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Más de 60 mil damnificados se registran en la zona del Chaco paraguayo y en el departamento de Ñeembucú a consecuencia de las torrenciales lluvias y las inundaciones provocadas por ellas.

Solamente en Ñeembucú, a 358 kilómetros de esta capital, fuertemente castigado por las aguas, se superan las 40 mil personas que demandan asistencia por seis meses para asegurar la subsistencia y años para su total recuperación, según informó la Cruz Roja.

El Comité de Emergencia Departamental cifró en unas ocho mil 300 las familias con pérdidas totales debido a las inundaciones registradas en la zona por el desborde de ríos y arroyos.

Parte de ellas fueron rescatadas de lugares totalmente aislados por las aguas y situadas en albergues provisorios donde reciben víveres trasladados al lugar por la Secretaría de Emergencia Nacional.

Sin embargo, la propia Cruz Roja planteó que es indispensable y urgente la recuperación de caminos seriamente afectados y la limpieza de canales para permitirles, según bajen los niveles de inundación, el regreso a sus zonas de vivienda.

El problema se agrava porque, además de la pérdida registrada en los cultivos, las modestas casas en la zona rural también sufrieron grandes daños y los pobladores requieren ayuda para poder reinstalarse en ellas, ya que las aguas se llevaron sus escasos muebles, ropas y otros artículos.

El número de afectados en zonas del Chaco se eleva a más de 23 mil familias y existen situaciones calificadas de graves como la de los indígenas de la localidad de Machete Vaina, en Alto Paraguay, que claman con desespero por ayuda oficial.

Las inundaciones afectan a cuatro comunidades del área y el líder indígena José Luis Chávez reclamó que no se recibió hasta ahora la asistencia de las autoridades nacionales y carecen totalmente de alimentos y agua.

Durante una ceremonia religiosa, Gabriel Escobar, obispo del Chaco, preguntó por que el pobre debe sufrir mucho más para conseguir la ayuda garantizada en la Constitución ante situaciones de este tipo.