La nación justifica sus radicales intervenciones extranjeras en un intento por "promover la democracia" y "frustrar las dictaduras malvadas".
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Aproximadamente tres cuartas partes de las dictaduras del mundo reciben actualmente ayuda militar de los Estados Unidos. Este es un récord extraño para una nación que a menudo justifica sus radicales intervenciones extranjeras en un intento por "promover la democracia" y "frustrar las dictaduras malvadas".

Durante la Guerra Fría se hizo famosa la frase de Franklin D. Roosevelt: "puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta" sobre el dictador nicaragüense, Anastasio Somoza. Ahora, el análisis de la coyuntura internacional muestra que Estados Unidos ayuda militarmente a los dictadores de todo el mundo, pero utilizan un lenguaje más hipócrita llamándolo "promover la democracia".

El año pasado, Foreign Policy publicó un artículo titulado "¿Por qué Estados Unidos es tan malo para promover la democracia en otros países?". Allí, el profesor de Harvard Stephen M. Walt señaló que la mayoría de los esfuerzos de promoción de la democracia de Estados Unidos en el exterior terminan en fracaso, y casi una cuarta parte de las democracias del mundo se han degradado en los últimos 30 años.

Aunque Walt señala como causa del fracaso de la "promoción" a la confusa historia estadounidense de intervenciones militares, un nuevo análisis sugiere que la razón de esta preocupante tendencia no es que la democracia no fue promovida de la manera "correcta", pues la democracia nunca fue pensada para ser impuesta por un tercero.