Comentario: Como complemento a este artículo los invitamos a la lectura de:
Orden a partir del caos


Fellowship of the Cosmic Mind
© paleochristianity.org
El miércoles por la noche tuve una conversación interesante con mi esposa acerca de la espiritualidad. Entre otras cosas, ella señaló que si el fin era aceptar la verdad y ser puramente realistas y objetivos, entonces teníamos que aceptar que todos nuestros esfuerzos espirituales bien podrían ser en vano. Que muy bien podría ocurrir que ninguna de nuestras acciones, internas o externas, tuvieran resultado alguno en lo que llamamos el plano espiritual. Por ejemplo, el muy preciado tesoro de la vida del alma después de la muerte bien podría ser inalcanzable.

Yo admití que ese era un muy buen punto, y que no teníamos derecho a asumir y dar por hecho que obtendríamos algún tipo de recompensa. Después de todo, lo que ella me estaba señalando era que no debíamos regresar al error que cometen las grandes religiones monoteístas de motivar a los fieles por medio de un sistema infantil e inmaduro de premio y castigo, como lo haría un padre con su hijo pequeño. Pero también añadí que no por eso debíamos dejar de intentarlo, aunque no tengamos el resultado asegurado. Quiero decir: intentar evolucionar espiritualmente por amor a la verdad y al aspecto creativo del universo; no quiero decir intentar obtener una recompensa de papá Dios-Alah-Jehová.

Sin embargo, sus palabras me dieron una oportunidad para poner en perspectiva mis motivos para escribir en este blog mis pensamientos. ¿Qué diferencia podrían hacer mis palabras en Internet, si después de todo yo no soy más que una seis-mil-millonésima parte del sistema humano, y ciertamente no una parte con mucha capacidad de acción (en comparación con los oleajes del sistema)? Y cuando digo "hacer una diferencia" no estoy sugiriendo levantarnos en armas y organizar una revolución, en primer lugar porque soy pacifista, en segundo lugar porque las revoluciones armadas no cambian más que el nombre y la cara del tirano, y en tercer lugar porque desde un punto de vista filosófica no estoy enteramente seguro de que el universo se beneficiaría de una revolución, aunque hiciera de este planeta un mundo "mejor". No, cuando digo "hacer una diferencia" quiero decir alimentar de algún u otro modo el aspecto creativo y objetivo del universo. ¿De qué modo? No tengo idea.

¿Qué diferencia entonces? Podría contestarme como le dije a mi amada esposa, que a pesar de no saber si este blog haga una diferencia o no, vale la pena intentarlo. Y aquí me viene a la mente lo que Don Juan Matus llamaba el intento inflexible del guerrero. Don Juan no habló de logros o expectativas, mucho menos de "pensamientos positivos" como los promueven los soñadores del New Age, sino del intento. Quiere decir que sabemos que podemos fracasar; que como un guerrero, sabemos que podemos morir en batalla, pero aun así, hemos decidido intentarlo, y de un modo inflexible, porque tal es nuestra decisión y nuestro amor por lo que estamos defendiendo (el aspecto creativo del universo y la verdad, por ejemplo).

Sin embargo, ¿quizá haya guardado esperanzas secretas en mi corazón de que algo "importante" podría ocurrir a partir de este blog? Sí, tal vez, y en ese caso, he cometido el error de engañarme a mí mismo, y de tomarme demasiado en serio. En otras palabras, ese demonio de la importancia personal me ha tomado la delantera una vez más. Ya Don Juan nos advertía en contra de él. Necesito más introspección, de modo que mi intento sea más puro la próxima vez.

En cuanto a la plática con mi esposa, hubo otro punto interesante que planteamos: que realmente no importa si los esfuerzos espirituales llevan o no a la supervivencia del alma después de la muerte porque vivir la vida es una experiencia espiritual. Por eso no tiene mucho caso retirarse a una torre de marfil, o convertirse en ermitaño, o ignorar lo que ocurre en este mundo. Por eso hacer un esfuerzo por comprender nuestra sociedad, política y economía, o hacer ciencia, son trabajos espirituales. Y lo que los hace espirituales es que los hechos del día a día, tanto en nuestra vida personal como colectiva, tanto en nuestro mundo externo como interno, tengan un sentido profundo, y que todas las lecciones que conllevan esos hechos sean aprendidas correcta y objetivamente... ¡vaya labor, ¿eh?! O sea, lo que le roba la espiritualidad a la vida es vivirla sin intentar entenderla y sin intentar entendernos; eso es lo que nos hace vivir mecánicamente y sin sentido, brincando del "me gusta" al "no me gusta", y del "quiero" al "no quiero". Moviéndonos, como los fieles de las religiones paternalistas, entre el deseo del placer/recompensa y el miedo al dolor/castigo. Y con "entender" no quiero decir que se trate de una cuestión meramente intelectual. ¡De ninguna manera! Nuestras emociones y nuestras acciones son igualmente importantes.

Esto que estoy tratando de explicar ya ha sido planteado antes. Alguien muy sabio dijo:
La vida es religión. Las experiencias de la vida reflejan cómo uno interactúa con Dios. Aquellos que están dormidos son aquellos de poca Fe en términos de su interacción con la creación. Algunas personas creen que el mundo existe para que ellos lo superen, lo ignoren o lo acallen. Para estos individuos, los mundos dejarán de existir. Se volverán exactamente aquello que le han dado a la vida. Serán simplemente un sueño en el "pasado." Las personas que prestan una rigurosa atención a la realidad objetiva, mirando hacia todas partes, pasarán a ser la realidad del "Futuro."
Y con esta cita, paro de escribir por hoy.

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