"El mundo en su totalidad se ha vuelto extraño e inquietante. Además de las fascinantes reglas que conocía, el gran juego tiene claramente otras reglas secretas, las cuales había fallado en comprender. Tuvo que haber algo engañoso y falso al respecto. ¿Dónde puede uno encontrar la estabilidad y la seguridad, la fe y la confianza, si los acontecimientos mundiales pueden ser tan engañosos, si triunfo tras triunfo llevaron al desastre final, y las verdaderas reglas de la historia se revelan sólo a posteriori en un resultado demoledor? Me vi al borde del abismo. Me sentí horrorizado ante la vida." (Defying Hitler, p. 27)
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Sebastian Haffner
Así es como un joven alemán describió su experiencia de los acontecimientos que llevaron a la Alemania nazi. Se llamaba Sebastián Haffner. Más tarde se convirtió en un periodista e historiador, y su libro de memorias, Defying Hitler (Desafiando a Hitler), ofrece una perspectiva sincera, profunda, sobre el impacto real del nazismo: su efecto sobre la vida interior de las personas que lo vivieron.

Libros como Defying Hitler son los que son esenciales si nosotros, como especie, alguna vez vamos a aprender cómo quitarnos a nosotros mismos de los aparentemente interminables ciclos de la opulencia, la ignorancia, la opresión y la destrucción mutua. Historias militares vacías, memorias políticas, análisis académicos, artículos de prensa - todos pueden proporcionar algunos detalles importantes, pero se pierde el punto. Se pasa por alto el meollo de la cuestión, la esencia de la situación que hace que importe. En pocas palabras, carecen de profundidad psicológica.

Economía, plataformas partidarias y políticas, el espectro político, los principales acontecimientos geopolíticos - estas cosas son la fachada que cubre la cosa hacia la cual la humanidad tiene un miedo casi instintivo y revulsivo, pero que no puede nombrar. Permanece oculta, como esas 'reglas secretas', en el abismo. Y los eventos que vemos desplegarse en las noticias sólo ofrecen una mínima pista de lo que realmente está pasando.

He aquí cómo Haffner lo describe tempranamente en su libro:
"La historia académica oficial, como ya he dicho, no tiene nada que decirnos acerca de las diferencias en la intensidad de los sucesos históricos. Para saber más sobre eso, usted debe leer biografías, no aquellas de los estadistas, sino aquellas que se consideran raras sobre individuos desconocidos. Allí verá que un acontecimiento histórico pasa por encima de la vida privada de las personas (reales) como una nube sobre un lago. Nada se mueve, es sólo una sombra fugaz. Otro evento azota encima del lago como en una tormenta eléctrica. Durante un tiempo, es apenas reconocible. Un tercero puede, tal vez, drenar el lago." (Defying Hitler, p. 7)
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© UnknownUcranianos orientales en Odessa, masacrados por las fuerzas de Kiev en mayo de 2014.
¿Qué hace de un evento una nube de relativa calma y de otro una tormenta? Al menos en parte, es definido por cómo nos afecta personalmente. Las personas pueden morir, incluso morir en grandes cantidades, pero a excepción de una ligera punzada de conciencia, ¿cómo nos afecta esto? La vida continúa. Nuestros empleos, relaciones, aficiones. La vida sigue siendo normal.

Pero los acontecimientos tienden a progresar en direcciones muy claras si las causas detrás de los mismos no son vistas y entendidas, y si no se toman medidas eficaces para dirigirlos en otra dirección. Pero ya que esas causas - esas 'reglas secretas' - permanecen ocultas en el abismo, no podemos hacer nada más que sentarnos y ver la historia desplegándose, quizás aferrándonos a los síntomas que tomamos por la enfermedad en sí misma. Incluso podemos ver el patrón, pero no hay esperanza de hacer un cambio real. Los acontecimientos nos pasan por encima - meros titulares en los periódicos y en los canales RSS. Esto es así, hasta que nos encontramos con la tormenta.

