Las deportaciones no han parado en los Estados Unidos, pero los activistas tampoco bajan la guardia.

Jersey Vargas
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A escasos días que se lleven a cabo las elecciones que determinan el Senado de EE.UU., un grupo de activistas encabezados por la niña Jersey Vargas protestaron frente al centro de detención de Los Ángeles para pedir que paren las deportaciones de presos que no tienen historial criminal y que separan familias.

Con el corazón curtido, la fuerza en la voz y la experiencia de haber tenido a su padre al filo de la deportación, la niña Jersey Vargas, embajadora de la causa y que hace unos meses viajó hasta El Vaticano para pedir al papa Francisco que intercediera ante el presidente Barack Obama para detener las deportaciones, pide como joven activista un cambio a las leyes de migración de inmediato.

Son más de 11 millones de indocumentados en su mayoría hispanos, que tienen ya años esperando una reforma migratoria pero que de una o de otra forma aportan a la economía de este país.

Con casi 30 años por la causa, trabajadores indocumentados así como quienes se encuentran privados de su libertad, dicen que ya es hora de un cambio social y agregan que solamente pierde la lucha el que se da por vencido.