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En Septiembre de 2011 se llevó a cabo un estudio que recogía un total de 200 directivos de empresa, donde más del 4% obtuvieron una calificación igual o superior a lo que la psiquiatría considera por definición como "psicópata". Un psicópata, por definición, es alguien que no tiene conciencia y no siente remordimientos o empatía. Suelen ser personas encantadoras a simple vista, gracias a que son manipuladores natos, quizás dos requisitos que se le piden a un líder en los negocios.

Los psicópatas suelen ser buenos negociadores, buenos gestores y muy buenos jugadores dentro de los negocios, pues cada paso que dan lo tienen más que estudiado y calculado. Es por eso que a pesar de que no saben trabajar en equipo, gracias a su encanto y manipulación de "personas clave" en la empresa, pueden llegar a conseguir puestos de dirección.

El estudio, llevado a cabo por Paul Babiak, afirmaba que un 1% de la población tenía tendencias psicópatas, mientras que dentro de las empresas, se multiplicaba por 4 el porcentaje. Babiak plasmó el estudio en un libro: Snakes in Suits: When Psychopaths Go To Work (Serpientes con traje: Cuando los psicópatas van a trabajar), un título algo llamativo, teniendo en cuenta que Babiak aseguraba que la mayoría de los psicópatas no están en la cárcel, sino en los puestos de mando de la empresa.

No obstante, muchos de los rasgos de los psicópatas podrían confundirse con requerimientos que se le exigen a un líder en la empresa, pues este debe ser agresivo y controlar situaciones difíciles en todo momento, además de tomar decisiones en frío que podrían perjudicar o beneficiar al conjunto total de la empresa. Es decir, una persona a la que no le tiemble el pulso, una persona fría. Esas capacidades son muy difíciles de encontrar en un directivo.

El problema está en que con la acentuación de la crisis, los casos de "jefes psicópatas" se han incrementado, sobre todo cuando alguno de ellos ve peligrar su trabajo o su puesto dentro de la compañía. No quepa duda de que un líder con los rasgos que estamos nombrando, ante la sospecha de que un trabajador o compañero pudiera ocupar su puesto, podría reaccionar de formas imprevisibles. No hablamos de que vaya a estropear los frenos del vehículo, pero sí que haría lo posible por elaborar una estrategia para que esa persona no ocupe su puesto. Al ser un buen estratega, podría ser un perfecto profesional del Mobbing, por lo que en caso de amenaza, podría hacerle la vida imposible a su víctima.

Hace 2 días hablaba con varias empresas de medición de clima laboral y, aseguraban que en las encuestas anónimas que hacen a los empleados de la compañía, más del 60% de los trabajadores suspendían a sus jefes en el trato personal y profesional.