Los lugareños recuerdan la catástrofe en la central nuclear en 1986 y dicen que entonces las autoridades les ocultaron la magnitud de las consecuencias. "Nadie nos dice la verdad", ha confesado a RT Olga, habitante de un pueblo aledaño a la central. "Nadie nos explicó nada sobre la catástrofe en 1986. Nunca vamos a oír la verdad por parte del Gobierno", concluyó la mujer.
"Nadie nos ha advertido de nada. Todo el mundo está trabajando, los niños están en las calles. No ha habido advertencias en absoluto "Ha contado otro vecino de una aldea cercana a la zona de exclusión de Chernóbyl.
"No tenemos ninguna información. No conocemos el alcance del peligro. Tenemos dos hijos de 6 y 10 años. No sabemos si corremos peligro ni si tenemos que huir de aquí"Agregó otro hombre.
Este sábado, el Servicio de Emergencias de Ucrania anunció en un comunicado que a las nueve de la mañana del 2 de mayo los bomberos lograron extinguir el fuego que se había extendido por los bosques de la zona de exclusión de Chernóbyl después de que el fuego fuera localizado el 29 de abril.
Mientras que los funcionarios aseguraron a los habitantes de la zona que no hay peligro de radiación, Yuri Bandazhevski, un científico que estudia las consecuencias sanitarias del desastre de Chernóbyl, ha confirmado a RT que las preocupaciones de los aldeanos están justificadas. "La zona de exclusión está contaminada [...] Si los árboles que han estado absorbiendo la radiactividad durante casi 30 años se queman, los elementos radiactivos pueden propagarse con el viento a grandes distancias", aseveró.
Comentario: Es una tragedia que las autoridades en Ucrania se esten tomando esto de una manera tan ligera, las implicaciones son abrumadoras:
Los bosques radiactivos de Chernobyl, una bomba dormida
Tal y como ocurrió en Fukushima luego del desastre, y al parecer todo el océano pacífico sintió y sigue sintiendo sus estragos, la actitud de las autoridades es de detener completamente la propagación de la información sobre los peligros reales de un desastre radioactivo:
50 razones para temernos lo peor de Fukushima