En total, unos 100 turistas -la mitad de ellos, chilenos- quedaron varados en el pueblo de Aguas Calientes y debieron acampar en el sector de la hidroeléctrica de ese pueblo, mientras que los restaurantes del lugar les ofrecieron comida.

La ciudadela inca atrae a millones de turistas al año. Se recomienda viajar en la época de sequía, de abril a octubre.
Más tarde, la empresa de trenes Perú Rail, en coordinación con la Oficina Desconcentrada de Relaciones Exteriores en Cusco y la Policía Nacional de Turismo, empadronó a las personas varadas y las trasladó sin costo alguno desde la estación de Hidroeléctrica hasta la de Ollantaytambo.
En Perú, las inundaciones de las últimas dos semanas han dejado cerca de 3.000 damnificados, 7.221 afectados, 592 casas destruidas y 1.383 hectáreas de cultivo perdidas, entre otros daños materiales, de acuerdo con el último reporte del Instituto Nacional de Defensa Civil, divulgado el lunes pasado.
Junto con el envío de ayuda humanitaria para la población y la declaración de emergencia para que se agilicen las labores de asistencia, el gobierno de Ollanta Humala decidió fumigar las casas y albergues dañados por las lluvias para evitar la propagación del dengue y el aumento de enfermedades diarreicas y respiratorias.
Las lluvias no sólo castigan a Perú, tampoco dan tregua a la mayoría de Sudamérica, donde ya se registraron, al menos, 140 muertos y 125.000 damnificados y las autoridades afrontan pérdidas materiales millonarias. El país más afectado es Bolivia, donde el sábado murieron 14 personas -entre ellas, seis niños- al desmoronarse un cerro sobre el pueblo de Morochata, en el centro del país. Las víctimas quedaron sepultadas bajo el lodo y las autoridades sólo pudieron rescatar cuatro cuerpos.