Imagen
© Sott.net / Desconocido
Es posible que algunos no se hayan enterado, pero el pasado 15 de Octubre se llevó a cabo una protesta mundial en apoyo a los Indignados y en contra del sistema económico/político actual. Si bien la protesta tuvo una concurrencia significativa en algunos países, con movimientos bien organizados y no violentos, en algunos otros, como México, mi país, brilló por su inasistencia y poca organización.

Bien, esto no debe caernos de sorpresa, ¿qué más podríamos esperar? Estamos tan inmersos en nuestros propios asuntos, en nuestro entorno individual e inmediato, en nuestra inconsciente pasividad con respecto a nuestro país, domados y adormecidos por las mentiras, circos y manipulaciones de los que detentan el poder, por el estrés y paranoia creados por éstos. Al respecto, ¿qué me dice de: "la guerra en contra del narco" - una hermanastra menor de la guerra contra "terrorismo" de EEUU, las tácticas de siempre, mismo efecto - la corrupción y violencia generalizada y el crimen? Y nuestro bienestar, libertades y derechos desaparecen poco a poco "por nuestro propio bien". ¿Y qué hacemos nosotros? Nos disociamos en nuestro propio mundo, nuestra propia burbuja narcisista de expectativas ilusorias y sueños efímeros. Antes que nada me gustaría recomendarle un par de temas de interés relacionados: Inhibición Transmarginal y la Doctrina del Shock:

Documental completo aquí.

Sólo para exponer un ejemplo con paralelos de lo mencionado, ¿recuerda una de las consecuencias del "terrorismo" en EEUU?:
El Acta Patriótica ha sido fundada en el argumento básico, de que, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el pueblo norteamericano debía elegir entre su seguridad y sus derechos constitucionales, optando por restringir estos últimos para garantizar aquélla. A pesar del amplio apoyo recibido en ambas cámaras del Congreso, diversos sectores de la sociedad estadounidense, aun bajo riesgo de ser calificados de favorecer al terrorismo, han criticado el Acta Patriótica por haber suspendido según ellos la vigencia de los derechos humanos y las libertades civiles en los Estados Unidos. En el mismo sentido, varios fallos judiciales la han declarado inconstitucional por violar los derechos y garantías de la Constitución de los Estados Unidos.
Y de su hermanastra en México:
Las reformas en la Ley de Seguridad Nacional explicada por un historiador y analista mexicano, Pablo Moctezuma Barragán.

La versión mexicana del Patriot Act
Imagen
© Desconocido
Curioso. En México también necesitamos elegir entre "seguridad" y nuestros derechos humanos (que desde hace varios años hemos perdido, de cualquier manera).

Pero no necesitamos irnos tan lejos. Si ya hemos seguido la pauta de lo que Estados Unidos dicta... ¿Recuerdas el Plan Colombia? ¿Ese que se planteó entre Estados Unidos y Colombia para combatir al narcotráfico? En un principio, el Plan Mérida tenía el nombre de Plan México, al igual que el plan en el que fue inspirado, el Plan Colombia. El nombre se cambió debido al rechazo de la sociedad por una estrategia o plan que recordara los hechos y estrategias de Colombia durante su guerra contra el narcotráfico. Entonces, no tenemos el Plan México, pero sí el Plan Mérida. Una diferencia casi imperceptible.

Las reformas a la Ley de Seguridad Nacional son algo así como la Ley Patriota de los Estados Unidos... las cuales permiten detener movilizaciones sociales, espían a la sociedad, no respetan los derechos humanos.

Estas leyes solamente son pasadas por sociedades aterrorizadas que lo permiten.
¿Y qué tal esto?


