La última reunión de los ministros de Defensa de la OTAN ratificó la nueva estrategia - más económica - que se puso a prueba en Libia: evitar las guerras largas favoreciendo más bien la organización de desórdenes internos. Ucrania es un buen ejemplo.
Imagen
El Consejo Atlántico cuenta ahora 5 mujeres entre sus miembros. En la imagen, las ministras de Defensa Mimi Kodheli (Albania), Jeanine Hennis-Plasschaert (Países Bajos), Ursula von der Leyen (Alemania), Ine Marie Eriksen Soreide (Noruega) y Roberta Pinotti (Italia).
Una Roberta Pinotti [1] radiante de alegría por su presentación en la OTAN - el sueño de toda una vida - participó en la reunión de ministros de Defensa que se desarrolló el 26 y el 27 de febrero de 2014 en el cuartel general de Bruselas.

Como primer punto en el orden del día, Ucrania, país con el que - subrayan los ministros en su declaración - la OTAN tiene una «asociación distintiva» en cuyo marco la alianza atlántica sigue «asistiéndola para la realización de las reformas». Elemento prioritario: «la cooperación militar», el comodín que la OTAN utilizó para penetrar en Ucrania. Los ministros de Defensa de la OTAN «felicitan a las fuerzas armadas por no haber intervenido en la crisis política» - lo cual dejó el campo libre a los grupos armados - y reafirman que una «Ucrania estable» - por supuesto, estable bajo la OTAN - es fundamental para «la seguridad euro-atlántica».

Los ministros de Defensa de la OTAN abordaron así el tema central de la Connected Forces Initiative, que prevé una intensificación del entrenamiento y las maniobras que, junto al empleo de tecnologías militares cada vez más avanzadas, permitirá a la alianza mantener una gran «prontitud y eficiencia en el combate». Para verificar la preparación, la OTAN realizará en 2015 una de sus mayores maniobras «en vivo», con la participación de fuerzas terrestres, marítimas y aéreas de todos los países de la alianza atlántica. Será esa la primera de una serie de maniobras de gran envergadura, que Italia propuso realizar en su territorio.

Se potencializa a la vez la «Fuerza de respuesta de la OTAN», conformada con unidades terrestres, aéreas y marítimas que los países miembros proporcionan de forma rotativa, fuerza lista para su "proyección", en cualquier momento y hacia cualquier teatro de guerra. En el entrenamiento de sus 13 000 hombres se reserva un papel fundamental al nuevo cuartel general de las Fuerzas de Operaciones Especiales, situado en Bélgica y bajo las órdenes del vicealmirante estadounidense Sean Pybus de los Navy Seal.

La preparación de esas fuerzas forma parte de la nueva concepción estratégica que la alianza atlántica ha decidido adoptar, siguiendo los pasos de la reorientación estratégica estadounidense. Para explicar mejor el asunto, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, intervino personalmente en Bruselas, luego de haber anunciado recientemente un futuro redimensionamiento de las fuerzas terrestres [US Army], cuyos efectivos se reducirán de 520 000 a 450 000. Pero, el Pentágono reduce sus fuerzas terrestres mientras que aumenta sus Fuerzas Especiales, que pasan de 66 000 a 70 000 efectivos, y agrega una asignación de 36 000 millones de dólares al entrenamiento.

Estados Unidos, según explica Hagel, «no tiene intenciones de dejarse atrapar de nuevo en grandes, y prolongadas, operaciones de estabilidad en ultramar, de la envergadura de las de Irak y Afganistán». Esa es la nueva manera de hacer la guerra, recurriendo de forma encubierta a la acción de fuerzas especiales infiltradas, de drones artillados, de grupos - incluso extranjeros - financiados y armados para desestabilizar países. Esas fuerzas preparan el terreno para el posterior ataque de las fuerzas aéreas y navales. Esta nueva estrategia, perfeccionada durante la guerra contra Libia, exige una mayor implicación de los aliados.

En ese marco, la ministra [italiana] Pinotti tuvo el honor de sostener en Bruselas una entrevista bilateral con el secretario de Defensa Hagel, quien - según explica un comunicado del Pentágono - «agradeció a la señora Pinotti su liderazgo y la fuerte colaboración de Italia con la OTAN, incluyendo la misión ISAF» [2].

Hagel expresó también el solemne «compromiso de continuar buscando medios de profundizar la relación bilateral con Italia». Así que puede esperarse mucho más de la «relación bilateral» con Estados Unidos, además de los F-35, del Muos de Niscemi, de la «potencialización» de la base de Sigonella y de las demás bases que tiene Estados Unidos en territorio italiano y del envío a diferentes escenarios de guerra de tropas italianas bajo las órdenes, de hecho, del Pentágono.

Sobre todo ahora que la ministra de Defensa Roberta Pinotti cuyo «liderazgo» ha contribuido a que Italia haya logrado subir hasta el 10º lugar entre los países que registran las cifras más altas del mundo en materia de gastos militares - 70 millones de euros al día, según el SIPRI [3] - mientras se anuncian más cortes en los gastos públicos.