Un elemento químico inusual que se usaba para crear el hormigón ayudó a que las obras romanas duraran miles de años.
Muchas de las construcciones creadas en tiempos de la Roma antigua
siguen en pie después de más de 2.000 años y los científicos siempre se han preguntado por el secreto de la milagrosa fórmula de su hormigón,
resistente a todas las tempestades. Ahora, un equipo de científicos de EE.UU., Italia y China parece haberse acercado a la resolución de este misterio tras analizar con un sincrotrón de rayos X del Laboratorio Nacional de Berkeley (California) muestras de este material extraídas de una construcción marina romana.
Los resultados de su investigación,
publicados en la revista científica 'American Mineralogist', han asombrado al equipo, dado que el hormigón romano resultó contener un mineral llamado phillipsita, común en las rocas volcánicas, con
cristales de tobermorita de aluminio que crecían a partir de él.
Comentario: