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© Miguel GenerUna mujer lleva a su hijo con grave desnutrición en Somalia en 1992
África se sostiene en sus mujeres, en sus invisibles. Cada día, antes del alba, millones de africanas pueblan los caminos durante horas en busca de agua para sus familias. Cinco litros de líquido insalubre para comer, lavar, beber y regar. Aquí, en el Primer Mundo, basta un giro de muñeca para obtener agua caliente, sana y abundante. Nosotros no caminamos por rutas inseguras de tierra roja con un bebé a cuestas, nosotros solo cambiamos de habitación. Cinco litros de agua potable, agua-manjar, es la que llena las cisternas de nuestros retretes. Lo llaman Norte-Sur.

Horas de andar frente a minutos de ducha. Es el tiempo ganado para la educación, la cultura y el ocio. Esa es la diferencia, el privilegio.

África está preñada de mujeres-coraje, mujeres-todos-los-días-lucha. No solo es el trabajo de acarrear agua, ellas son también sostén-de-familia mientras el hombre busca trabajo o trabaja lejos, a veces tan lejos que el Eldorado se llama Europa-bienestar: o mientras el hombre bebe y vaguea junto a otros hombres sin trabajo.

No son solo mujeres-madre, también son mujeres-víctima, las mujeres violadas en Congo y en cualquier otra guerra porque el macho armado con un fusil de asalto se siente poderoso e impune. También son mujeres-amputadas, como las de Somalia y tantos otros sitos, a las que la brutalidad de la tradición impone la infibulación y la ablación.

Es difíci escoger una mujer entre otras muchas mujeres imprescindibles, pero me gustaría destacar a Christiana Thorpe, de Sierra Leona. Presidenta de la Comisión Electoral Nacional; fue esencial en las elecciones de agosto de 2007, cuando el Gobierno de entonces trató de robarlas en favor de su candidato, el vicepresidente Solomon Berewa. Thorpe, apoyada por el pequeño equipo de Naciones Unidas dirigido por Carlos Valenzuela, experto en elecciones imposibles -Camboya, Timor, Irak-. publicó los resultados provisionales y bloqueó la manipulación.

En aquellos días de enorme tensión en los que se temió la reanudación de la guerra civil, ella se jugó la vida porque creía en el valor de las urnas como expresión de la voluntad colectiva. Pero Thorpe es más que una mujer-valiente en los días-históricos, es una mujer-valiente todos los días e impulsora del Forum para Mujeres Africanas Educadoras (FAWE, African Women Educationalists). Trabaja en la recuperación de las mujeres víctimas de crímenes sexuales para las que la educación es la única esperanza.

La estadística se reduce a números, 925 millones de pobres, de los que 239 son subsaharianos. Detrás de cada cifra, una persona, una historia. Personas que reclaman justicia tras guerras terribles, como la Sierra Leona, de la que Christiana Thorpe es una superviviente. No es la justicia de los tribunales, que castigan a los culpables, sino la justicia de tener derecho a ser escuchados, a contar su tragedia.

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