Si no aprendemos las reglas secretas del gran juego, vamos, como Haffner y muchos otros de su generación, a observar pasivamente la marcha inexorable de la 'historia', ver a todas esas nubes serenas unirse, sentir las primeras gotas de lluvia, hasta que nos encontremos por debajo de una nube de tormenta masiva que desgarra nuestra vida interior y exterior en pedazos. Haffner escribe:
"Esos acontecimientos [que conducen a 1933] han dejado naturalmente huella en mí, como en todos mis compatriotas. Si uno no puede apreciar esto, uno no será capaz de entender lo que pasó después. Hay, sin embargo, una diferencia importante entre lo que sucedió antes de 1933 y lo que vino después. Vimos los primeros eventos desarrollarse. Nos ocuparon y excitaron, a veces incluso mataron a uno u otro de nosotros o lo arruinaron; pero esto no nos confrontó con las decisiones finales de la conciencia. Nuestro ser interior se mantuvo intacto. Hemos ganado experiencia, adquirimos convicciones, pero continuamos siendo básicamente las mismas personas. Sin embargo, nadie que haya, voluntariamente o de mala gana, quedado atrapado en la máquina del Tercer Reich, puede decir honestamente lo mismo de sí mismo." (Defying Hitler, p. 6)
Estamos viendo formarse las nubes de tormenta. Ellas han estado aquí durante años. Ahora nos enfrentamos a una de esas 'decisiones definitivas de la conciencia'. Y no vamos a seguir siendo la misma gente, por mucho que pensemos que las cosas van a seguir normalmente. No lo harán. Esta es la forma en que Haffner describe la vida durante la tormenta:
"Con terrible amenaza el Estado exige que el individuo se dé por vencido de sus amigos, abandone a sus seres queridos, renuncie a sus creencias y que asuma otras nuevas prescritas. Debe utilizar una nueva forma de saludo, comer y beber de manera que no sea arbitraria, emplear su tiempo libre en ocupaciones que él aborrece, ponerse a disposición para las actividades que desprecia, y negar su pasado y su individualidad. Por todo esto, él debe expresar constantemente extremo entusiasmo y gratitud." (Defying Hitler, p. 3-4)
"Los nazis constantemente ganaron terreno. Lo que ya no se encontró fue el placer en la vida, la amabilidad, la diversión, la comprensión, la buena voluntad, la generosidad y el sentido del humor." (Defying Hitler, p. 92)
Si suena como algo salido de 1984, es porque esta es la realidad que Orwell estaba tratando de exponernos y advertirnos contra ella. Él tenía las habilidades literarias, pero no tenía la terminología precisa y el conocimiento de las reglas secretas. Si usted escucha las noticias, si usted lee los libros escritos por los arquitectos de la estrategia geopolítica occidental moderna, lo más probable es que sepa dónde esta 'nueva realidad' tiene el mayor potencial de estallar: el autoritarismo en Rusia y China, el islamo-fascismo en el Medio Oriente y África. No puede suceder aquí, en el Occidente 'civilizado': América del Norte, Europa, Australia.

Es una pena, pero no podrían estar más equivocados. Esta nueva realidad ya está aquí, y el ejemplo más notable es en un lugar que pocos habrían predicho: Ucrania. Mantenga en mente la descripción anterior de Haffner. Ahora lea esto, una carta escrita por una joven mujer en Kiev poco después del golpe de Estado en Ucrania el año pasado:
Una compañera de trabajo mía fue apaleada en la entrada de su apartamento por publicar mensajes anti Maidán en su página de VK.(VKontakte) [Nota del editor: VK es una versión de Facebook] ... En el instituto, el otro día, el hijo de mis vecinos llamó a sus padres durante el descanso usando un teléfono móvil y habló con ellos en ruso. Sus compañeros le quitaron su teléfono y lo rompieron. Rompieron su mochila, sus libros y cuadernos y luego le pegaron una paliza. Insistieron que hablase en ucraniano o si no, "que tuviera miedo durante el resto de su vida porque lo buscarían y le dejarían lisiado". Este es un niño de séptimo grado.

