Pese a las críticas de EE.UU. a la campaña antidrogas del actual Gobierno filipino, China dice estar lista para reforzar la cooperación al respecto con Manila.
© DesconocidoLos presidentes de China y Filipinas, Xi Jinping (izda.) y Rodrigo Duterte, respectivamente.
Geng Shuang, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China,
ha designado los narcóticos como "enemigo de la humanidad" y subrayado que el combate contra los crímenes relacionados con drogas es una responsabilidad compartida por todas las naciones.
Hablando en una rueda de prensa celebrada ayer viernes en Pekín, capital china, Geng precisó que ambos Estados han iniciado consultas para encontrar la mejor vía de cooperación en la lucha contra el narcotráfico.
"El presidente (filipino, Rodrigo) Duterte también estará comprometido con las actividades relacionadas con el control de drogas durante su visita de Estado a China (18-21 de octubre). China y Filipinas están manteniendo contactos estrechos al respecto", resaltó el vocero chino.
Desde su llegada al poder en junio,
el presidente filipino libra una intensa guerra contra lo que denomina "narcopolítica", asegurando que unos cuatro millones de compatriotas son adictos a los estupefacientes. Ahora,
Duterte planea construir más centros de rehabilitación para drogadictos.
No obstante,
su campaña antidroga ha sido constante objeto de críticas por parte de Washington por presuntas violaciones de los derechos humanos. Con ello se inició un proceso de alejamiento entre Washington y Manila, dos aliados tradicionales que incluso compartían una estrategia única frente a Pekín en el conflicto territorial del mar de la China Meridional.
La actual Administración filipina ha manifestado
su intención de revisar sus relaciones diplomáticas con el país norteamericano y confirmado que busca formar nuevas alianzas con China y Rusia.
Duterte, que anunció a principios del mes en curso el
fin de los planes de patrullaje y maniobras conjuntas con EE.UU. en aguas de Filipinas, ha puesto en duda la importancia de los tratados militares con la Casa Blanca.
Comentario: En la prensa internacional se intenta poner de relieve que Washington se distancia de Duterte debido a las violaciones de los DD.HH. en Filipinas y a los comentarios fuertes de Duterte contra Washington. Sin embargo, la realidad es que a Washington no le importaría ninguna violación de los DD.HH., si Duterte se mantuviera dentro de la línea establecida para Filipinas de acuerdo a los intereses estadounidenses de dominación global. Piensen en Arabia Saudí, por ejemplo. Un país que viene violando los DD.HH. desde hace mucho tiempo y EUA no solamente ignora sus atrocidades, sino que las apoya, otorgándoles armas con las que masacran a civiles en Yemen, como un ejemplo.
Estados Unidos se distancia de Duterte porque este presidente considera importante el dejar de ser vasallos de Washington y desarrollar su propia soberanía. Y también, por que el presidente filipino mira como amigos a Rusia y a China, algo que ciertamente está prohibido para un país que prácticamente fue hasta ahora una colonia de EUA.
Implantar la propaganda de que Duterte viola DD.HH. es esencial para preparar el terreno de una guerra híbrida en contra de Duterte. Andrew Korybko, de
The Duran escribe lo siguiente:
Este es precisamente el tipo de escenario que EE.UU. espera generar, pronosticando que le proporcionará al Pentágono una cómoda "justificación" "anti-terrorista" para apuntalar su "Pivote a Asia".
Al tratar de aprovechar lo más posible esta eventualidad, los medios de comunicación en Occidente ya están tejiendo una narrativa sugerente para el resto del mundo; dando a entender que cualquier alza futura del terrorismo podría ser atribuible a la lucha por parte de "demócratas desesperados" en contra de una "dictador irremediable". De esta manera, los terroristas salafistas serán pintados como "luchadores por la libertad contra Duterte; de la misma manera en que lo hicieron contra el presidente Assad en 2011.
La guerra de la información de la revolución de color ha fallado dentro de Filipinas. Sin embargo, la razón por la que todavía está siendo brutalmente peleada en los medios de comunicación global, es la de convencer al público internacional que la "despótica" guerra de Duterte en contra de las drogas está generando una resistencia armada "democrática"; lo que busca "legitimar" el uso del terror y engañar deliberadamente a la audiencia extranjera para que apoyen la guerra híbrida incipiente.
Comentario: En la prensa internacional se intenta poner de relieve que Washington se distancia de Duterte debido a las violaciones de los DD.HH. en Filipinas y a los comentarios fuertes de Duterte contra Washington. Sin embargo, la realidad es que a Washington no le importaría ninguna violación de los DD.HH., si Duterte se mantuviera dentro de la línea establecida para Filipinas de acuerdo a los intereses estadounidenses de dominación global. Piensen en Arabia Saudí, por ejemplo. Un país que viene violando los DD.HH. desde hace mucho tiempo y EUA no solamente ignora sus atrocidades, sino que las apoya, otorgándoles armas con las que masacran a civiles en Yemen, como un ejemplo.
Estados Unidos se distancia de Duterte porque este presidente considera importante el dejar de ser vasallos de Washington y desarrollar su propia soberanía. Y también, por que el presidente filipino mira como amigos a Rusia y a China, algo que ciertamente está prohibido para un país que prácticamente fue hasta ahora una colonia de EUA.
Implantar la propaganda de que Duterte viola DD.HH. es esencial para preparar el terreno de una guerra híbrida en contra de Duterte. Andrew Korybko, de The Duran escribe lo siguiente: