Dice Lobaczewski:
"Adoptaré el término patocracia para designar un sistema de gobierno creado de la manera recién descrita, dentro del cual una minoría patológica se apodera de las riendas de una sociedad de personas normales. La razón principal por la cual he optado por esta apelación es que subraya la calidad básica del fenómeno psicopatológico macrosocial, y lo diferencia de los tantos otros sistemas sociales posibles dominados por la estructura, las costumbres y las leyes de las personas normales"
La patocracia no es un sistema estacionario, sino un paso más en la evolución natural de las cosas:
"No ha de ser permanente el dominio absoluto de los patócratas en el gobierno de un país, pues los grandes sectores de la sociedad acaban rebelándose contra ese régimen y, finalmente, hallan el camino propicio para derrocarlo. Esto forma parte del ciclo histórico fácilmente discernible cuando leemos la historia desde el punto de vista ponerológico. El hecho de que la patocracia se halle en la cima de la organización gubernamental no constituye un cuadro completo del "fenómeno maduro". Un sistema de gobierno semejante no puede hacer más que caer."
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Lobaczewski nos da pistas sobre los lugares que primero se infectan y cómo la propia dinámica del proceso lleva en sí la semilla de su agotamiento:
"En una patocracia, todos los puestos de liderazgo (desde los más elevados hasta el intendente de un pueblo y los gerentes de cooperativas comunitarias, por no mencionar a los jefes de las centrales de policía, personal policial de brigadas especiales y activistas en el partido patocrático) deben ser ocupados por individuos con trastornos psicológicos que, por lo general, son hereditarios. No obstante, estas personas constituyen un porcentaje muy pequeño de la población, lo que las hace aún más valiosas para los patócratas. Su nivel intelectual o sus aptitudes profesionales no conforman un criterio de selección útil, ya que resulta todavía más difícil encontrar personas con habilidades superiores dentro de esa minoría. Para cuando este sistema lleva ya varios años gobernando, el 100% de los individuos que presentan una psicopatía esencial están involucrados en la actividad patocrática; se les considera los más leales, aun si algunos de ellos formaron parte del partido opuesto en el pasado".
En estas circunstancias, la actividad normal de la sociedad se va paralizando poco a poco: la economía, la ciencia, la educación, la espiritualidad y el arte y las relaciones sociales en general no se pueden desarrollar con normalidad.

La gente normal aprende a tener un grado de paciencia infinito para explicar las cosas al gerente trastornado, obtuso y anormal al cargo de unos proyectos y unas instituciones que no logra comprender ni, aún menos, controlar como quisiera.
"Esta clase especial de pedagogía que consiste e instruir a individuos con trastornos al mismo tiempo que se intenta evitar su ira, demanda mucho tiempo y esfuerzo, pero de lo contrario sería imposible mantener condiciones de vida tolerables y llevar a cabo los logros económicos o intelectuales necesarios para la sociedad".
A pesar de estos esfuerzos, lentamente la patocracia lo va invadiendo todo. Con el tiempo, muchos entusiastas del movimiento inicial, descubren que están lidiando con algo muy distinto, que reemplaza la ideología original, e incluso emplea sus signos y emblemas.

Los patócratas empiezan a oír cada vez más fuerte las críticas de la sociedad de personas normales.

Su siguiente movimiento, por tanto, es atenuar la amenaza contra su poder, aún tambaleante, empleando métodos que impartan terror y medidas de exterminio (virtual o real) contra los individuos que más se destaquen por su patriotismo, integridad y formación militar.

Al mismo tiempo, intentan adoctrinar a la sociedad en general, una tarea para la cual quienes carecen del sentimiento natural de pertenecer a la sociedad normal, se vuelven irreemplazables:
"nuevamente, los psicópatas esenciales ocupan el primer lugar en estas actividades, seguidos por individuos con anomalías similares y, por ultimo, por personas que han sido alienadas de la sociedad".
Se instala así un adoctrinamiento en una ideología adecuadamente rediseñada que, a modo de caballo de Troya social, intenta volver patológico el proceso de pensamiento de los individuos normales y sus grupos y asociaciones.
"Nunca se admite abiertamente el objetivo: obligar a las mentes humanas a que incorporen maneras patológicas de experimentar la realidad, y patrones de pensamiento enfermos, hasta que finalmente acepten ese régimen."
Los patócratas, víctimas quizá de su propio egotismo, no sólo consideran esta meta deseable, sino factible. Sin embargo, este propósito se revela cándido e inalcanzable, los resultados suelen ser ínfimos, pobres, logrados a costa de un gran esfuerzo y, además, suelen ir acompañados de una buena dosis de hipocresía que genera conflictos.
"Los autores y ejecutores de este programa son incapaces e comprender que el factor que más dificulta su tarea radica en la naturaleza fundamental de los seres humanos".
Poco a poco, la gente sana se inmuniza contra al propaganda y aparece el siguiente fenómeno claramente distinguible: la división creciente entre los patócratas y la sociedad de las personas normales, contando ésta última con claras ventajas por su talento, su aptitudes profesionales y su sentido común sano.

La gente aprende a reconocer a los patócratas, a no fiarse de ellos, porque las consecuencias pueden ser desastrosas, y a conocer su forma de ser, sus reacciones y cómo son.

La patocracia, finalmente, se ve obligada a encontrar un "modus vivendi", una especie de "acuerdo" con la sociedad para sobrevivir.
"Después de todo, alguien debe trabajar para nosotros".
Además, está un componente adicional que les condiciona: las relaciones con su entorno y con las sociedades del hombre normal.
"El gobierno de la patocracia tiene como objetivo lograr el reconocimiento internacional distinguiéndose como "una determinada clase" de estructura política; y le aterra llegar a ser reconocido en términos de un verdadero diagnóstico clínico".
Los métodos de actuación se vuelven más leves, más disimulados. Es la fase en la que un paciente intenta actuar de forma normal, ocultando su realidad patológica.

Se pone especial cuidado a la hora de elegir a cabezas visibles y portavoces en el exterior. Normalmente, se elige a personas "normales", a las cuales se intenta ocultar la verdadera naturaleza de sus funciones y el motivo por el cual han sido elegidos.

Otro fenómeno a gran escala es la colonización y el sabotaje no necesariamente intencional de las empresas, organizaciones y redes sociales funcionantes:
"Por ejemplo, suele nombrarse director de una nueva fabrica a alguien que prácticamente no se vincula con el sistema patocrático, pero cuyas habilidades profesionales son esenciales. Una vez que la planta es operacional, los patócratas se apoderan de la administración causando así su ruina técnica y financiera."
Poco a poco, esta actividad conlleva la postración de la sociedad y su ruina social, moral y económica.
"Cuando muchos de los cargos gerenciales pasan a estar ocupados por individuos que carecen de habilidades suficientes para sentir y comprender a la mayoría de otras personas y que, a su vez, manifiestan deficiencias en el área de la imaginación técnica o en las habilidades prácticas (facultades indispensables para gobernar en asuntos económicos y políticos), eso resulta en una crisis terriblemente grave en otras áreas, tanto dentro del propio país como en las relaciones internacionales."


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