El gobierno de Cameron finalmente busca el modo de regular un mercado que desde la época de otra conservadora, Margaret Thatcher, funciona prácticamente sin ningún control.
© infonews.comEl consejero de Barclays, Bob Diamond, se niega a renunciar.
Las multas por intento de manipulación de tasas de referencia en Barclays y por el deficiente asesoramiento de este y otros bancos británicos a sus clientes lo ha vuelto a dejar claro: la city londinense, el mayor escenario financiero de Europa, está fuera de control. "Pocos (escándalos) han golpeado tan despiadadamente el corazón del sistema financiero", comentaba el viernes el diario
Financial Times.
Codiciosos banqueros sin escrúpulos de Barclays manipularon los valores del índice interbancario Libor, utilizado como base de cálculo para negocios por valor de hasta 360 mil millones de dólares. Una mínima variación puede reportar cambios de valores millonarios. "Siempre a sus servicio", rezaba uno de los correos de agradecimiento de un banquero especializado en inversiones. Ante los nuevos escándalos, los políticos británicos se han enzarzado en un cruce de acusaciones mutuas sobre la responsabilidad de lo ocurrido. Para el gobierno conservador del primer ministro David Cameron fueron los "nuevos laboristas" de Tony Blair y Gordon Brown quienes permitieron la amplia desregularización del sistema financiero.
"Falso", responde por su parte la oposición laborista, que recuerda que en los años ochenta la conservadora Margaret Thatcher adoptó la decisión de orientar la economía británica en torno a la city y dio libertad absoluta a los banqueros. Desde entonces, proliferaron los rascacielos en la Square Mile y el sistema bancario británico se convirtió en una de las columnas fundamentales de la economía británica.
Cameron se encuentra ahora en una encrucijada. Sabe que es necesario regular y establecer un control estatal y también lo dice. "Hemos hecho mucho y estamos haciendo mucho para mejorar la regulación", apuntaba recientemente un portavoz de Downing Street. Pero no es capaz de decidirse a adoptar las "audaces medidas" que le reclaman los miembros de la Eurozona en medio de la lucha contra la crisis.
Aun así, tras lo ocurrido en Barclays el Ejecutivo parece haber dado un paso al frente. Según varios medios, una comisión parlamentaria investigará a partir del lunes los intentos de manipulación de tipos de Barclays y el miércoles deberá comparecer el consejero delegado de la entidad, Bob Diamond, quien hasta ahora se ha negado a dimitir.
Sin embargo, a nivel internacional el Reino Unido reclama una y otra vez excepciones que protejan la city londinense, de donde procede el 10 % del PBI del país. Sin ir más lejos, en diciembre, Cameron se negó a firmar el pacto fiscal de la Unión Europea para proteger el negocio bancario de su país.
Pero las perspectivas no son muy halagüeñas. Los grandes bancos de inversiones registraron en el segundo trimestre del año su peor resultado desde 2009. Y tras miles de despidos, sobre el horizonte planean nuevas reducciones de plantilla o deslocalizaciones.
Malas noticias para el Reino Unido, porque si la city no crece, su economía tampoco lo hará. Y esta se encuentra ya en plena recesión.
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