El Estado al servicio de la banca© Desconocido
Los 100.000 millones de euros (16.600.000 millones de pesetas) del rescate se inyectan a la banca,
pero es el Estado quien tiene que hacer frente a los intereses y avales en los plazos fijados por los prestamistas. Los intereses de ese crédito computarán como déficit y este irá sobre las espaldas de todos los ciudadanos en forma de deuda pública. Esta nueva línea de crédito aumentará, obviamente, la deuda soberana de España (no del negocio banca, como sería lo lógico) y encima no se separa lo fiscal de lo financiero.
Pagan los de siemprePara tener liquidez y poder afrontar esos pagos, el Estado sacará el
dinero de los bolsillos de los trabajadores, esto es,
subida del IVA, quita de salarios a los funcionarios, despidos, cambios a peor en pensiones, eliminación de ayudas sociales... Los prestamistas dejan claro que los 100.000 millones son un crédito al gobierno, no a tal o cual banco. Eso quiere decir que los que prestan tienen claro que la deuda se endosa - por lo que pueda pasar- al gobierno.
Si ya era alta la deuda del Estado ahora aumentará a unos niveles nunca vistos. El que presta, manda Los que prestan el dinero vigilarán y controlarán que el punto anterior se cumple con rigurosidad.
El gobierno da un paso atrás definitivo en soberanía, las decisiones económicas (y por tanto también sociales) ya no se toman por administradores elegidos, llamémosle "democráticamente", sino por los dueños de los 100.000 millones. Primero ellos Los créditos de este salvamento tienen prioridad absoluta sobre los acreedores privados, lo que significa que en el caso de quiebra cobran primero los rescatadores oficiales (el FMI, el BCE y la UE), y cobran sí o sí; y el resto asume las pérdidas del impago, como ya ha ocurrido en Grecia.
El dinero es para otra cosa Aunque los voceros del sistema dicen que esta ayuda trae consigo el flujo del dinero y que volverá a hablarse de créditos,
se trata de un nuevo engaño porque la mayoría de lo prestado es para tapar los enormes agujeros negros que tienen las propias entidades. Ese dinero, como era de esperar, jamás llegará a los particulares o a la pequeña y mediana empresa a precios razonables.
Los grandes beneficiados del rescate son pues, los accionistas de esas empresas. Personajes que juegan con el dinero pero con las cartas marcadas. Cuando ganan dinero se lo guardan, compran oro, francos suizos o lo colocan en paraísos fiscales, y cuando se aproximan pérdidas viene dinero fresco a salvarlos pero que pagará el ciudadano común. Recordemos que el Estado ha venido comprando dinero al 6% (ante el temor de los prestamistas a que España no pueda devolver lo pedido), pero el Banco de España paga apenas un 1%.
Café para todos no, café irlandés El rescate realizado es
muy similar al que se produjo en Irlanda. También allí se dijo en su momento, y para que no sonara muy fuerte, que había una diferencia enorme entre rescatar a la banca y al país, pero al poco tiempo los prestamistas tomaron las riendas de todo. Pusieron algo más que condiciones sobre cómo administrar la política fiscal y macroeconómica.
El gobierno es un mero títere al que le ponen por delante lo que debe hacer y decir. No se salva nadie Dada la composición del Estado español, las consecuencias en las Comunidades autónomas, diputaciones y gobiernos locales serán inmediatas. Cada euro será fiscalizado por unos señores que no entienden de cuestiones sociales o respeto por lo público sino de rentabilidad capitalista.
Los afectados de un modo inmediato Los trabajadores de las entidades bancarias sufrirán despidos masivos en las próximas semanas por el cierre de cientos de sucursales, los que no, tendrán que aceptar recortes salvajes de conquistas laborales. Sus convenios colectivos serán papel mojado. Los sindicatos mayoritarios volverán a practicar su palabra favorita: pragmatismo.
Más pobres y encadenados Si usted tiene vivienda propia (o paga hipoteca por una) verá
como disminuye aún más el valor de la misma, al punto de seguir pagando una cantidad que no se corresponde con el valor actual del inmueble. Es probable que los bancos tengan que sacar al mercado su stock de viviendas. Vender con urgencia impulsará hacia abajo los precios. Pero, lo que podría ser en teoría una buena nueva, se queda en nada ya que la disminución de poder adquisitivo de los trabajadores les imposibilitará la adquisición de propiedad alguna. Las familias deben entorno al 180% del PIB, una cifra que los propios economistas del sistema consideran de país quebrado.
Responsables brillando (por su ausencia) Se pide dinero para salvar a los que provocaron la crisis. Una paradoja infame. No hay responsables. No entrará nadie en prisión ni irá a un banquillo de Tribunal alguno, por el contrario, es más que probable que los culpables del desastre sigan alternando en los palcos de los estadios, en las fiestas de la yet y se paseen como ilustrísimos señores diputados, senadores y asesores de empresas. Una casta inmune.
Lo que vendrá Este rescate que ellos llaman "parcial", y "sólo a la banca", será el primer paso del "rescate total" a medida que los datos corroboren que la economía no crece, que no hay forma de crear empelo y, por tanto, que los préstamos a los bancos no se devuelven. El Estado terminará, como consecuencia, asumiendo más intereses y deuda para abonar.
Un caos absoluto. La miseria se hace presente Por lo anterior,
resulta una obviedad que la pobreza adquirirá realidades dramáticas. Organizarse para paliar situaciones de hambre será una necesidad urgente que tendrá que acometer cada colectivo social, cada barrio, cada familia, cada grupo militante. Crear comedores sociales, posibilitar bolsas con comida y ayudas de todo tipo, pasan a ser prioridades.
Votar como ejercicio absurdo En este marco no podrá haber gobierno futuro que no respete las condiciones de pago. PP y PSOE (y su aliados) ni chistarán, tendrán el compromiso de pagar y punto. El voto, por tanto, tendrá un carácter insignificante ya que la situación se presenta como irreversible dentro de unas instituciones que, ahora como nunca, enseñarán que
han sido diseñadas para apuntalar el sistema capitalista y en contra del pueblo. La calle será el escenario de lucha, las urnas apenas una herramienta de los prestamistas.
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