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La ocupación israelí en territorio palestino llega a medio siglo sin que haya quien pueda obligar a Israel a cumplir la ley y a dejar de violar derechos humanos. Estados Unidos se mantiene como su principal protector.

En este 2017 se cumplirán 50 años de uno de los conflictos no resueltos más largos de la historia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU): el conflicto palestino-israelí, que se remonta a la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967.

António Guterres - quien asumió el cargo de secretario general de la ONU este 1 de enero - heredó una serie de conflictos políticos y militares, como la guerra en Siria, que lleva 6 años, los devastadores bombardeos en Yemen y los enfrentamientos mortales entre chiítas y sunitas en Iraq.

Pero también el caos político en Libia, la renovada violencia en República Centroafricana, las continuas atrocidades que ocurren en la provincia sudanesa de Darfur y en Sudán del Sur y el incremento de atentados terroristas.

Pero uno de los problemas más elusivos, que reclama a gritos una solución inasible tras medio siglo de negociaciones y de resoluciones no aplicadas del Consejo de Seguridad, será la concreción del reclamo de un territorio para los palestinos.
"Necesitamos redoblar la diplomacia para lograr la paz cuando vemos la multiplicación de nuevos conflictos, y los viejos que no parecen morir nunca", declaró Guterres el 12 de diciembre pasado.
El conflicto palestino-israelí no ha mostrado señales de extinguirse en sus 50 años de historia.

Mouin Rabbani, del Instituto de Estudios Palestinos y colaborador editorial del Middle East Report, dice a Inter Press Service (IPS): "Cuando la ONU conmemora 50 años de la ocupación de Israel, tenemos que reconocer que el foro mundial es, en muchos aspectos, una sombra de la organización que era en 1947, cuando la Asamblea General adoptó la recomendación para la partición de Palestina, o en 1967, cuando comenzó la ocupación de Cisjordania y de la Franja de Gaza".

Cualquier capacidad que hubiera podido tener para actuar de forma efectiva en lo que respecta a Palestina, ha sido total y deliberadamente frenada por Estados Unidos, en representación de Israel, acota.

De hecho, es irónico escuchar cómo la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Samantha Power, y otros diplomáticos estadunidenses se quejan desde hace años de cómo Rusia ha protegido al régimen sirio en el Consejo de Seguridad, observa Rabbani, investigador asociado del Consejo Europeo sobre Relaciones Extranjeras, y asesor de Al-Shabaka, Red de Política Palestina.
"¿Los palestinos estarán condenados a otro medio siglo de ocupación militar?", inquiere. "Si tuvieran que depender de la ONU para salvarse de Israel, la respuesta sería 'casi seguro', pero por suerte no es el caso", responde.
Además, Rabbani opina que de los últimos secretarios generales de la ONU, ninguno fue tan tímido ni más solícito con la política de Estados Unidos e Israel que el saliente Ban Ki-moon.
"Su mandato fue un desastres para los derechos de los palestinos. Punto final. Por lo que su sola partida y reemplazo son buenas noticias", opina.
Por su parte, Vijay Prashad, director de la cátedra George y Martha Kellner de Historia de Asia meridional y profesor de estudios internacionales en el Trinity College, con sede en el estado estadunidense de Connecticut, dice a IPS que parece que los asentamientos israelíes destruyeron el plan de partición y la solución de dos estados.

¿Qué queda por hacer? ¿Qué futuro le queda a los palestinos? Son preguntas que hay que plantear, observa Prashad, quien se ha dedicado al estudio de la política de Oriente Medio y es el autor del libro The Death of the Nation and the Future of the Arab Revolution (La muerte de la nación y el futuro de la revolución árabe).

Israel rechazará las dos soluciones, la de un Estado y la de dos; quiere aniquilar la cuestión palestina, apunta.

"Los palestinos tienen un juego defensivo. ¿Qué estrategia positiva es posible para Palestina? Y, ¿habilitará el nuevo secretario general ese debate? Eso espero", observa Prashad, uno de los editores de Land of Blue Helmets: the United Nations in the Arab World (Territorio de cascos azules: las Naciones Unidas y el mundo árabe).

Al ser consultado sobre el mensaje que llevará cuando se reúna con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, Guterres responde de forma evasiva.
"Para restablecer la confianza, lo primero que es importante es decir la verdad. A veces, se ignora la verdad en las relaciones políticas. Y cuando la gente dialoga, la verdad es que muchas veces hay diferentes percepciones de cada uno", declara.

"Creo que es con la verdad que tengo que relacionarme con todos los gobiernos del mundo y, por supuesto, con el próximo gobierno de Estados Unidos, demostrando una clara voluntad de cooperar en los enormes desafíos que afrontaremos juntos", añade.
Pronosticar la posición de Trump sobre la cuestión Palestina es difícil, observa Rabbani, principalmente porque es un recipiente vacío con múltiples, y fundamentalmente ninguna, opinión propia.
"Pero como suele pasar con los recipientes vacíos, tienden a llenarse con quienes tienen un acceso privilegiado. Y en este caso, las señales no son buenas", se lamenta.
En lo que respecta a Guterres, Rabbani opina que se encontrará con las mismas restricciones que cualquier otro secretario general, pero con la ventaja de que la ONU ya no está totalmente dominada por Estados Unidos como en décadas pasadas.

También podría pensarse que sus ambiciones exceden la de convertirse en mensajero de Washington, como su antecesor, apunta.
"Conozco poco sus opiniones personales sobre el conflicto palestino-israelí, pero dado que es un exprimer ministro socialdemócrata europeo, puede suponerse que su perspectiva será la de la mayoría europea y de la Unión Europea", especula.

"Pero se tratará menos de sus opiniones personales y más del entorno en el que funcione y en su disposición (o no) a usar su peso político", precisa.

"¿Querrá gastar capital político en Palestina, cuando puede optar o sentir que debe destinarlo a otros asuntos, como Siria? Es difícil de adivinar", acota.
Además, tampoco dependerá del todo de sus prioridades y preferencias, sino fundamentalmente de cuánta presión hagan los estados miembro y la opinión pública internacional.
"Considero su mandato como una oportunidad que espero realmente que los palestinos puedan utilizar. Pero una vez más, aconsejaría no gastarse en analizar sus preferencias y opiniones personales y más en el ambiente en el que trabaja", resume Rabbani, exanalista de Oriente Medio del Grupo Internacional de Crisis.
Por su parte, la directora ejecutiva de Oxfam Internacional, Winnie Byanyima, reflexiona: "El nuevo secretario general tendrá que hacer frente a un mundo con numerosos conflictos prolongados, reprobables infracciones a las leyes de la guerra y una enorme crisis global de personas desplazadas", detalló.

Además, de hacer frente a una crisis de desigualdad económica extrema que atrapa a la gente en la pobreza, socava el crecimiento económico y amenaza la estabilidad mundial, apunta.

En lo que respecta a la equidad de género, Byanyima comenta: "Esperamos que el nuevo secretario general sea un secretario general feminista, que coloque la igualdad de género y los derechos de las mujeres en el centro de la agenda internacional".
"Y para que la ONU siga siendo relevante, efectiva y rinda cuentas en un mundo tan diferente al de su fundación, en 1945, Guterres tendrá que encabezar reformas esenciales", opina.
Byanyima también felicita a Ban Ki-monn por su "digno" liderazgo.

Traducción por Verónica Firme