Una mayor variedad de las bacterias del intestino reduce el riesgo de obesidad y favorece la respuesta del sistema inmunológico.
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El ejercicio parece aumentar, según una nueva investigación, la diversidad bacteriana en el intestino, asociada a un perfil metabólico favorable y a una respuesta más adecuada por parte del sistema inmunológico. Una reducida variedad de los microbios intestinales (microbiota) está relacionada con la obesidad y otros problemas de salud, con lo cual el deporte encuentra de esta forma una nueva justificación para una buena salud.

Los autores de este trabajo, publicado en British Medical Journal, analizaron las heces y muestras de sangre de 40 jugadores profesionales de rugby de un riguroso programa de entrenamiento para evaluar el tipo de microbiota alojado en sus intestinos. Sus muestras se compararon con las de 46 hombres sanos que no eran atletas profesionales, pero con tamaño físico y edad similares a los jugadores de élite.

La mitad del grupo de comparación tenía un índice de masa corporal (IMC) normal de 25 o menos; y la otra mitad, un alto índice de masa corporal de 28 o más. Todos los participantes del estudio completaron un cuestionario de frecuencia de alimentos que detalló cuánto y con qué frecuencia habían comido 187 productos en las cuatro semanas precedentes y se les preguntó sobre su nivel normal de actividad física.

A pesar de tener niveles significativamente más elevados de creatina quinasa (CK), una enzima que indica daño muscular o de tejido, los atletas presentaban menores niveles de marcadores inflamatorios que cualquiera de los hombres en el grupo de comparación. También poseían un mejor perfil metabólico que los hombres con un IMC alto.

Además, los deportistas profesionales presentaban rangos más amplios de microbiota intestinal que los hombres con los que se les comparó, particularmente frente a aquellos con un IMC alto. Los números de distintos tipos de microbios (taxones) también fueron superiores, de forma que registraban, por ejemplo, proporciones significativamente mayores de 48 taxones que los hombres con un IMC alto y de 40 taxones que los hombres con un IMC normal.

En particular, tenían proporciones mucho más altas de Akkermansiaceae, una especie de bacteria que se sabe que está vinculada con menores tasas de obesidad y trastornos metabólicos asociados. El análisis de los hábitos alimentarios de los participantes mostró que todos los jugadores de rugby comieron más de todos los grupos de alimentos.

La proteína estaba mucho más presente en su ingesta de energía (22 por ciento) que en el grupo de hombres con el que se les comparó (15-16 por ciento). La carne y los productos cárnicos componían la mayor parte de ese consumo, además de que también tomaban un montón de suplementos de proteína y comían más frutas y verduras, pero muchos menos aperitivos que sus contrapartes.