Martin Saar
© Josh KohanekMartin Saar
El calor geotérmico a una profundidad aproximada de entre 1,5 y 3 kilómetros (entre 1 y 2 millas) en el subsuelo terrestre es una fuente potencial de energía que podría ser explotada usando un portador insólito: el dióxido de carbono (CO2), el principal villano en el drama del calentamiento global. Esa energía, a diferencia de la solar y la eólica, no necesitaría nunca del paso intermedio de ser almacenada en baterías, y sería constante y fiable.

Ésta es la tentadora perspectiva que ofrece el sistema geotérmico de columna de CO2 inventado por tres investigadores de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos: Martin Saar, Jimmy Randolph y Thomas Kuehn, todos del departamento de ciencia e ingeniería.

La idea es capturar el CO2 obtenido en centrales eléctricas que usan combustibles fósiles, e inyectarlo dentro de cuencas sedimentarias a por lo menos 800 metros (media milla) bajo tierra. El subsuelo calentará el CO2 y hará aumentar su presión. Como consecuencia de esto, parte de ese CO2 se elevará luego a través de una tubería hasta la superficie. Allí, el CO2 caliente y a alta presión podría hacer funcionar una turbina para generar electricidad. El CO2 tiene características que lo hacen bastante adecuado para esta clase de trabajo.

Parte de la electricidad obtenida con este sistema se usaría para las bombas de inyección, y el resto iría a la red de suministro eléctrico. Las ganancias económicas podrían compensar los costos de captura del CO2, que son el mayor obstáculo económico para su captura y almacenamiento.

Los modelos informáticos predicen una alta eficiencia y altos beneficios para este sistema.

Se planea comenzar en 2013 las pruebas para evaluar la viabilidad práctica del sistema, probablemente en una central eléctrica canadiense cercana a Dakota del Norte.