yoga como rehabilitación
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Un estudio mostró que quienes lo practican tras el accidente cerebro vascular mejoran el equilibrio, pierden el miedo a caerse y ganan autonomía.

El yoga no sólo es una herramienta para combatir el estrés. Se le atribuyen numerosos efectos benéficos para la salud que atraviesan todas las franjas etarias, y que van de mejorar las defensas del organismo hasta reducir la presión arterial.

El más reciente hallazgo es su capacidad para colaborar con la rehabilitación de las personas que han sufrido un accidente cerebrovascular (ACV), que es el taponamiento o la rotura de una arteria del cerebro.

Un ACV puede dejar múltiples secuelas. Según la encuesta realizada en 9 países de América Latina (la Argentina, incluida) a más de 900 familiares de pacientes con ACV, el 54% dijo que su pariente sufrió parálisis de un lado del cuerpo; el 41%, problemas de movilidad y dificultad para caminar, y el 23%, trastornos del habla. Para quienes padecen estas secuelas, el único camino de vuelta es la rehabilitación; y en este camino, el yoga parece ser un excelente aliado.

Un estudio cuyas conclusiones acaban de ser publicadas en la revista Stroke: Journal of the American Heart Association mostró que las personas que practican yoga tras haber sufrido un ACV mejoran el equilibrio dinámico y estático, lo que reduce el riesgo de sufrir caídas. Al perder el miedo a caerse, los pacientes se sienten más seguros y se vuelven menos dependientes. Ya un estudio previo había mostrado que en estos pacientes el yoga mejoraba la fuerza, la flexibilidad y la resistencia al ejercicio físico. En ambos estudios, la práctica de yoga fue incluida dentro de un programa estándar de rehabilitación física después de un ACV. Sin embargo, para muchos especialistas los componentes físicos pero también mentales de la práctica de yoga pueden aportar más beneficios que el ejercicio físico tradicional.

"Las evidencias sugieren que la combinación de posturas, respiración y meditación son más beneficiosas cuando son utilizadas juntas, y pueden producir diferentes efectos que el simple ejercicio", escribieron los autores del estudio, todos ellos investigadores del Centro Medical Roudebush VA de Indianapolis (Estados Unidos).

Pocos acceden a la rehabilitación. Muchas veces, las ventajas o desventajas que presentan las diversas alternativas terapéuticas en estudios controlados pueden ser bastante diferentes de lo que ocurre en la práctica, donde siempre intervienen factores más azarosos. Un ejemplo de esto es que, según comentó el doctor Luciano Sposato, director del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro (Buenos Aires), "sólo el 30 por ciento de las personas que sufren un accidente cerebrovascular accede a un programa de rehabilitación, y sólo el 24 por ciento logra volver al trabajo".

"Muchos pacientes y familiares piensan que no hay ninguna posibilidad de rehabilitación, pero en la mayoría de los casos se puede - agregó el doctor Sposato - . La rehabilitación debería empezar lo antes posible; pero inclusive para quienes no han podido acceder durante los primeros meses es aconsejable la rehabilitación, ya que aún puede haber posibilidades de obtener alguna mejoría".

El primer año posterior al ACV es el período crítico para obtener una buena recuperación de las funciones cognitivas y motoras dañadas, aunque en áreas como la del lenguaje es posible obtener mejorías aún pasado ese período. Se estima que en la Argentina, cada año 100.000 personas sufren un accidente cerebrovascular.