Para empeorar las cosas, algunos médicos ignoran completamente el peligro del exceso de hierro, el cual Gerry Koenig, ex Presidente del Instituto de Trastornos del Hierro (IDI, por sus siglas en inglés) y la Fundación de Hemocromatosis,1 analiza en esta entrevista.
La historia personal de Koenig es un poderoso ejemplo de lo que le puede suceder a una persona con exceso de hierro.
Al acercarse su cumpleaños número 50, había perdido mucho peso, entrenaba, y se sentía saludable. Al llegar a los 55 años de edad, estaba en buena forma, pero bebía más de lo recomendado. Con el tiempo, durante un examen físico, se dio cuenta de que sus enzimas hepáticas tenían niveles elevados.
"El médico me recomendó dejar de beber", dice Koenig. "Dejé de beber. Pero me enfermé de nuevo... resultó que tenía anemia hemolítica. Mis glóbulos rojos se estaban muriendo.
Yo no sabía lo que eso significaba, al parecer, tampoco mi médico. Nunca había analizado mis niveles de hierro... Finalmente tuve un episodio en el que fui al hospital. Tenía una encefalopatía, una enfermedad bastante seria... Me dijeron que iba a necesitar un nuevo hígado.
No había obtenido una prueba de hierro hasta la víspera de mi trasplante de hígado en 2005... Por casualidad me encontré con un artículo de Scientific American. Este describía algo llamado hemocromatosis, de lo cual no sabía nada al respecto. Decidí que me realizaría la prueba.
Al parecer, tengo un gen para una de las variantes de la hemocromatosis--C282Y. Debido a eso, decidí buscar más información y empecé a investigar... Y eso es lo que he hecho durante los últimos 11 años".
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