A veces es posible ver esto en la calle; Cuando una persona se acerca a un grupo, le hacen preguntas: "¿Estuviste en el Maidán? ¿Lo apoyas?" Si ambas respuestas son "no" el grupo cruelmente le pega una paliza y la echa.

En Kiev, actualmente, la mayoría de los rusos y ruso parlantes, después del Maidán, tienen que recordar la era de la Unión Soviética cuando "hasta las paredes tenían oídos", y callarse. Porque nosotros, a diferencia de otras regiones [Donesk, Lugansk] no tenemos posibilidad de separarnos de Ucrania.

Kiev esta completamente dividida. Aquí la asociación con los rusos es imposible. [...]

Todos los demás tienen cuidado con lo que dicen hasta con las personas que creen que conocen. Los rusos y ruso parlantes que no han sufrido atrocidades como oponentes del Maidán simplemente intentan pasar desapercibidos en los sitios públicos. Intentan no atraer la atención de los locos.

Y los que ya han sufrido ataques, o al menos, los casos que yo conozco, intentan proteger a sus familias y estar callados, callados, callados.

Por lo tanto, el "panorama" de Kiev se ve bastante seguro, llega la primavera, y así por delante. Pero la realidad es que una parte (¡y no una parte pequeña!) de la ciudad vive en un estado de callado horror.

Es imposible permanecer callado. Pero los residentes de Kiev, los que son anti Maidán y se enfrentaron a atrocidades, no escribirán abiertamente acerca de ello. Es un instinto de autoconservación.
Lo siguiente fue escrito en respuesta a su carta:
He leído "La Carta de Kiev". Todo es cierto... La autora escribió correctamente que no puedes simplemente dejarlo todo e irte de un día para otro. No encontrarás una casa y trabajo en un día. Es necesario simplemente esconderse. Es una sensación absolutamente horrible. No es sólo necesario recordar que hasta las paredes tienen oídos, sino que uno tiene que aparentar estar de buen humor. Celebrar que esté brillando el sol de la primavera, por ejemplo. Después del Maidán, es peligroso no hacerlo. La gente vigila y busca a los que no estén a favor del Maidán. Las leyes ya no valen aquí. La gente está totalmente indefensa y abandonada a la merced del destino.[...]

La organización más ridícula, "Detengamos la Censura" primero luchó contra el dictador Yanukovych. Después querían acallar a todo editorial que no estuviera de acuerdo con el Maidán. Ningún activista de derechos humanos, ni siquiera los "periodistas sin fronteras" han mencionado esto, ni uno. Siento que estoy viviendo una pesadilla terrible.

Lo puse aquí abiertamente. Es el fascismo, el fascismo ordinario.
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© UnknownNiños de Gaza masacrados por Israel, "el único país democrático en el centro-este" en la operación de protección de borde, julio 2014.
Las cosas no han cambiado mucho en el último año. Si algo ocurrió es que han empeorado. Kiev ha participado en una violenta y costosa "operación antiterrorista" contra el pueblo en el este de Ucrania: Donetsk y Lugansk, Donbass, Nueva Rusia. Ellos han estado bombardeando zonas residenciales, hospitales, escuelas y fábricas. Han torturado a civiles capturados y a miembros de las milicias locales que surgieron para defender las regiones contra lo que con razón, veían como un régimen racista, odioso y opresivo.

Y así, mientras Occidente alaba la expresión de la democracia en Ucrania, aquellos a los que apoyan - los que bombardean, torturan, violan y matan a civiles inocentes - son cualquier cosa menos 'democráticos'. Pero tal vez deberíamos dejar por completo de usar palabras como "democracia" . Es sólo otro lema, una palabra de moda que solo tiene el significado que aquel que la usa quiere darle. Sirve como una emoción encapsulada. La democracia es buena. El Maidán fue una expresión de la democracia. Por lo tanto, el Maidán fue bueno. Esa es la lógica emocional de la palabra. Pero no es cierto.