Pero bien, aun con esto entre la enorme pila de asuntos apremiantes, seguimos corriendo interminables bucles de justificaciones derivadas del miedo y de la apatía, con ideas ingenuas como que 'las cosas se arreglarán por sí solas tarde o temprano', simplemente las descartamos. Incluso llegamos al extremo del pensamiento milagroso, esperando que tarde o temprano nos caiga del cielo mejores gobernantes o algún salvador. Bien, pues esto realmente sería un acto milagroso ya que como bien sabemos, sólo tenemos la ilusión de elecciones democráticas, la ilusión del voto, la ilusión de decisión del pueblo; sólo un placebo más para mantener este ya bastante antiguo estatus quo - ni muy felices ni muy descontentos - , incluso todavía hay algunos incautos que piensan que vivimos es una república democrática. Nada nuevo, llevamos siglos con mentalidad de conquistados, ajenos a nuestras responsabilidades como ciudadanos, "mientras yo esté más o menos bien, lo demás no importa". Es una mentalidad mediocre de un individuo que no puede reconocer su potencial y poder para influir de manera positiva en su entorno. Y mientras, se mueven las piezas del tablero de ajedrez global.

Me gustaría compartir una cita con la recomendación de que la reflexione:
"[...] Porque nos enfrenta en todo el mundo una conspiración monolítica y despiadada que se basa principalmente en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia basada en infiltración en lugar de invasión, en subversión, en lugar de elecciones, en intimidación en lugar de libre elección. Es un sistema que ha usado vastos recursos humanos y materiales para construir una máquina eficaz estrechamente tejida que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Sus preparativos son ocultos, no se publican. Sus errores son enterrados no salen en los periódicos. Sus disidentes son silenciados, no elogiados. No se cuestionan los gastos, no se publican los rumores, no se revelan los secretos. Es por eso que el legislador ateniense Solón decretó como delito que los ciudadanos se desentiendan de las controversias. Pido su ayuda en la tremenda tarea de informar y alertar a la población [...], confiando que con su ayuda los hombres serán como han nacido, libres e independientes."

Extracto del último discurso de JFK
¿Qué pasa si extendemos el contexto de estas palabras a México, Latinoamérica, el mundo? ¿Se asemeja a algo que conozca?

Pero eso sí, para quejarnos estamos buenos, dejando pasar los asuntos que necesitan atención urgente, pero ya no sólo podemos quejarnos. Si hiciéramos tanto como nos quejamos, de una manera consciente y eficaz, créame que nuestra realidad colectiva sería otra, completamente. Ahora más que nunca, enfrentamos responsabilidades y peligros comunes, como sociedad, no sólo la mexicana, sino a nivel global, en una sociedad con sus bases corroídas por la psicopatía de los que detentan el poder.

Debemos reconocer la realidad actual, nuestra situación, informarnos y actuar conforme a este conocimiento, protestar y ejercer nuestro poder colectivo de manera consiente para traer un cambio, no esperar a que nos apriete demasiado el zapato y detonar una turba enardecida que ya no pudo más porque no actuó cuando debió de hacerlo.

Protestas mundiales - Sabemos que algo no está bien

Imagen
© Desconocido
Regresando a las protestas mundiales, éstas están enfocadas a asuntos que nos incumben a todos; protestas contra un sistema global que, como ya bien sabemos muchos, carece de consciencia, de empatía, de consideración por los demás, y que sólo busca beneficiar a un porcentaje mínimo de la sociedad. Sí, ese porcentaje del que tanto nos quejamos - pero del que nunca hacemos nada consciente y eficiente al respecto - y al que lo único que le interesa es más dinero, poder y control.

Es un mal que hemos dejado pasar, no inadvertido, porque sólo con un poco de sentido común podemos darnos cuenta de que algo no está bien. Con nuestra pasividad y falta de consciencia sobre nuestras circunstancias actuales, hemos dejado que se expanda como cáncer, afectando las mismas bases de lo que conocemos como sociedad e incluso nuestra propia humanidad. Es un sistema que lo único que promueve es una nueva forma de esclavitud.

El individuo se ha convertido en un engrane desgastado que trata de sobrellevar el paso implacable de una maquinaria depredadora e incansable; una maquinaria que lo explota y se aprovecha de él hasta la última gota de vitalidad... Y tristemente, el individuo se ha vuelto parte casi integral de la misma; se ha vuelto en una máquina en sí. Su humanidad y consciencia han ido cediendo.

