Si hay una persona que debería ser considerado el anticristo o un demonio de la ecología, ese debería ser Thomas Midgley. Y si hubiera que tener algún referente a seguir, al contrario del anterior, sería Clair Patterson. Hoy os explicaré la historia de ambos.© DesconocidoClair Patterson
Thomas Midgley era un ingeniero que en 1921 trabajaba para la General Motors Research Corporation en Dayton (Ohio). Por aquel entonces, los motores de los coches detonaban al comprimirse la mezcla dentro del cilindro. La gasolina se autoencendía, sin chispa, y eso provocaba problemas. Querían que se encendiese con una chispa en el momento oportuno. Midgley descubrió que, añadiendo un compuesto de plomo, se reducía de forma significativa el autoencendido. Además, era fácil de extraer y de trabajar, y casi vergonzosamente rentable producirlo a escala industrial.
Aunque ya se sabía que era peligroso desde el tiempo de los romanos, el plomo podía encontrarse en todo tipo de productos de consumo: las latas de alimentos se sellaban con soldadura de plomo, el agua solía almacenarse en depósitos recubiertos de plomo, la fruta se rociaba con arseniato de plomo que actuaba como pesticida. Incluso como parte de la composición de los tubos de dentífricos. Y decir que el plomo es peligroso, es quedarse corto:
es neurotóxico. Si se ingiere mucho puede dañar el cerebro y el sistema nervioso central de forma irreversible. La exposición excesiva al plomo puede provocar ceguera, insomnio, insuficiencia renal, pérdida de audición, cáncer, parálisis y convulsiones. Llegando más lejos, produce alucinaciones bruscas y aterradoras que suelen ir seguidas del coma y la muerte.
Comentario: Por supuesto, las explicaciones extraordinarias siempre son una posibilidad, pero en este caso parece muy probable que la imagen tallada se haya agregado al templo a principios del siglo XX.