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