El interés por el conocimiento se erosiona cada vez más, así como el reconocimiento de nuestro poder individual y colectivo, nuestra capacidad de lograr un cambio verdadero: un cambio consciente y duradero, por medio de la cooperación por un bien común, el apoyo mutuo y la empatía... el SER humano. Esto está siendo reemplazado por la ignorancia, los distractores, la competencia extrema, el materialismo, el narcisismo, el engrandecimiento del ego, la deshumanización y el hambre de poder. Es sin duda un proceso infeccioso, una patología que se expande de manera impune y no hay quien la pare. ¿A qué se debe? Antes que nada hay que notar que "no se puede curar una enfermedad de no se conoce", ni se puede hacer nada significativo sin conocimiento y consciencia y la voluntad para ser congruentes.

Imagen
© Desconocido
Usted, como ser humano con sentido común, que siente y se preocupa al menos por sus seres queridos, ¿podría entender o explicar en términos de humanidad o calidad humana, las redes de prostitución, pornografía y abuso infantil relacionadas con los que detentan el poder? ¿Le parece normal que un porcentaje mínimo de la población posea cuentas tan extensas que incluso superan el PIB de varios países de los llamados tercermundistas? ¿Para qué tanto? ¿Puede ver como algo normal los millones de personas que mueren a diario de hambre y sed, algo que se supone es un derecho básico para cualquier ser humano que camina sobre este planeta? ¿Qué siente al enterarse del impune abuso de poder de las corporaciones, gobernantes y fuerzas policiacas? ¿Realmente acepta la gama cada vez más amplia de leyes que violan nuestros derechos y libertades más básicos? ¿Acepta ver la corrupción, la violencia, la depravación y la deshumanización, cada vez más comunes, que tienen su origen en la punta de la pirámide de este sistema? ¿Qué piensa sobre la segregación de los necesitados y la pobreza cada vez más marcada y globalizada? ¿Qué siente al saber que la clase media es una especie en extinción en varios países del mundo? ¿Cómo se siente al enterarse de los millones de seres humanos inocentes que han muerto debido a guerras fabricadas destinadas a fortalecer y aumentar el poder y hegemonía de algunos cuantos? ¿Ve cómo algo positivo los miles de alimentos industrializados, poco nutritivos y muchas veces tóxicos promovidos como "buenos" por las corporaciones alimenticias? ¿Y qué me dice de la industria farmacéutica? ¿Acepta cómo usan nuestros gobernantes el poder que les hemos otorgado? La lista sigue y sigue. ¿Se siente aunque sea un poco indignado?

Imagen
© Desconocido
¿Este es el mundo que quiere para usted mismo, para los que ama, para sus hijos?

¡¿Cómo podemos soportarlo, aceptarlo y ser parte de esto?! Lo único que se me viene a la cabeza es una mente esclavizada, un alma aprisionada, que sólo existe para servir a sus amos sin cuestionarse.

La corrupción estructural del sistema

A menudo tratamos de justificar a personas en esencia corruptas en posiciones de poder, ya sea en el gobierno o en corporaciones, con moralismos o creencias ilusorias, repitiéndonos automáticamente frases como, "es que el poder y el dinero corrompen". Porque la corrupción en esencia es tan ajena a lo que conocemos como humano, tan extraña a nuestra creencia programada de que "todos tenemos algo bueno dentro", tan blasfema a nuestro sistema de creencias de "amor y luz". ¿No se ha abierto usted a la posibilidad de que los esencialmente corruptos y enfermos por el poder son atraídos hacia puestos o funciones en la sociedad que ofrecen exactamente más posibilidades de corrupción y poder? ¿Y que hagan cualquier cosa o que pasen por encima de cualquiera para poder lograr sus objetivos y acumular más y más, para poder intentar llenar ese hambre insaciable de poder y control, sin importar el sufrimiento y las carencias de millones de personas?

Es un síndrome de Estocolmo masivo, donde las víctimas terminan por adorar al criminal. Hemos cedido nuestra fuerza de voluntad, decisión y humanidad a un grupo de personas que no dan una mierda por nosotros y por nuestro bienestar, despojándonos a nosotros mismos de la capacidad para poder afrontar nuestros problemas colectivos de manera responsable y eficiente, dejándole nuestros asuntos a figuras de poder, pensando que son mejores que nosotros o que pueden arreglar mejor las cosas, porque nosotros somos incapaces. Nos hemos convertido en corderos complacientes con su pastor, que lo único que busca es usar nuestra carne y pieles para beneficio propio, dejándonos desnudos de todo lo que importa, nuestras libertades, nuestros derechos, nuestra consciencia, todo lo que nos hace humanos.