Unos cuantos ejemplos: Andrey Biletsky es un ex comandante del batallón "Azov", un ideólogo nacionalista ucraniano y diputado de la Rada Suprema (gracias a la mascota de Victoria Nuland, Arseniy Yatsenyuk). Esto fue lo que dijo en una entrevista en Foreign Policy.
Desafortunadamente, entre el pueblo ucraniano hoy en día hay una gran cantidad de 'rusos' (por su mentalidad, no sus lazos sanguíneos), 'kikes', 'americanos', 'europeos' (de la Unión democrática-liberal europea), 'árabes', 'chinos', y así sucesivamente, pero no muchos que se consideren específicamente ucranianos [...] No está claro cuánto tiempo y esfuerzo se necesitará para erradicar estos virus peligrosos de nuestro pueblo.
En 2010 escribió un ensayo esbozando su ideología para la Asamblea Social-Nacional, en el que podemos encontrar lo siguiente:
La misión histórica de nuestra nación en este momento crítico es liderar las razas blancas del mundo en una cruzada final para su supervivencia. Una cruzada contra los subhumanos guiados por los semitas. La tarea de la generación actual es la de crear un Tercer Imperio.
El Presidente de Ucrania, Poroshenko, honraba a este mismo Biletsky con la Orden de Coraje. El Primer Ministro Yatsenyuk no es mejor. Esto es lo que dijo el 15 de junio del año pasado:
Ellos [las tropas militares ucranianas que luchan en Lugansk] perdieron la vida por defender a hombres y mujeres, niños y ancianos, quienes se encontraban en una situación en la cual se enfrentaban a la amenaza de ser asesinados por los invasores y patrocinados por los subhumanos. En primer lugar, vamos a conmemorar a los héroes con la aniquilación de quienes los asesinaron y luego, limpiando la maldad de nuestra tierra.
Luego están las consignas escuchadas a través de Ucrania:

  • ¡El que no salta es Moskal! [Moskal es una forma despectiva de referirse a los rusos.]
  • ¡Gloria a Ucrania!
  • ¡Un solo lenguaje, una nación, una patria!
  • ¡Cuelguen a los Moskals!
Estas personas no sólo están 'rimando la historia ", ellos cantan el mismo estribillo.

Haffner nos ofrece una visión de esta mentalidad de la multitud:
"En sus reacciones, la psique de masas se parece mucho a la psique infantil. No se puede exagerar sobre la puerilidad de las ideas que alimentan y agitan a las masas. Las verdaderas ideas deben, como principio, simplificarse hasta el nivel de comprensión de los niños, para que puedan despertar a las masas a las acciones históricas." (Defying Hitler, p. 16)
Esta claro que los niños pueden expresar sabiduría y compasión. Pero también pueden ser egoístas, ignorantes y crueles. Corresponde a los gobernantes de un país decidir qué aspecto del niño van a abordar, cuál van a animar.

