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El centro de una reunión. Ese rol le cabría bien al doctor Gonzalo Tancredi (50). Primero, tras las presentaciones, hay una precisión que no puede eludir: "No, no soy astrólogo; soy astrónomo". Tancredi no le adivinará el futuro a nadie, pero sí podrá calcular cuándo un asteroide impactará en la Tierra. La siguiente respuesta también se repite: "Sí, se puede vivir y trabajar de la astronomía en Uruguay". Claro, se habla de una comunidad científica compuesta por cinco profesionales con dedicación total, todos expertos en ciencias planetarias. Gonzalo, doctorado en Astronomía en la Universidad de Uppsala, en Suecia, es uno de ellos. Y es reconocido internacionalmente por haberle quitado la categoría de planeta al pequeño, frío y distante Plutón.

Tancredi es de los que pueden sostener una charla tan entretenida como inquietante. Ama los asteroides: "Son objetos rocosos, a diferencia de los cometas que son hielo y polvo; ambos son las piedras fundamentales del Sistema Solar. Estudiarlos nos sirve para saber las condiciones en que nos formamos". Los ama y los vigila; en las ciencias planetarias "preocupa que la Tierra está expuesta a la interacción con cometas, asteroides o tormentas solares. Hay que ser consciente del problema y ver qué acciones se pueden tomar para prevenir y mitigar los efectos inevitables" de una posible colisión. A nivel mundial, él es uno de los científicos preocupados en hacer una suerte de "catálogo" de cuerpos celestes potencialmente peligrosos.

"Hay unos mil objetos de un kilómetro de diámetro en torno al Sol, cruzando la órbita de Júpiter y Marte, y que, se estima, pueden impactar contra la Tierra. En cuerpos de ese tamaño la atmósfera no nos protege, y se puede producir una destrucción a escala global", de esas como las que extinguieron a los dinosaurios. El experto suelta esto sentado y sonriendo en el parque de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), donde es profesor del Departamento de Astronomía.

-Y cuando cuenta estas cosas, ¿cómo reacciona la gente?

-Y... con alguna preocupación (se ríe). Lo que pasa es que es inevitable. Uno es consciente de que es un problema del que no tenemos una solución 100% confiable. Depende mucho del tiempo que tengamos y del tamaño del asteroide.

Por suerte para todos, precisa, se sabe que más del 90% de esas inmensas rocas no va a chocar contra la Tierra en cien años. Del resto o de más adelante, no sabe, no contesta. Como consuelo, afirma que la frecuencia de eventos catastróficos que provocan extinciones masivas "es de millones de años"; hasta ahora hubo cinco y el último, el del Cretácico-Terciario, fue hace 65 millones de años.

Además, dice, hay decenas de miles de objetos más pequeños por allá arriba, capaces de generar "una catástrofe regional" (o nacional, si la "región" en cuestión es del tamaño de Uruguay). Uno espera que Tancredi diga algo como "la atmósfera nos protegerá" o que "las posibilidades son remotísimas", pero este hombre divorciado y con cuatro hijos, que tiene un asteroide bautizado en su honor orbitando en el llamado Cinturón Principal, entre Marte y Júpiter, sonríe y vierte sus verdades científicas:

"Es posible que ocurra un impacto. A ver, el otro día (el 15 de febrero) cayó uno en Rusia de 15 metros; ese mismo día pasó cerca otro de 50 (el DA14). Estamos en la fase de catálogo, sí, pero también viendo las siguientes: saber cuándo chocarían y qué tipo de acción podemos desarrollar".

DESVÍOS. "La Tierra es una mota de polvo suspendida en un rayo de sol". Él tiene muy presente esta frase de Carl Sagan, pronunciada luego de ver una foto sacada por el Voyager I el 14 de febrero de 1990, pasando la órbita de Neptuno, a seis mil millones de kilómetros de distancia. "Somos un pequeño cuerpo en la inmensidad del Universo, prácticamente imposible de distinguir si no se está cerca", agrega Tancredi. En ese infinito a más pequeño, más vulnerable.

El astrónomo asistirá entre el 15 y el 19 de abril al Observatorio Lowell de Estados Unidos, a la reunión de la Asociación Astronáutica Internacional. Ese evento tendrá el pomposo título de "Conferencia de Defensa Planetaria". No solo irán astrónomos; también asistirán abogados, economistas, jerarcas de gobierno... y militares. Ahí se estudiará qué hacer en caso que enfile hacia aquí un cuerpo celeste. Se trabajará en el "catálogo" del que habla Tancredi, y en algo más: "Si se detecta que un asteroide va a colisionar contra la Tierra, se debe saber cuándo. De eso dependerá el tipo de acción que se pueda desarrollar".

Como acciones, habla de la posibilidad de desviarlo "como un billar, golpeándolo con algo lo suficientemente veloz y masivo", habla de "calentarlo" mediante paneles solares que le provoquen una pérdida de gas y le cambien el trayecto, y habla de la solución extrema de, lisa y llanamente, enviar un bombazo a hacer bolsa al eventual agresor. "Debe evitarse llegar a ese extremo, es muy riesgoso enviar un misil nuclear al espacio", expresa. No, no se trata de Hollywood; estas cosas se discutirán a alto nivel en ese observatorio de Flagstaff, Arizona.

CHAU PLUTÓN. Esta visita será muy especial para Gonzalo. Fue en el mismo Observatorio Lowell donde en 1930 fue descubierto Plutón por un astrónomo aficionado, Clyde Tombaugh. Se transformó entonces en el noveno y más pequeño de los planetas del Sistema Solar. Esto duró hasta el 24 de agosto de 2006, cuando a partir de una propuesta escrita por Tancredi durante la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional en Praga, República Checa, se lo degradó a "planeta enano".

"Los planetas se forman a partir de asteroides y cometas. Y cuando se forman, o bien capturan la mayoría de los objetos pequeños de la región, o bien los expulsan. Los planetas, a diferencia de los asteroides, en su órbita están limpios. Pero los más pequeños, como Plutón, tienen una gran cantidad de objetos en sus cercanías porque no llegaron a formarse como planetas".

Científicamente, era una explicación contundente. Pero la política también talla. Estados Unidos no estaba dispuesto a perder el único planeta descubierto en un observatorio propio. También había una relación emotiva con "su" planeta; Pluto (Plutón en inglés) es el nombre de un personaje de Walt Disney. Se hicieron manifestaciones callejeras con pancartas que rezaban Size doesn't matter (El tamaño no importa) o, parafraseando a John Lennon, All we are saying is give Pluto a chance (Todo lo que decimos es denle una oportunidad a Plutón). Incluso en 2009 el Senado de Illinois, Estado en el que nación Tombaugh, resolvió devolverle a Plutón el estatus de planeta "mientras surcase sus cielos".

Pero en la ciencia triunfó la postura impulsada por Tancredi, apoyada por varios colegas, entre ellos su compatriota Julio Fernández. "Fue un momento... no te diría hostil pero sí tenso. Se dieron todos los elementos que hacen a una asamblea... mucha 'cocina' (sonríe)... ¡nosotros llegamos a hacer una manifestación incluso ahí dentro!". Gonzalo tenía experiencia en eso: había sido militante del gremio estudiantil y de la Juventud Socialista. Por las dudas, aclara, no espera una recepción inamistosa en su inminente visita a Fagstaff. Al menos, no le revocaron la visa para viajar.

En cualquier reunión, tras aclarar que no es astrólogo, que puede vivir de lo que hace, de asustar a su interlocutor con lo inevitable de la colisión de un asteroide, aún faltará la pregunta: "¿Para qué estudiaste Astronomía?". Él pondrá su expresión más diplomática y responderá:

"Fue puramente por vocación. Yo estudiaba ingeniería electrónica, donde cursé todo el básico, para ganar plata y paralelamente hice astronomía como hobbie. De pronto comencé a trabajar, tanto en el Planetario como en la propia Facultad (entonces de Humanidades y Ciencias, donde obtuvo su licenciatura) y me di cuenta de que podía hacer carrera como astrónomo profesional. Aún hoy todos los lunes me voy a jugar fútbol cinco con mis amigos ingenieros, ¡y muchos están en una posición económica mejor que la mía (risas)! Pero estoy muy contento de trabajar e investigar en lo que me gusta, de viajar a congresos y de plantearme preguntas que mucha gente no se hace". Tiene razón: ser parte de un equipo que busque soluciones a un cataclismo mundial no es para cualquiera.

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© AMSGráfica que muestra el marcado aumento de eventos relacionados con 'Bolas de Fuego'