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En Champaña, chaparrones.
Muchos de los viticultores, bodegueros y enólogos de Europa han tildado la vendimia de 2014 de "desafío" o de "decepción" después de que un invierno frío dañase las cepas, todo tipo de granizadas destruyesen viñedos y las lluvias de agosto y septiembre retrasasen la maduración de las uvas.

El rendimiento de los viñedos ha caído en muchas regiones de un 20% a un 30%, y para algunas bodegas no ha habido ninguna cosecha.


"Ha sido una vendimia difícil", dice Jesús Madrazo, enólogo de Contino, en Rioja Alavesa.

Aunque Madrazo se sentía muy optimista en junio y julio, las uvas maduraron muy lentamente y en septiembre llegaron las lluvias, creando las condiciones perfectas para la podredumbre gris.

"La calidad será buena", dijo durante una visita a Nueva York. "Haremos vino, pero no tanto como hubiéramos podido esperar".

En Francia, las peores inundaciones desde hace 60 años anegaron muchas viñas en el Languedoc, la mayor región vitícola del país.

Por su parte, Évelyne de Pontbriand, propietaria -en la cuarta generación familiar- y enóloga del Domaine du Closel, en el valle del Loira, dice que las lluvias de otoño han acabado con cualquier esperanza que se podía tener en esta añada: "Muchos racimos olían a vinagre, así que hubo que tirarlos. Hemos perdido mucho".

La historia es parecida en Portugal, donde la lluvia también perturbó mucho la vendimia. Pero Christian Seely, director general de AXA Millésimes, encargado de las viñas y bodegas de la compañía de seguros francesa, incluida la gran casa de Oporto, Quinta do Noval, dice que en líneas generales está contento con su cosecha.

Para la bodega José Maria da Fonseca, que produce tanto el Lancers Rosé como marcas reputadas, como Periquita o Domingos, la tecnología y las previsiones del tiempo fueron lo que les permitió evitar las lluvias. El enólogo y responsable de la bodega por parte de la familia (sexta generación, en este caso), Domingos Soares Franco, cultiva más de 600 hectáreas de viña, y casi todo se vendimia con máquina. Vio las malas previsiones del tiempo y, aunque las uvas no estaban en plena madurez, ordenó empezar a cosecharlas.

"Me alegro de haberlo hecho porque puedes trabajar con las uvas en bodega, pero para ello tienes que tener uvas", explica. "Muchos de mis vecinos esperaron y llovió. Así que ahora no tienen uvas".

En Toscana, Giacomo Pondini, director del Consorzio Tutela del Vino Morellino di Scansano, informa de una vendimia más tardía de lo normal y de que las fuertes lluvias recortaron el volumen de la cosecha, que además requirió de muchísimo trabajo en el viñedo para enfrentarse a las enfermedades.

Pero, añade, los días soleados de octubre "han permitido a los productores llevar sus uvas a una madurez óptima en muy buen estado sanitario".

A finales de octubre, la OIV advirtió de que probablemente la producción mundial sea inferior a la de 2013, con una caída muy pronunciada en Chile. Pero California, donde se produce un 90% de todo el vino de Estados Unidos, habrá una cosecha de grandes dimensiones, la tercera consecutiva.