Hace un tiempo leía sobre dietas y ejercicio, y me llamó la atención lo que hoy se llama la dieta paleolítica y entrenamiento paleolítico. La verdad es que me pareció interesante e hizo que pensara en el paralelismo entre la psicología actual y la salud mental de nuestros antepasados paleolíticos. Ya hace años Carl Jung acuñó este término, el de paleopsicología, para hablar del estudio de los rasgos más primitivos del psiquismo procedentes de las etapas evolutivas del ser humano.

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Paleodieta y paleotraining

La dieta paleolítica propone recuperar la forma y la salud basando la alimentación en los productos que consumían nuestros ancestros. Según algunos estudios, algunas enfermedades actuales se deben al modo en el que están procesados ciertos alimentos y al sistema agrícola del mundo moderno. Su propuesta es volver a la dieta de nuestros ancestros cazadores y recolectores con el fin de prevenir y/o curar enfermedades, como la diabetes, la obesidad, el cáncer o la artritis. La "paleodieta" parece que favorece un peso adecuado, un estado de salud óptimo y un alto nivel de energía para afrontar el día a día.

Por su parte el entrenamiento paleolítico o paleotraining, combina consejos dietéticos y entrenamientos inspirados en el movimiento del Homo Sapiens. El método potencia 15 funciones motrices, usando como elementos de carga el propio cuerpo y el entorno.


Tomando como punto de partida la dieta y el paleotraining, y en concreto la adaptación y la evolución, podemos reflexionar en los mismos términos sobre la psicología de nuestros ancestros. ¿Deberíamos tener en cuenta cómo nos hemos enfrentado evolutivamente a nuestros retos como especie para valorar hacer cambios en nuestros hábitos actuales? ¿Tenemos rasgos de personalidad, o comportamientos heredados directamente de nuestros ancestros? ¿Hasta qué punto estamos emocional y físicamente adaptados para afrontar los nuevos retos del ser humano?

Adaptación y evolución como claves para determinar dietas y ejercicio.

Como comentaba al principio, Carl Jung reflexionó sobre la paleopsicología y propuso un concepto sumamente interesante los arquetipos del inconsciente colectivo. Propone el concepto de arquetipo como modelo o prototipo de ideas, costumbres y conocimientos a partir del cual se modelan los pensamientos y las conductas propias de cada individuo y cada cultura. Para Jung, son principios comunes a toda la humanidad. Configuran los símbolos que aparecen en las leyendas, cultos y mitos de las culturas. Su planteamiento permitió analizar las tradiciones y los comportamientos de distintos grupos y culturas y encontrar aspectos psicológicos comunes en todos ellos. Los arquetipos son una forma de expresión de los deseos, miedos y necesidades que tenemos individualmente y que trasciende a la propia cultura de cada grupo social.

Si nos enfocamos más en las demandas y necesidades que debían afrontar nuestros antepasados, podemos decir que una gran parte de nuestra evolución estuvo destinada a la mera supervivencia. La prioridad era sobrevivir a las amenazas del entorno, en relación a depredadores, acceso a la comida y a la resolución de problemas cotidianos que garantizaran esa supervivencia. Recordemos que la historia evolutiva del primer humano se remonta 2,5 millones de años atrás, y entre 190.000 y 140.000 años atrás para hablar del primer hombre moderno.

Paleopsicología

En el artículo: "10 efectos de la ansiedad en el cuerpo" que publicamos en este sitios web, se explica en detalle cómo el cuerpo reacciona buscando dar respuestas que nos ayuden a sobrevivir ante amenazas concretas. Nuestro cerebro sigue muy enfocado en esa dirección. Hoy por hoy no hemos evolucionado para que nuestras respuestas ansiosas sean específicas para situaciones diferentes a las de sobrevivir (ataque o huida ante una amenaza). Podemos reaccionar del mismo modo ante al ataque de una perro y la amenaza de quedarnos sin un trabajo. En realidad las soluciones a ambos problemas no tienen nada que ver, pero nuestros mecanismos de alerta siguen siendo los mismos en ambos casos. Esto hace pensar que con los siglos podremos evolucionar y desconectar centros de alerta de nuestro organismo cuando no sean necesarios, pero hoy por hoy parece que estamos obligados a gestionar nuestras respuesta de alerta para que no se vuelvan en nuestra contra.

Obviamente el desarrollo del ser humano ha ido unido a la socialización y a la capacidad para relacionarnos en sociedades cada vez más complejas. Entender cómo piensa el otro, saber cómo nos perciben, asegurarnos un espacio en el grupo también ha potenciado el desarrollo de nuestro cerebro. En los últimos cuatro o cinco mil años es cuando se han creado las sociedades más complejas. Hoy en día nuestra sociedad occidental desarrollada nos protege de la mayoría de las amenazas que han venido siendo cotidianas para la mayoría de nuestros ancestros. En tres o cuatro generaciones se ha producido un cambio radical en cuestiones como la esperanza de vida, alimentación, higiene... Así pues si colocamos los millones de años de existencia del hombre moderno en un reloj, a los últimos 5.000 años de historia a penas le corresponden unos segundos. Hace realmente poco que nos estamos enfrentando a retos diferentes a los que se han enfrentado los humanos anteriormente.

