"¡No me dejen sola, mis niños!", gritó una desconsolada mujer que sepultaba a su nieto, el segundo que le mataron en tres días. Una cadena de 17 asesinatos de menores, algunos por haberse negado a entrar en pandillas, estremece a Honduras y ensombrece al gobierno de Juan Orlando Hernández.
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© desconocidoEjército de Honduras se suma a las tareas de seguridad en Tegucigalpa y otras ciudades, por el incremento de la violencia de pandillas.
El cuerpo del niño de 7 años, muerto a balazos y torturado, fue hallado el jueves último envuelto en una sábana en un solar baldío de San Pedro Sula, 240 km al norte de Tegucigalpa, tristemente considerada como la ciudad más violenta del mundo, según informes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La abuela y la madre no empezaban siquiera a recuperarse del asesinato de otro de sus niños, de 13 años, cuyo cadáver fue hallado en circunstancias similares.

Otros seis asesinatos de menores - todos escolares - ocurrieron, en un mes, también en San Pedro Sula, según versiones de las autoridades porque se negaron a entrar en las pandillas, que siembran el terror en barrios y ciudades de Honduras.

El domingo último, en San Pedro Sula, miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13) entraron en un centro correccional de menores, desarmaron a los guardias y lanzaron una granada, lo que causó la muerte de cinco integrantes de la Mara 18 (M-18).

Ese mismo día, un hombre mató a cuchilladas a una niña de 13 - a quien violó - y a sus hermanitos de 10, 7 y 2 años, en Limón, departamento de Colón, 700 km al noreste de Tegucigalpa.

La desgarradora escena de la abuela consumida por el dolor, transmitida por la televisión, y las noticias de los otros crímenes han sacudido a una sociedad con el récord mundial de homicidios, 79 por cada cien mil habitantes, según el Observatorio de la Violencia, de la Universidad Nacional.

Las muertes de niños desataron las críticas a la política de seguridad, con participación militar protagónica, que emprendió Hernández tras asumir la presidencia el 27 de enero último, prometiendo "mano dura" contra los criminales.