En ocasiones tratamos de esperanzarnos con cualquier promesa echada al aire de cualquier pseudo-líder - o proyección distorsionada de la figura parental - que nos ofrezca cambios, beneficios, cuidado, seguridad y protección. Ya llevamos mucho tiempo así. ¿Percibe algún cambio? Hemos incorporado a nuestra psique los opiáceos del doble discurso, la manipulación y las mentiras, y como víctimas de relaciones abusivas y depredadoras, tratamos de ver una luz de esperanza, aunque sea la más mínima, aferrarnos, barriendo debajo de la alfombra los aspectos desagradables o inconvenientes para mantener nuestro mediocre estatus quo, aunque estos rasgos inconvenientes se desborden. Nos hemos acostumbrado a gratificaciones inmediatas, ilusiones efímeras, cualquier cosa que nos aleje de la terrible realidad en la que vivimos aunque sea por un momento. Buscamos cualquier pretexto para desconectarnos de ella, tan poco satisfactoria, y usamos las mismas herramientas de distracción del sistema para lograrlo.

Estamos tan llenos de ilusiones y expectativas falsas que nos adormecen, desde nuestra pasividad mecánica e irresponsable tratamos de construir castillos en las nubes pensando que de cualquier forma las cosas van a mejorar tarde o temprano. De cierto modo, nosotros hemos permitido que esta patología avance sin freno en nuestra sociedad, por falta de conocimiento y nuestra falta de apertura, debido a que tratamos de abrazar cualquier espejismo en este desierto de lo real.

Abrir los ojos

Imagen
© Desconocido
Sea sincero consigo mismo por un momento, obsérvese y contemple cómo esa patología de unos cuantos infecta a toda la sociedad, a cada uno de nosotros, de modo que normalizamos las características patológicas de los que detentan el poder. ¿No le indigna esto un poco? ¿No le indigna saber que está perdiendo una parte esencial de sí mismo, SER humano? Cabe notar que no sólo debemos estar indignados con la élite patológica de este planeta, sino también con esa parte de nosotros mismos que cae en la pasividad, la inconsciencia, la condición mecánica y la resignación. Una indignación consciente, con base a observaciones objetivas del estado actual de nuestro mundo y de nosotros mismos, debería servirnos como un shock para modificar estas partes de nuestra mentalidad y nuestra psique contaminadas por los esencialmente corruptos que nos gobiernan.

Usemos el velo del color que más nos guste para cubrir nuestros ojos, pero la realidad está allí afuera, apabullante e implacable, lo queramos o no, lo permitan o no nuestros sistemas de creencia. Al seguir creyendo en sus mentiras lo único que hacemos es darle más poder a este sistema para pisotearnos y usarnos como más le convenga. Por supuesto, el sistema nos vuelve parte de sí mismo, al creer en sus mentiras y manipulaciones, al no abrir los ojos para ver nuestra situación actual como es, al apoyar sus injusticias e inhumanidades aunque sea de manera indirecta. Es el mismo sistema del que tanto nos quejamos y despreciamos.

Hay que notar que un cambio verdadero NO puede ser mecánico, inconsciente, sino todo lo contrario. Si continuamos con esta pasividad y nos rehusamos a despertar de esta pesadilla creada por los que detentan el poder, sólo podemos esperar y esperar hasta que las cosas lleguen a un punto tal que ya no sea soportable o no pueda ser detenido. Si eso es lo que queremos entonces sigamos esperando a ver cuándo nos cae del cielo un buen gobernante - títere de las corporaciones - preocupado por los demás, por realizar sus funciones como se debe. Pero eso NO va a suceder.

