Un aluvión de estudios científicos está poniendo en cuestión las recomendaciones sobre nutrición que hemos conocido. Hoy la evidencia apunta a que unas nociones erroneas, inculcadas a millones de personas desde los medios y las escuelas, han podido ser una de las causas de la epidemia de obesidad y diabetes que sufre el mundo desarrollado. ¿Quieres saber en qué estaba equivocada la pirámide alimenticia?
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Las grasas saturadas no son malas

Un estudio dirigido por Rajiv Chowdhury, de la Universidad de Cambridge, lo deja muy claro: no hay evidencia de que las grasas saturadas presentes en la carne, los huevos o la mantequilla tengan vinculación con las enfermedades del corazón.

Y aunque es habitual encontrar en internet estudios que dicen una cosa y la contraria, este caso es distinto, porque el trabajo es un metaanálisis científico, una investigación que a su vez repasa los resultados de otros estudios. Este en concreto analiza datos de otros 72 estudios distintos donde participaron 600.000 personas. Blanco y en botella.

La noticia es un bofetada a las autoridades sanitarias, que llevan años recomendando sustituir este tipo de grasas. ¿Volverá el jamón a la lista de las cosas saludables?

Los huevos tampoco son el demonio

Algo similar había ocurrido 10 años antes con los huevos. En los años 70 la Asociación Americana del Corazón recomendó limitar la ingesta de huevos a un máximo de 3 a la semana. Los señalaban con el dedo por ser los responsables de los crecientes casos de colesterol en sangre.

Tras una larga temporada en cadena perpetua, hace 10 años que al huevo le llegó la redención de pena, pero no fue hasta el año pasado cuando otro metaestudio certificó que tampoco hay asociación entre la ingesta de huevos en personas sanas y los niveles de colesterol (ojo, que sí la hay en personas con diabetes).

Para terminar con este calvario, la Fundación Española del Corazón se ha sumado a la evidencia y ha terminado por aceptar que los huevos, esa fuente de proteina barata y sostenible, no son perjudiciales para el corazón.

La margarina, esa sí que tiene delito

Con la fiebre anti-grasas saturadas llegó el reemplazo: la margarina y otros aceites vegetales, procesados hasta conseguir una consistencia similar a la mantequilla, aseguraban ser más sanos que sus contrapartes de origen animal (Y todavía lo siguen asegurando).

Sin embargo los procesos mecánicos que se utilizaban para conseguir estas texturas generaban unas grasas llamadas trans que están presentes en otros muchos alimentos procesados, como la bollería. Esas grasas sí son perjudiciales para la salud y están en proceso de ser virtualmente eliminadas por la regulación de varios países, entre ellos Estados Unidos. Lo que ayer se promulgaba hoy algunos afirman que produce cáncer.

La fruta y la verdura salvan vidas

Sabíamos que eran importantes para una buena nutrición, pero lo son más de lo que pensábamos. Comer algo más de 1/2 kilo de fruta y verdura al día reduce el riesgo de muerte a cualquier edad en un sorprendente 42%.

Así lo afirma un estudio de la University College London que ha analizado los datos de 65.000 personas a lo largo de 8 años. En este estudio las verduras demuestran tener un efecto aun más benéfico que las frutas, por lo que los investigadores recomiendan tomar dos porciones de fruta y cinco de verdura al día.

Pero cuidado con los procesados industriales, como los zumos envasados, la fruta en barritas o la fruta en almibar. Según este mismo estudio pueden tener el efecto contrario debido a la alta concentración de azúcares que contienen. La fruta hay que tomarla siempre fresca.

El azucar, en el punto de mira

Aunque parezca mentira, los científicos se están dando cuenta de que no existe evidencia de que la grasa engorde. Esto es así porque los alimentos no se quedan en el cuerpo de la manera en que los comemos, se procesan de distintas formas en el organismo. Por el contrario, cada vez hay más evidencias de que el consumo de azucar tiene efectos devastadores para la salud. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) está realizando consultas para pedir su regulación y que todos los países se involucren en la reducción del consumo. El azucar es el nuevo tabaco.

Y aunque pensemos que no tomamos tanta azucar, hay que vigilar las etiquetas de los productos que comemos. Hasta un 75% del azucar que ingerimos puede estar camuflado en bebidas, cereales y platos preparados.