Una pala de 40 centímetros sigue siendo el objeto más temido del despacho del director para miles de estudiantes en EEUU, donde el castigo corporal para imponer disciplina es todavía legal y frecuente en 20 estados.
niña afroamericana
El vídeo que mostró esta semana en Internet cómo una profesora abofeteaba y daba patadas a un estudiante de 13 años en un colegio de Houston (Texas) ha revivido las críticas a la legalidad del castigo corporal en los colegios estadounidenses.

La brutal paliza, por la que la profesora ya ha sido despedida y que la llevará ante los tribunales, es "triste", manifestó Nadine Block, directora ejecutiva del Centro de Disciplina Efectiva, pero también una "excepción" porque la mayoría de agresiones "no salen a la luz".

"La mayoría de casos no son como éste. Los castigos suelen ser con una pala en el despacho del director, donde nadie los ve ni los puede grabar en móviles. Los padres muchas veces no lo saben y es siempre la palabra de un niño contra la de un adulto", aseguró.

Hasta 223.190 estudiantes en Estados Unidos sufrieron castigos corporales en el colegio durante el curso 2006-2007, de los que entre 10.000 y 20.000 requirieron tratamiento médico, según estadísticas del Departamento de Educación.

Estos castigos están amparados por una sentencia de 1977 del Tribunal Supremo, que reconoció que azotar el trasero o golpear con una vara a los estudiantes está justificado en escuelas, siempre y cuando las leyes estatales o locales no digan lo contrario.

Desde entonces, 30 estados lo han prohibido, pero el resto, la mayoría en el sur y suroeste del país, lo permite y cada escuela puede decidir si impone estas medidas.

La mayoría de los castigos se justifican en infracciones como no ajustarse al código de vestimenta, llegar tarde, hablar durante la clase o ser "irrespetuoso".

El 40% de los casos en Misisipi y Texas

Casi un 40% de los casos ocurre en Misisipi y Texas, donde llegan a ser tan habitual que sólo en el primero hubo 57.953 castigos corporales en 110 de los 152 distritos escolares del estado durante el curso pasado.

Si esto pasa en Misisipi es porque "una mayoría de profesores y padres están de acuerdo y apoyan este tipo de castigos", según Block, quien apunta que esto "está cambiando, pero no muy rápido".

"Los padres creen que funciona. Ellos mismos recibieron castigos cuando fueron a la escuela. Forma parte de la historia. Es una costumbre que no ha sido cuestionada", señala.

Y si intentan denunciar a las escuelas, las familias "no suelen tener mucho éxito", indica, porque tienen que demostrar que era una agresión y, para ello, que no se trataba de una medida disciplinaria y que la herida es permanente, como un hueso roto.

En algunos estados como Indiana, incluso los profesores cuentan con "inmunidad" para castigar de esta manera gracias a una ley que el Congreso estatal aprobó el año pasado.

Block, quien es también psicóloga escolar, explica que además de sufrimiento físico, los niños reaccionan habitualmente con enfado y se vuelven más agresivos.

"Los niños no entienden por qué se les pega. No tienen la oportunidad de defenderse. Lo más frecuente es que se enfaden y algunos de ellos mantendrán esa rabia por muchos años contra los adultos", explica.

El perfil de los castigados

La controversia aumenta cuando se desvela el perfil de los castigados: niños de familias de pocos recursos, minorías y con discapacidades, de preescolar a secundaria en escuelas de áreas rurales.

La disparidad racial se dispara hasta doblarse entre afroamericanos y blancos, según el Departamento de Educación, que estima que un 36% de los castigados son negros, aunque representen un 17% de todos los estudiantes en colegios públicos.

La pala más habitual y más temida es la que cuenta con agujeros, que evitan la resistencia del viento y hacen que el golpe sea efectivo y más doloroso, según un comité del Congreso que debatió el castigo corporal.

Pero algunas escuelas, como indica el reglamento de la Academia Cristiana Berean de Milford (Massachusetts), "los maestros son instruidos (sobre cómo utilizarla) para no infligir heridas".