OF THE
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Inquieta por el incendio que la semana pasada devoró 1.500 hectáreas en la cercana Tejeda y tras numerosas peticiones infructuosas al ayuntamiento para que actuara sobre la maleza que rodeaba su casa, Juani Guerra, profesora de lingüística en la Universidad de Las Palmas y vecina de Santa Brígida, en el interior de Gran Canaria, tomó sus aperos y salió temprano el sábado pasado para acabar ella misma con el problema."Llevo desde 2010 pidiendo que limpien el terreno, que pertenece al ayuntamiento, y al final tuve que salir yo con la azada y con la pala para despejar un metro y medio", explica Guerra. "Todo el pueblo y los alrededores están igual, hay mucha desidia con esto".La azada resulta ser, sin duda, la mejor opción, dado que está demostrado que la quema de rastrojos fue la tercera causa más común entre los incendios provocados en la isla durante los últimos años, por detrás del uso de maquinarias que generan chispas — el de la semana anterior en Tejeda fue causado por un vecino que cortaba una puerta metálica con una radial — y las líneas aéreas eléctricas, que algunas fuentes sobre el terreno señalan informalmente como el posible desencadenante del incendio de Valleseco, a falta de que el Seprona concluya sus investigaciones y se pronuncie.
Tres o cuatro horas después de que Guerra acabara de desbrozar los matojos que rodeaban su vivienda, una llama en el barranco de los Pajaritos de Valleseco, a unos ocho kilómetros de allí, daba pie al que ya es el peor siniestro forestal en España desde 2013. Aunque se desconoce a ciencia cierta qué inició la tragedia, no cabe ninguna duda de que aquella chispa fue multiplicada exponencialmente por las condiciones meteorológicas del pasado 17 de agosto en el interior de Gran Canaria. La zona estaba en alerta naranja al haberse superado los 37ºC en muchas áreas sensibles.
En este caso sí que se cumplió la fatídica 'regla del 30' — más de 30ºC de temperatura, más de 30 km/h de viento y menos de un 30% de humedad — que está detrás de las peores catástrofes forestales. En cuestión de minutos, el fuego se expandió y a día de hoy ha consumido más de 12.000 hectáreas, y es el peor en la historia reciente de la isla desde el devastador incendio de julio de 2007, provocado por un trabajador forestal al que le vencía el contrato y que calcinó 18.673 hectáreas.
Comentario: Con condiciones climáticas extremas y una guerra comercial con China, los agricultores estadounidenses se enfrentan a un apocalipsis. No es de extrañar que estas condiciones estén causando estragos en su salud mental. Ver también: