Lo sucedido ayer en Catalunya pasará a la Historia como un día negro para la democracia española. Tiene razón el Partido Popular (PP) cuando dice que todo lo que viene rodeando al referéndum del 1 de octubre y el propio plebiscito pone en riesgo la democracia. ¿Saben por qué? Sencillo, porque Rajoy, Rivera (en menor medida, Sánchez) y los suyos han apostado por una España sin Poder Ejecutivo y Legislativo... sólo el Judicial.
voto
© Desconocido

El presidente del Gobierno se ha borrado del mapa en todo este proceso de independencia. Las vías del diálogo no se han abierto jamás por parte de La Moncloa y su único discurso ha sido el de "o cumples la ley o atente a las consecuencias". No deja de ser paradójico, irónico incluso, que esa frase salga por boca del presidente del PP, acorralado por los casos de corrupción.

En segundo lugar, el poder Legislativo, representado por el Senado, también se ha esfumado. En un Estado de Derecho tan fuerte como dice Rajoy que tenemos, miembros del Ejecutivo deberían haber pasado por el Senado, aunque sólo fuera por estética democrática. Ni una sola explicación se ha dado en la Cámara Alta, algo que por ley será obligado si quieren aplicar el artículo 155 de la Constitución (que para muchos, ya se está aplicando de facto). Ese mismo artículo cuya aplicación socialistas como Susana Díaz ya defienden... Algo que no sorprende, porque para Díaz el socialismo es como tocar el violín, que se coge con la izquierda pero se toca con la derecha.

Finalmente, nos queda el poder Judicial, el único que ha actuado en esta deriva independentista por parte del Estado español... y hasta eso, se ha hecho mal. La oleada de registros y detenciones que se realizaron ayer vinieron por orden del juzgado de instrucción número 13 de Barcelona, algo que no parece tener sentido cuando el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), de rango superior, ya se ha hecho cargo de la investigación del referéndum.

Por parte del Govern se ha concebido ya 1 de octubre como un acto de desobediencia institucional. Se lleve a cabo o no, todo lo que se mueva alrededor del referéndum será eso, pura desobediencia institucional que para avanzar, como precisa Santiago Alba, deberá contar con la desobediencia civil. Lo plantean como un acto de fuerza y Rajoy ha caído en la trampa, porque lo que se está haciendo por parte del Gobierno de España es otro acto de fuerza mal concebido.

El PP, con el apoyo de Ciudadanos, está confundiendo la fortaleza de un Estado con la represión. Es innegable que lo vivido en España -no sólo en Catalunya- en las últimas semanas desprende un tufo de represión cada vez más inaguantable. La prohibición de actos públicos en los que únicamente se quiere hablar, debatir, compartir puntos de vista sobre el process catalán ha sido un gravísimo error. Para lo único que ha servido es para espolear a quienes veían desde lejos cómo sólo actuaba en este asunto una Justicia desprestigiada, cómo se ha violentado el derecho de reunión, el de libertad de expresión...
Rajoy ha perdido una ocasión de excepción para ganar la legitimidad que había perdido. La lacra de la corrupción que asola su partido, el modo en que el PP ha destruido pruebas, ha obstaculizado la labor de la Justicia, la manera en la que el presidente del Gobierno se ha reído de todos l@s español@s en sede parlamentaria y judicial... todo ello ha debilitado el Estado de Derecho, y no unos millones de ciudadan@s que reclaman otro modelo de Estado.
Inés Arrimadas, por su parte, habla de que al Govern sólo le queda tomar las calles. Olvida Arrimadas que las calles sólo las toma el ejército o la policía por la fuerza; lo que hace la ciudadanía, es reclamar lo suyo. Si el Govern tomara las calles, no sería por la fuerza, sino porque millones de personas libremente lo apoyan, porque las calles son de la ciudadanía, de quien emana la soberanía que, entre otr@s, ha colocado a Arrimadas donde está.

Así las cosas y, remitiéndome otra vez a Alba, a un acto de desbodiencia institucional debería seguirle uno de desobedicencia civil, participando masivamente en un referéndum pero votando NO, porque el mensaje que se trasladaría entonces sería de apoyo al derecho a decidir, dando una bofetada de realidad a es@s pseudodemócratas represiv@s y, al mismo tiempo, poniendo en su sitio a quienes han perdido el norte sobre el modo de disfrutar de ese derecho a decidir.

Es la hora de l@s valientes, para gobernar, para votar, para decidir, para hacer frente a la represión, en suma, para ser realmente democráticos.
David Bollero Colaborador de Público (excorresponsal oficioso en Londres), periodista vocacional en fase de desintoxicación informativa y pensador irreverente en continua hora extra. Víctima multitarea en rehabilitación. Otro mundo es mejor, pero para eso, entendamos antes éste.