Enrique Peña Nieto insiste en normalizar la corrupción en nuestro país. En 2014 - posterior al escándalo de la Casa Blanca- afirmó que para combatir la corrupción se debe de reconocer que es un problema de nuestra cultura. Hace unas semanas, durante la inauguración de la Semana Nacional de la Transparencia Peña arremetió otra vez "Si hablamos de corrupción, no hay nadie que pueda aventar la primera piedra". Finalizó "Porque este tema que tanto lacera, la corrupción, lo está en todos los órdenes de la sociedad y en todos los ámbitos. No hay alguien que pueda atreverse a arrojar la primera piedra, todos somos parte de un modelo..."
peña  nieto duarte
La última de Peña Nieto sucedió hace tan solo unos días cuando afirmó "todos los partidos políticos en México han tenido militantes corruptos... Creo que el costo político está en todos los partidos (...) no hay ninguno que pueda afirmar que no ha tenido, lamentablemente para todos, personajes o actores militantes de sus partidos que estén señalados, que estén enfrentando a la justicia ".

Los señalamientos presidenciales apuntan a generalizar el problema en aras de que pese menos sobre sus hombros lo que la sociedad apunta como un grave problema. Es decir, para los mexicanos, la corrupción es el 2° problema más apremiante, por encima del desempleo y la pobreza. La anotación sería que no todos somos el Presidente y no todos tenemos la capacidad para cambiar el rumbo del país. La diferencia es que con él la corrupción se ha acentuado en vez de disminuído. No falta a la verdad al decir que la corrupción está en todos los partidos políticos y en todos los ámbitos. Es claro que toda la clase política participa en el atraco a la nación. Basta revisar las páginas de los diarios para hacer un recuento de los daños. Pero la defensa con el argumento "mal de muchos..." parece insostenible viniendo del Presidente de la República.

En otras palabras, Peña Nieto hace más fuerte un binomio lacerante "corrupción alimentada por la impunidad". Y no parece buscar resolver ninguno de los dos.

El día de ayer, Mexicanos Contra la Corrupción, presentó el estudio coordinado por la Dra. Maria Amparo Casar, "Anatomía de la Corrupción". El estudio no tiene desprecio. La segunda edición aporta nuevamente una radiografía de nuestro país. Aquí algunos datos que debería leer el Presidente antes de escudarse en un probelma generalizado:
  • México ocupa el lugar 95 de 168 en el Índice de Percepción de la Corrupción, según Transparencia Internacional (TI).
  • El Banco Mundial reprueba a México al darle una calificación de 26 (sobre 100) en sus índices de control de la corrupción y lo coloca en el lugar 153.
  • México es el país más corrupto de los miembros de la OCDE.
  • El índice World Justice Project coloca a México entre los 20 países donde los servidores públicos son más corruptos junto a Paquistán, Afganistán, Liberia y Venezuela.
  • México ocupa el lugar 125 de 138 países en desvío de recursos públicos y el 124 en confianza en los políticos (FEM 2016).
  • De acuerdo a encuestas nacionales, se reporta que según el 55% de los mexicanos la corrupción ha crecido en los últimos doce meses.
  • 4 de cada 10 mexicanos afirma que la corrupción ha crecido en los últimos 6 años.
  • La entidad federativa con mayor percepción de corrupción es la Ciudad de México donde el 95.1% de sus habitantes consideran que las prácticas de corrupción son muy frecuentes.
  • El estado con menor nivel de percepción es Querétaro con 73.3%, quince puntos porcentuales por debajo de la media nacional que es 88.8%.
  • El 64.7% de la población cree que en cinco años la corrupción será mayor en nuestro país.
  • En una escala del 1 al 5 las instituciones con mayor percepción de corrupción son: 4.6 partidos políticos, 4.6 policía, 4.5 servidores públicos, 4.3 Poder Judicial y Legislativo, 3.6 medios de comunicación y 3.2 ejército.
  • Esquema de corrupción más frecuentes en México por parte de empresas: 67% pagos indirectos de socios comerciales, 25% regalos de viajes, entretenimientos indebidos y 25% proveedores de facturas falsas.
Anatomía de la Corrupción señala que los avances en México en materia de transparencia y acceso a la información son innegables. El marco normativo ha tenido varias modificaciones que han hecho que se reconozca como uno de los más garantistas del mundo. Sin embargo, la paradoja de nuestro país es que no es posible encontrar una relación entre la calidad de las leyes de acceso a la información pública y la percepción de la corrupción. Es decir, lo que debería ser un sistema anticorrupción y buen gobierno, parece no tener relación aparente.

El problema no es cultural. Es sistémico e institucional. El Presidente no es el único culpable, es cierto, pero sí minimiza el poder que tiene como Jefe de Estado. Los dichos de Peña son aún más preocupantes con el contexto que describe Anatomía de la Corrupción. El motor de cambio en el apartado de gobierno y las instituciones es inexistente. Ningún actor serio - excepto la sociedad civil- podrá marcar un nuevo rumbo. Lo agonizante del momento es que tampoco se le ve el músculo a la sociedad civil para enfrentar el establishment.