A principios de mes los científicos advirtieron de una leve tormenta magnética prevista para finales de junio. El fenómeno apenas afectará al funcionamiento de los equipos espaciales y terrestres, así que por el momento no hay nada que temer. No obstante, históricamente no todos los fenómenos de este tipo han sido tan 'dóciles'.
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Tampoco son eventos astrofísicos que se remonten al origen de los tiempos, hace millones de años. De hecho, en 1859 se produjo una 'supertormenta' en un momento en el que la humanidad estaba lo suficientemente desarrollada como para poder notar las consecuencias de la ira estelar -aunque no hubo que lamentar grandes pérdidas-.

Entre el 28 de agosto y 2 de septiembre de 1859 la Tierra vivió la tormenta magnética más fuerte jamás detectada.

Según recopila el diario ruso Popmech, el evento Carrington, llamado así en honor del científico inglés que lo describió, causó auroras boreales intensas incluso en regiones en las que estos fenómenos son tan inusuales como el Caribe.

La fuerza magnética afectó gravemente al funcionamiento del telégrafo, en aquel entonces poco desarrollado, además de causar fallos e incendios en toda la incipiente maquinaria eléctrica.

Se estima que de ocurrir un evento de potencia similar hoy en día, la mayor parte de la humanidad podría verse sumida en el caos.

Popmech destaca que los satélites de comunicaciones serían 'apagados', lo que conllevaría la pérdida de la comunicación celular y los sistemas de navegación. La red mundial de internet también se vería severamente dañada.

Los tripulantes de la Estación Espacial Internacional perderían el contacto con la Tierra, y si alguno de ellos se encontrara en aquel momento en el espacio exterior, la ola de partículas expulsada por el Sol sería capaz de matarle.

En cuanto a las pérdidas económicas, únicamente restablecer la red global de satélites le costaría a la humanidad entre 30.000 y 70.000 millones de dólares. Los daños totales alcanzarían los 2 billones de dólares, y la restauración de las infraestructuras se prolongaría durante muchos años.

En 2016, el tema de las llamaradas solares y tormentas magnéticas atrajo durante varias semanas el interés de los medios. La Casa Blanca había publicado un comunicado que buscaba concretizar a la población del país norteamericano sobre estos fenómenos y llamaba a estar preparados ante una posible tormenta solar potente.

No obstante, se estima que eventos tan potentes como el de Carrington suelen pasar una vez cada 500 años. Las tormentas fuertes, en cambio, podrían producirse cada 150 años -y en este caso 'la hora' está cerca- y las de menor potencia ocurren regularmente, aunque provocan pequeños daños