Artículo originalmente publicado en The Guardian el día 9 de julio de 2018. Traducido por Sergi Cutillas

La semana anterior Alexis Tsipras, el primer ministro que traicionó al valiente No del pueblo griego, visitó Londres para presentar su capitulación ante la troika de la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo como un logro.
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Imagínese cómo vieron los británicos a un primer ministro elegido para terminar con la privatización, y que en su lugar privatizó casi todas las propiedades públicas; quien fue elegido para servir a la paz, y que en cambio facilitó la acción militar contra objetivos en Siria y acordó vender armas a países acusados de cometer crímenes internacionales; quien fue elegido para proteger los hogares de las personas, y que en cambio se mantuvo al margen mientras los bancos se apropiaban de ellos, dejando a las personas sin hogar; quién fue elegido para servir a la democracia y la independencia de su país, y quién en cambio lo entregó a la UE, el FMI y el CCE.

Esto es lo que Tsipras le hizo al pueblo griego.

Fui miembro de Syriza y presidente del parlamento griego durante los siete meses del primer gobierno de Syriza. Cuando Tsipras firmó el tercer memorando tóxico en 2015, luché mucho para proteger nuestros procedimientos parlamentarios que él y la troika violaron. A pesar de la presión continua, me negué a doblegar nuestras reglas democráticas y aceptar más deudas ilegales para nuestro pueblo. Junto con docenas de otros parlamentarios de Syriza, voté en contra del monstruoso acuerdo.

Tsipras luego disolvió el parlamento prematuramente para deshacerse de mí y de los diputados disidentes.

Tres años después, su capitulación ante la troika ha demostrado ser el desastre que muchos de nosotros predijimos. Las vidas de las personas se han vuelto insoportables. El desempleo juvenil se ha convertido en la norma y se estima que el 8% de la población se ha ido en busca de trabajo. El salario mínimo no paga las facturas, y cientos de miles de familias se quedan sin electricidad durante largos períodos de tiempo.

Esta tragedia comenzó en 2010, pero el llamado gobierno de izquierda de Tsipras ha hecho todo lo posible para demostrar que puede implementar la austeridad mejor que sus predecesores. Incluso se jacta de exceder los objetivos crueles de la troika en recortes e impuestos.

Durante las elecciones anticipadas de 2015, Tsipras afirmó haber firmado el tercer memorando porque la troika le prometió discusiones sobre el alivio de la deuda. El Eurogrupo acaba de acordar el pasado 21 de junio una extensión de 10 años del calendario de amortización de la deuda de Grecia. Esto significa que más niños y jóvenes se endeudarán en contra de su voluntad. Cada niño recién nacido en Grecia comienza a vivir con una deuda de 40.000 euros - y cada vez nacen menos bebés desde la imposición de medidas de austeridad.

Tsipras celebró la extensión del calendario de pago de la deuda con un discurso que se refiere al 21 de junio como «un día histórico». Dudo que alguien lo recuerde el próximo año. La deuda de Grecia, la fuente de nuestros problemas, se considerada «ilegítima, ilegal, odiosa e insostenible» por el comité de auditoría de deuda parlamentaria que convoqué como presidente del parlamento en 2015. Tsipras nunca usó los informes oficiales del comité. Bajo su gobierno, la deuda de Grecia aumentó y se prevé que alcance niveles explosivos.

El Eurogrupo impuso a Grecia objetivos de superávit presupuestario de 2.2% del PIB o más hasta el 2060. Tsipras afirma que Grecia tendrá una «salida limpia» del memorando de entendimiento este agosto: ya ha legislado nueva austeridad de la troika hasta 2022, aceptó la vigilancia de la economía hasta 2060 y entregó el control de la propiedad pública hasta 2114.

Tsipras había jurado destruir a los oligarcas de los medios de comunicación. Hoy, los viejos oligarcas todavía controlan los medios de Grecia, mientras que una nueva generación, los «oligarcas de la era Tsipras», se han establecido.

Su política exterior se encontró con el mismo destino. En octubre pasado, en representación de un Estado en bancarrota, gastó 2.400 millones de euros para comprar cazabombarderos F-16 a los EEUU. Luego elogió a Donald Trump por continuar la «tradición de democracia y libertad» que nació en Grecia. Como caniche de Washington, Tsipras estableció estrechas relaciones con el Israel de Benjamin Netanyahu, acordó vender armas a Arabia Saudita, un régimen que ha sido acusado de bombardear niños en Yemen, y levantó el veto de Grecia a la expansión de la OTAN en los Balcanes. También firmó acuerdos sobre refugiados, violando sin rodeos el derecho internacional humanitario.

Desde 2015 ha implementado un programa descarado de privatización, vendiendo por poco dinero nuestros puertos, aeropuertos, costas marítimas, ferrocarriles, compañías de electricidad, agua y gas, sitios arqueológicos y culturales, teatros, juzgados, minas de oro y otras empresas rentables. Ninguno de sus predecesores neoliberales se atrevió a ir tan lejos.


En 2017, su gobierno lanzó la subasta electrónica de viviendas de familias que no pueden pagar sus deudas a los bancos, utilizando métodos anticonstitucionales y violencia policial. Como abogado, fui testigo de que la policía usó gases lacrimógenos dentro de un juzgado. Para complacer a la troika, incluso criminalizó las protestas contra la subasta de viviendas.


Como líder del partido Rumbo a la Libertad, hice un llamamiento al pueblo griego para que se resistiera a la troika y su cliente, el gobierno de Syriza. Solicitamos el apoyo de todos los progresistas, incluidos nuestros amigos del Partido Laborista británico.

Syriza no es el partido de izquierda que dice ser. Se ha convertido en un zombi político, aplastando cada valor progresista mientras camina hacia su muerte electoral. Su eliminación del poder es el primer paso hacia la restauración de la democracia en Grecia