"Tú mueves Europa", "Lo que está en juego es el futuro", "El poder de la gente", "La Unión hace la fuerza", "Claro que Podemos". Son algunos de los eslóganes con los que los diferentes partidos españoles han abordado la campaña para las elecciones europeas. Apelan a un voto que desde Bruselas se defiende como decisivo para el devenir de la nueva Unión Europea que saldrá tras los comicios. Pero, ¿qué es realmente lo que los europeos eligen?
Las urnas decidirán la composición del Parlamento Europeo y a partir de ahí, nada más. La ciudadanía seguirá sin tener poder sobre las instituciones europeas, ni sobre su propio futuro, en cuanto a la UE se refiere. Tampoco capacidad de mover los estamentos comunitarios. Ni con la unión de todo el electorado se podría modificar la estructura política del Viejo Continente. No al menos a través de la votación que comenzó el pasado jueves en Holanda y Reino Unido y concluye este domingo en España y en la mayoría de los Estados miembro.
Bruselas, mientras tanto, insiste: "Estas son las elecciones europeas más importantes hasta la fecha", recoge la web creada especialmente para la cita. Sí son los primeros comicios que se celebran desde que el Tratado de Lisboa otorgara en diciembre de 2009 nuevas competencias al Parlamento Europeo. "El aspecto nuevo e importante", prosigue la web, "es que cuando los Estados tengan que nombrar en otoño de 2014 al sucesor de José Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea, por primera vez deberán tener en cuenta los resultados de las elecciones". Algo que podría parecer una perogrullada, pero que hasta la fecha no estaba reconocido en ningún sitio. Sin embargo, lo más llamativo de la premisa es que ni siquiera obliga a atenerse a la decisión del voto, sólo a "tenerlo en cuenta".
"Cuando hablamos de hacia dónde va la UE, no hay que pensar en Estrasburgo, sino en cuál es la composición de los Gobiernos de los principales Estados y su política internacional. Focalizar el futuro de Europa en lo que pase en las elecciones no es acertado porque lo que se está eligiendo es un Parlamento absolutamente vacío de funciones", comenta Josep Maria Antentas, profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona. "Ciertamente, la institución que controla la UE no es el Parlamento, que es, y no de manera casual, la única institución votada directamente por el electorado. Su tarea es ratificar las directrices políticas adoptadas por el Consejo Europeo y transformadas en propuestas legislativas por la Comisión", añade Dino Constantini, profesor de la Universidad Ca' Foscari de Venecia.
Además de la formación de los 751 eurodiputados que debutarán en el nuevo Parlamento el 1 de julio, tras las elecciones habrá nueva presidencia de la Cámara, de la Comisión y del Consejo. También se renovará al jefe de la diplomacia europea y al del Eurogrupo. Sobre ninguno de estos estamentos el electorado tiene poder de decisión. Y, ni mucho menos, sobre el Banco Central Europeo, la última punta del tridente de la troika que sostiene e impone las políticas de recortes. Serán los jefes de Estado y de Gobierno, que se reunirán el 27 de mayo para analizar los resultados electorales, los encargados de realizar las negociaciones pertinentes para ir distribuyendo los peones a gusto del consenso entre los cabecillas de los grandes partidos europeos.
Mientras tanto, Angela Merkel ya ha empezado a mover ficha. La canciller alemana, adalid del austericidio contra los países del sur de Europa, ha mantenido en las últimas semanas diferentes encuentros, también con el actual presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, para empezar a abordar la renovación de los líderes de Los Ventiocho. Entre los asuntos a tratar estará la designación de los comisarios, que hasta ahora se han mantenido en uno por cada Estado miembro y cuyos nombres dependen del Gobierno de turno en cada país. Ahí aparecerá la figura de Miguel Arias Cañete, cabeza de lista del PP, que en los últimos días ha visto peligrar su ansiado cargo en una institución que estudia muy de cerca los trapos sucios de los aspirantes y no perdona el machismo o la homofobia.
"Las reformas introducidas son puramente superficiales. El problema de fondo es que todo el edificio de la UE está construido vulnerando los principios democráticos más elementales", critica Antentas. "Es una forma de maquillar el Tratado de Lisboa", comparte el filósofo político Antoni Aguiló. El también profesor del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra considera que con los cambios introducidos se pretende asociar el proceso de elección del presidente de la Comisión con los de los Ejecutivos de los diferentes países. "La Comisión está percibida como una institución particularmente distante de la ciudadanía europea, uno de los puntos de máxima evidencia del déficit democrático de las instituciones europeas. Vinculando la elección del presidente de la Comisión a los resultados electorales, se trata de corregir parte de este déficit", continúa Aguiló.
El mayor problema, insiste Antentas, es que los ciudadanos no sólo no tienen ninguna capacidad de incidencia real en los procesos de toma de decisiones a nivel europeo, sino que "tampoco existe ningún mecanismo de fiscalización de lo que se decide y de lo que se cuece en las instituciones comunitarias". La complejidad de la arquitectura de la UE tampoco ayuda a un eventual examen público. El profesor Constantini recuerda que el entramado del poder Bruselas no está exento de conflictos: "Durante los últimos 20 años, la Comisión ha representado los intereses de una tecnocracia transnacional que ha asumido un poder creciente pero sin llegar a hegemonizar las instituciones europeas debido a la resistencia de los intereses de los Estados miembros representados por el Consejo".
No obstante, de esos tiras y afloja hay un claro vencedor. "La construcción europea está diseñada para imponer, defender y extender los intereses de poderes financieros y corporativos, que se presentan a las elecciones a través de partidos políticos a su servicio", denuncia Aguiló. El filósofo político lo tiene muy claro:
"La democracia representativa ha sido colonizada por élites políticas y económicas antidemocráticas que están en el seno de la UE. No olvidemos que, después de Washington, Bruselas es la segunda ciudad del mundo donde se concentran más lobbys de presión"."No hay ninguna voluntad de modificar ni una coma de la hoja de ruta de las políticas de austeridad", lamenta Antentas. No mientras no haya un electorado verdaderamente relevante que obligue a hacer cambios reales. "Hay que democratizar la UE cuanto antes. Lo más urgente para comenzar a construir un proyecto europeo alternativo es exigir auditorías públicas que denuncien la ilegitimidad de la deuda y los recortes para renegociar con la troika", concluye Aguiló.
Los últimos colegios electorales cerrarán en Italia a las 21 horas GMT. A partir de esa hora se conocerán los primeros resultados y se pondrá punto y final así a ocho años de liderazgo de Durao Barroso, una etapa marcada por la peor crisis económica y de legitimidad institucional que ha vivido hasta ahora la Unión Europea.
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