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Sebastian Haffner
Haffner ofrece una anécdota entretenida y detallada sobre aquellos que quedaron interesados ​​en la política después de que todos los principales partidos hubieran demostrado ser inútiles e irrelevantes:
"Después del golpe de Estado de Kapp, el interés por la política disminuyó entre la juventud. Todos los partidos se habían comprometido y todo el tema había perdido su atractivo. [...] Muchos de nosotros buscamos nuevos intereses: filatelia, por ejemplo, tocar el piano o el teatro. Sólo unos pocos se mantuvieron fieles a la política, y me llamó la atención por primera vez que, por extraño que parezca, ellos eran los más estúpidos, toscos y desagradables entre mis condiscípulos. Ellos procedieron a entrar en el "tipo correcto" de ligas, la Asociación Nacional de la Juventud Alemana o la Liga Bismarck (todavía no había Juventudes Hitlerianas), y pronto se mostraron manoplas, porras, e incluso cachiporras hasta en la escuela. Se jactaban de sus peligrosas expediciones nocturnas de pegatinas de carteles o de eliminación de los mismos y comenzaron a hablar en una cierta jerga que los distinguía del resto de nosotros. También comenzaron a comportarse de una manera poco amigable hacia la juventud judía." (Defying Hitler, pp. 44-45)
Estúpido, tosco, desagradable. ¡Qué descripción apropiada para el tipo de personas que con el tiempo llegarían a convertirse en oficiales de las SS, o los de hoy en día, miembros del Sector Derecho de Ucrania. Pero hay una descripción más precisa, clínica, de estos tipos de personas: psicópatas. Ese es el 'gran secreto'. La psicopatía es la causa oculta que esta al acecho por debajo de los 'partidos políticos', 'acontecimientos geopolíticos', las ideologías, las causas. Es ese algo 'engañoso y falso' que perturbó al joven Sebastian Haffner.

Debido a que la psicopatía, por su propia naturaleza, es engañosa y falsa. Presenta una máscara de racionabilidad, afabilidad, intensidad, persuasión, las cuales son difícilmente, sino imposibles, descubrir si uno no sabe cómo buscarlas. Porque debajo de la amabilidad, la razón, la tranquilidad, sólo existe el instinto irrefrenable de poder: la dominación, el control y la voluntad sin emociones para hacer o decir cualquier cosa por conseguir lo que se busca, no importa cuántos cuerpos, cuentas bancarias o bonos de familia y amigos se pierdan con el fin de llegar allí. A ellos simplemente no les importa. Algunos de ellos incluso disfrutan con ello.

Ponerología política
© Les Editions Pilule Rouge
¿Y qué mejor posición para poder aspirar a esto que en la política mundial? En su inadvertida obra maestra Ponerología Politica, Andrew Lobaczewski lo dejó todo muy claro. Lástima que tan pocos se hayan dado el trabajo de leerla y ponerla en práctica.

El libro está repleto de información - las causas, las leyes, y las posibles soluciones al tema y la variación de aquello que llamamos historia oculta - pero la moraleja es simple: los psicópatas aspiran a posiciones de poder, y las alcanzan. Ellos usarán cualquier ideología para llegar allí - el comunismo, el socialismo, el capitalismo, la democracia, el autoritarismo, el fascismo - tal cual un pequeño estafador que jugaría cualquier papel para subyugar a sus víctimas. Y cuando un grupo de ellos alcanza un número suficiente en un cuerpo gobernante, forman una patocracia. Lobaczewski escribe:
"La patocracia se asemeja menos a un sistema socioeconómico que a una estructura social y a un sistema político. Es un proceso macrosocial enfermizo que afecta a naciones enteras."
Y la forma en que los psicópatas llegan a ese punto es usando, manipulando y pervirtiendo la mejor característica de la humanidad: su conciencia.

Los formadores de opinión dan forma cuidadosamente a aquello que llegamos a creer - las convicciones que nos mueven para apoyar o rechazar alguna política o decisión, o para participar en algún tipo de acción. Y lo hacen apelando a nuestra conciencia, nuestro sentido de lo correcto o incorrecto, nuestro sentido de que algunas cosas son simplemente mejores que otras. Los sistemas de valores son inevitables, y los políticos lo saben. Somos irreductiblemente razonadores 'morales': algunas decisiones son mejores que otras (por ciertas razones), algunas declaraciones son mas verdaderas que otras. El criterio por el cual medimos es nuestra conciencia - la conciencia de ciertos valores como la verdad, la belleza y la bondad - en concierto con nuestra razón, que compara de forma activa, en contraste, analiza y sintetiza datos de acuerdo con esos valores.