Debemos de aprender a ser capaces de ver más allá de nuestra propia nariz y ver las consecuencias de nuestros actos y de quien nos gobierna. Si lo dejamos pasar, o nos decimos "si lo ignoras se irá", o "las cosas mejorarán tarde o temprano", estaremos destinados a una caída de la cual probablemente no podamos recuperarnos. Llevamos mucho tiempo con esta mentalidad, de nuevo, con una mentalidad de conquistados. Comemos su comida, creemos sus mentiras, sus manipulaciones, su doble discurso y esto no parece tener fin. Las cosas van de mal en peor y no somos capaces de abrir los ojos.

¿Qué más necesitamos dejar pasar? ¿Cuánto más necesitamos sufrir?, ¿Cuántas más injusticias debemos de permitir para despertar y hacer algo? Estamos al filo de un barranco, y parece que cada paso que damos lo hacemos a ciegas. Quien olvida la historia (y sus patrones) está condenado a repetirla. No nos vaya a pasar como los ciudadanos de Pompeya, donde todo fue reducido a cenizas y piedra mientras dormían. Si las cosas siguen así, muy posiblemente no tengamos ni los sustentos más básicos en un futuro próximo.

Sin afán de ser catastrofistas, hay que ser realistas. Encaramos un colapso tan significativo que tal vez muchos de nosotros ni la contemos. Es tiempo de despertar, de reconocer y reclamar el poder que hemos cedido a estos entes patológicos; retomar la cooperación, la empatía, la humildad, el hambre de conocimiento, nuestra humanidad. Porque eso es exactamente lo que más temen: una sociedad cítrica, consciente y unida, que se dé cuenta del impacto que puede lograr en este mundo. Ellos exaltan todo lo que nos pueda separar y erosionan todo aquello que nos une.

Actuar con conocimiento y empatía


Necesitamos movimientos bien organizados, empáticos y conscientes, que consideren las consecuencias a corto y largo plazo. No podemos realizar movimientos inconscientes o actuar hasta que nos apriete demasiado el zapato, llevados por nuestros sentimientos de frustración y odio. En otras palabras, no podemos apagar el fuego con gasolina. Debemos evitar propuestas irreales que no ataquen al problema de raíz. De lo contrario será lo mismo de siempre, protestando por las mismas cosas y sin hacer nunca nada efectivo, sin propuestas que logren un impacto, ni la voluntad de llevarlas a cabo si no se reconoce y se ataca al problema de raíz.

Se lo pregunto de nuevo, ¿podría ponerse en el lugar de alguno de los propietarios de este mundo - aunque sea en su mente sólo por un momento - y tomar las decisiones que ellos toman diariamente, en contra nuestra, y que impactan negativamente a millones de personas? Muchos las pagan con sus vidas diariamente en guerras por poder y control, acumulación de bienes sin fin, genocidio y prostitución infantil. Si no hacemos algo consciente y contundente, bien podríamos perder lo único que vale la pena, nuestra humanidad.

Todo comienza con nosotros

Tenemos la tarea de reconocer quiénes son ellos y quiénes somos nosotros, así como reconocer esos rasgos contaminados dentro de nosotros, abrir los ojos, ver a través de sus mentiras y las propias, así como nuestras justificaciones ilusorias y la realidad. Debemos reconocer esa dualidad dentro de nosotros. SER - tenemos que convertirnos en el cambio que queremos para el mundo - nuestro mundo interno debe de estar limpio y sano para poder limpiar y sanar esta sociedad desde los cimientos.

Es necesario desintoxicarnos de toda la programación negativa de este sistema patológico, de todos sus dulces venenos, desde lo psicológico hasta lo fisiológico, y liberarnos de todas las cadenas.

Se nos aproxima una lección sumamente significativa, como sociedad y como civilización. De nosotros depende aprender realmente de ésta, o sucumbir definitivamente a la gran mentira en la que vivimos.

Y si piensa dejarlo al azar y esperar sentado un cambio mecánico, ¿qué tanto está dispuesto a perder? Podría ser más de lo que se imagina...

Es curioso. Muchos hablan de nuevos órdenes mundiales y estados policiales fascistas, totalitarios, corporatocracias, etc. ¡Pero adivine qué! Ya estamos viviendo en uno.

¿Se siete indignado, aunque sea un poco?


Todo comienza con nosotros.

No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma. J. Krishnamurti