La evolución del ser humano ha potenciado y moldeado diferentes características de nuestro cuerpo y nuestra mente que no son las que hoy en día nuestra sociedad nos demanda. No necesitamos, por ejemplo, que los alveolos pulmonares se dilaten para coger más oxígeno cuando vamos a entrar a una reunión, pero aún así nuestra "maquinaria ancestral de supervivencia" puede activarse para prepararnos ante una posible amenaza física. Nada realmente útil, pero aún presente en nuestras reacciones naturales. Hoy por hoy se nos pide rendimiento intelectual, inteligencia, constancia, simpatía, un buen aspecto físico... No es necesario saber cazar para comer, o saber defenderse de un depredador.

Debido a nuestra herencia evolutiva estamos conectados a un sistema de alerta muy potente que si no sabemos gestionar en nuestro día a día nos producirá un efecto muy destructivo y nos restará calidad de vida. Estamos obligados a aprender mecanismos por medio de los cuáles gestionemos bien los conflictos con otras personas, sepamos graduar nuestras exigencias, podamos marcarnos horarios y planes ajustados a nuestra capacidad para cumplir con ellos... Las personas que no lo consiguen, responden disparando alarmas y acumulando ansiedad mientras intentan resolver sus amenazas, o tristeza cuando se sienten impotentes para resolverlas.

Ya que nuestro cuerpo esta pensado para la supervivencia no podemos descuidarlo, si dejamos de ejercitarlo perdemos la capacidad para reaccionar adecuadamente, pudiendo provocar problemas secundarios derivados del sedentarismo. Como nuestras condiciones de vida actuales no requieren tanto esfuerzo físico, podemos descuidar fácilmente este área.

Otra característica potenciada por nuestra evolución es la que tiene que ver con el aprendizaje por medio de la experiencia. Las habilidades motoras, el afrontar miedos y detectar amenazas son muy sensibles a la experiencia. Tener vivencias de éxito y repetirlas potencia la capacidad de cada individuo para enfrentarse a sus retos cotidianos. La curiosidad y probar maneras de resolver los problemas es lo que nos ha ayudado a perfeccionar nuestras habilidades y a asegurar nuestra supervivencia.

La psicología diferencial ha realizado muchos estudios sobre las diferentes características de las personas, destacan los relacionados con las diferencias entre hombres y mujeres, y más en detalle las que provienen de nuestra herencia evolutiva. Parece que cuestiones como los roles desempeñados durante milenios de hombres y mujeres influyen en nuestras formas de enfrentarnos a nuestro entorno, e incluso en las disposición y funcionamientos de nuestros cerebros. Aquí se pueden leer algunas de ellas..

Paleopsicología y religión

En lo que respecta a los aspectos espirituales, nuestra sociedad actual también está generando diferentes maneras de enfrentarse a la espiritualidad en comparación con nuestro antepasados. Al haber menos amenazas y tener menos percepción de peligro, existe también una menor necesidad de encontrar en un ser superior la protección ante enfermedades, desgracias naturales, muerte, etc. Cada vez los seres humanos tenemos un control más interno sobre las variables que influyen en nuestro bienestar. La sociedad nos ayuda a tener ese control y a reducir las amenazas.

Conclusiones sobre la paleopsicología

Por tanto si queremos reflexionar sobre paleopsicología y sobre lo que nos enseña nuestra evolución para aplicarlo en el presente, tenemos que tener especialmente presentes algunas ideas:
  1. El ejercicio es importante. Es necesario practicar deporte y comer sano para que nuestra mente se encuentre en un estado óptimo. Valdría la frase conocida por todos "mens sana incorpore sano". El cuerpo no está pensado para el sedentarismo, sino para ayudarnos a la superviviencia.
  2. Las somatizaciones son signos de cómo gestionamos la ansiedad, o la tristeza. Hay que aprender a manejarla. Si aparecen herpes, dermatitis, taquicardias, sudoración de manos... hay que entender que algo se nos está escapando de las manos, y nuestro "sistema ancestral de supervivencia" está activo intentado combatir a un enemigo inexistente.
  3. Sentir ansiedad o tristeza no es un fracaso, es una reacción normal y adaptativa, el peligro es que no seamos capaces de reducir su intensidad y su frecuencia. De ser así existen multitud de soluciones por parte de la psicología que pueden ayudar a las personas a desactivar los centros de alarma innecesarios. No suele bastar con enfadarse con uno mismo, y decirse que es una tontería preocuparse, hay que aprender cómo se hace.
  4. Hay que experimentar y avanzar gracias a lo que vivimos. Hoy en día hay cierta tendencia a entender y a avanzar desde la razón, desde el entendimiento de las cosas. Desde luego el conocimiento por medio de la razón es muy importante pero no puede suplir siempre a la experiencia. Nuestra herencia paleolítica favorece el que aceptemos como verdadero o cierto más fácilmente lo que tocamos o vivimos, que lo que pensamos. Ser capaz de gestionar nuestros miedos o inseguridades estará en función de que nos demostremos que no es necesario mantener nuestra alerta activada. Quedarse en frases como "ya sé que no pasa nada", no suelen bastar para que nos lo creamos y podamos avanzar resolviendo nuestros malestares.