Así es que, naturalmente, llegamos a ver nuestras opiniones políticas, nuestros juicios sobre la bondad, males necesarios e inaceptables, como si estuviesen fundados en la conciencia. Apoyamos la última legislación porque existe un problema que necesita solución. Tenemos ciertas opiniones sobre ciertas personas porque representan una amenaza. Tenemos que participar en tal o cual acción, porque la alternativa sería mucho peor.

Pero allí esta la trampa. La conciencia es simplemente inconsciencia si no se basa en la verdad. No puedo en buena conciencia apoyar a un asesino por encima de sus víctimas si él es de hecho culpable. Y no puedo condenar a una persona o grupo de personas si no son de hecho culpables. Y en esto es donde los líderes de opinión se desenvuelven: convencer a la gente que las cosas son de una manera, cuando no lo son, a fin de obtener su apoyo para las decisiones y acciones que se basan totalmente en mentiras (no importa el grado de verosimilitud que pueden aparentar en la superficie).

Recuerde, la patocracia es por su propia naturaleza engañosa y falsa. Basta con mirar a Ucrania y la corriente sin fin de mentiras que salen de la boca de los políticos y los medios de Kiev. Por otro lado, la estabilidad y la seguridad, la fe y la confianza - esas cosas que Haffner tan desesperadamente buscaba - necesitan de la verdad. No hay manera de evitarla. Si no somos conscientes de ella, y si no buscamos activamente la verdad, simplemente vamos a quedar atrapados en la tormenta. Los alemanes lo hicieron en la década de 1930. La humanidad lo está haciendo hoy en día.
nazi germany
© National Archives of NorwayEn 1937 Hitler estaba en la cúspide de su poder. Los alemanes corrientes estaban contentos y la oposición estaba siendo aplastada sin piedad.
Una cita final de Haffner:
"La vida cotidiana también hacía difícil ver la situación con claridad. La vida siguió como antes, a pesar de que ahora se había definitivamente convertido en fantasmal e irreal [...] Por extraño que parezca, fue precisamente esta automática continuidad de la vida ordinaria, la que dificultó cualquier reacción vivaz, enérgica, contra el horror. [...] [Esta reacción] se vio obstaculizada por la continuidad mecánica de la vida diaria normal. Qué diferente sería la historia si los hombres fueran todavía independientes, de pie sobre sus propios pies, como en la antigua Atenas. Hoy están uncidos a los detalles de su trabajo y de un calendario diario, dependientes de un millar de pequeños detalles, engranajes de un mecanismo que no controlan, funcionando encarrilados de manera constante e indefensos en caso de que quedaran descarrilados. Sólo la rutina diaria proporciona seguridad y continuidad. Un poco más allá se encuentra una selva oscura. Cada europeo del siglo XX siente esto en sus huesos y lo teme. Es la causa de su renuencia a hacer nada que pueda "descarrilar" su vida - algo audaz o fuera de lo común. Es esta falta de confianza en sí mismos la que abre la posibilidad de inmensas catástrofes de la civilización tales como el gobierno de los nazis en Alemania." (Defying Hitler, pp. 137-138)
Qué poco han cambiado las cosas... Incluso cuando acontecimientos de extrema importancia están ocurriendo a nuestro alrededor - incluso afectando nuestras vidas en ciertas formas sutiles - tendemos a no tomar medidas. Por lo general, sólo cuando algo que realmente nos importa no es quitado es que el fuego se enciende dentro y estamos listos para tomar medidas. Para ese entonces ya suele ser demasiado tarde.

Entonces, ¿qué puede hacer la humanidad? Bueno, podemos empezar a ampliar el alcance de lo que nos importa a nosotros personalmente. Para darnos cuenta de que somos parte de un todo mayor. Tenemos que ver el horror de lo que está sucediendo en este planeta como si se tratara de una cuestión de vida o muerte. Debido a que en el gran esquema de las cosas lo es. Conciencia. Verdad. Sin ellas, nada va a cambiar. Sólo van a empeorar.