Existe una
epidemia soterrada de muertes por el consumo de medicamentos. Y ello es posible porque quienes los fabrican ocultan de manera sistemática datos sobre su
seguridad. Pero la población, los científicos y las autoridades sanitarias, están cada vez más
cansados de la situación.
Durante 2013 se produjeron
3.174 notificaciones de reacciones adversas a medicamentos, la mayoría comunicada por los profesionales sanitarios pese a que la ciudadanía puede
notificar cada daño que le produzca un fármaco mediante
esta web de la Agencia Española de Medicamentos. Existen dificultades para comunicar de manera eficiente estos efectos, lo que torpedea la función de la
farmacovigilancia.
La cifra de notificaciones puede parecer muy alta pero es al contrario, muy baja. Se calcula que en España mueren cada año alrededor de
12.000 personas por daños provocados por fármacos y esas 3.174 incluyen todas las reacciones adversas, leves, graves y muertes. El dato de fallecimientos
en Europa es cerca de 200.000 anuales. Una pasada. Comparad estas cifras con las de muerte por ébola en todo el mundo o las alcanzadas por accidentes de automóviles o las que se llevó por delante la gripe A. Cada día en la
Unión Europea hay 548 muertos por medicamentos (75 por el tráfico automovilístico).
Comentario: En vez de pensar en fármacos que contengan los beneficios positivos de la manteca de cerdo, lo que deberíamos plantearnos es consumir más de este alimento sumamente nutritivo lo que, a su vez, resolvería el problema de la restricción calórica.
Y esto es así porque al consumir más grasa y menos hidratos de carbono y proteínas, nuestro cuerpo pasa de un metabolismo a base de glucosa (glucólisis) a un metabolismo a base de grasas (cetosis) que es, de hecho, el metabolismo natural del ser humano, el q ha tenido durante casi 3 millones de años antes de la revolución de la agricultura, en el período paleolítico.
Al restablecer este metabolismo natural, dejamos de sentir la necesidad de comer un montón de calorías vacías que se consumen como papel en una chimenea y pasamos a "quemar leñas gruesas" que la mantienen encendida durante más tiempo, haciendo, por lo tanto, que no sintamos tanta hambre y que nuestro cuerpo esté bien nutrido; ayudando así a sanarlo y disminuyendo el estrés oxidativo gracias a la protección que ofrecen los ácidos grasos a las células.
Para más información acerca de una dieta que permite este metabolismo sin necesidad alguna de pasar hambre, vea nuestro Enfoque SOTT:
La dieta cetogénica - Una visión general
Vea también: