Cosas extrañas pasan en el Viejo Mundo: Europa. Hace apenas cinco años nadie hubiera imaginado que en la 55 Conferencia de Seguridad de Múnich, a la que asistieron los más destacados representantes del sistema neoliberal mundial, la ponente más aplaudida sería la hija del presidente de EEUU, Ivanka Trump.

No olés a la vieja Europa. Olés a la doble humanidad, la que asesina y la que es asesinada

(Juan Gelman, 1930-2014)

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En círculos de las élites internacionales conocen a Ivanka como "una buena compañera de cena, interesante e interesada... quien siempre está en el centro de todo lo que sucede en la Casa Blanca". Esto muestra que mientras más sumisa a los dictados de EEUU se vuelve Europa, menos importante es para Washington, que solo le falta enviar a su portero a una de estas conferencias.

Por supuesto, los medios de comunicación europeos 'no se dan cuenta' de esta triste realidad y se centran en las palabras del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quien cuestionó la política de aranceles comerciales de EEUU aplicada a Europa y sus presiones relacionadas con la política exterior de la UE.

El comisionado inclusive hizo la pregunta de si EEUU era realmente aliado de la Unión Europea. Pero de allí no pasó nada porque desde hace tiempo la UE está dominada por Washington. Su obediencia en imponer sanciones a Rusia superó incluso las expectativas de Washington.

Desde 2014, 62 países están aplicando sanciones a Rusia en solidaridad con Estados Unidos o bajo su presión. En 2018 fueron impuestas 159 medidas de restricción contra Moscú, que hicieron un daño a la economía rusa evaluado en 6.800 millones de dólares. La Unión Europea fue campeona en castigar a Rusia con 25 sanciones (2.400 millones de dólares), mientras que EEUU aplicó nueve sanciones (1.100 millones de dólares).

Las medidas restrictivas afectaron especialmente a la industria metalmecánica, la química y a la agroindustria. Sin embargo, de acuerdo al estudio de una de las más importantes firmas de servicios profesionales en el mundo, Ernst & Young (EY), Rusia fue en 2018 uno de los cinco países más atractivos para la inversión en Europa.

El índice de la bolsa de valores de Rusia (MOEX) alcanzó un 6,4% y la agencia de calificación de riesgo Moody's elevó la calificación crediticia del país de Ba1 a Baa3. La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, señaló a Rusia como un país con una economía estable.

La situación en Europa y en Estados Unidos es completamente diferente, según el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, quien advirtió sobre la inevitable recesión mundial a finales de 2019 o comienzos de 2020, que afectaría especialmente a la Unión Europea y a EEUU. Actualmente, España e Italia ya están en recesión. La producción industrial en Alemania cayó un 3,9% en diciembre de 2018 en comparación con el mismo mes del año anterior.

En EEUU, una de las más grandes corporaciones de calzado por descuento, Payless ShoeSource, está cerrando 2.100 tiendas. La directora del FMI anunció recientemente que "las nubes que se ciernen sobre la economía global son cada día más oscuras".

Pero ni Estados Unidos ni su títere, la Unión Europea, quieren ver la realidad y están envueltos en la retórica de la necesidad de mantener el actual orden internacional, basado en reglas que Occidente ha establecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Apenas se clausuró sin pena ni gloria la Conferencia de Seguridad de Múnich, el poderoso 'think tank' norteamericano Atlantic Council (Consejo Atlántico), apoyado por la OTAN y la Unión Europea, lanzó una "declaración de seis principios" que el resto de los países debían seguir.

Ya en 2007, el presidente ruso, Vladimir Putin, denunció en la Conferencia de Seguridad de Múnich a EEUU por "sobrepasar sus fronteras nacionales en todos los sentidos imponiendo políticas económicas, culturales y educativas en otras naciones, manteniéndose al mismo tiempo exento de cualquier regla y limitación".

Resulta que en estos 12 años nada ha cambiado en la percepción de la realidad por parte de los líderes de Occidente. Los países que se atrevían a desobedecer las 'reglas' impuestas por Washington y su satélite, Bruselas, como Corea del Norte, Irán, Rusia y China fueron catalogados inmediatamente como 'Estados deshonestos' (rogue states) o como 'Estados con sociedades no libres' en el caso de Venezuela. Estar incluido en esta lista implica la imposición de sanciones, bloqueos, 'revoluciones de colores' y 'guerras híbridas'.

La política impuesta por EEUU a Europa es dañina tanto para la economía europea como para la seguridad nacional del continente. La canciller de Alemania, Angela Merkel, lo reconoce pero sigue obedeciendo a los dictados de EEUU imponiendo intereses de la OTAN por encima de los intereses nacionales de Alemania.

El periodista alemán Udo Ulfkotte reveló en su libro 'Journalists for Hire: How the CIA Buys the News' la existencia del control completo de la CIA sobre los medios de comunicación alemanes. El exjefe del Servicio de Contrainteligencia Militar (Militarischer Abschirmdienst), Gerd-Helmut Komossa, dio a conocer a través de su libro 'Die Deutsche Karte' la existencia del secreto Acta de Cancilleres firmado por EEUU y la república Federal Alemana el 21 de mayo de 1949.

Este documento que tiene que firmar cada canciller limita la soberanía del país estableciendo que los medios de comunicación nacionales tienen que estar bajo el control del departamento de Estado norteamericano, la política exterior nacional tiene que ser supervisada por Washington y que las reservas de oro de Alemania estarán bajo arresto supuestamente hasta el 2099.

Ahora Donald Trump ha complicado la situación de la seguridad europea al ordenar el retiro unilateral de EEUU del Tratado de Eliminación de Misiles de Corto y Medio Alcance (INF). Aquel acuerdo, considerado como uno de los más importantes de control de armamento, fue firmado el 8 de diciembre de 1987 por Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov. El INF prohibía el emplazamiento de misiles nucleares de alcance intermedio en Europa y la URSS. El abandono de este tratado implica el retorno a la era de la inestabilidad y el inicio de una nueva carrera nuclear. Los estadounidenses enseguida acusaron a Rusia de ser la causante de esta decisión de Trump, señalando que el misil ruso 9M729 era demasiado superior a los proyectiles norteamericanos de este tipo y exigieron su destrucción y el acceso de EEUU a su tecnología.

Sus títeres europeos, como Merkel, enseguida se solidarizaron con Washington sin darse cuenta del deseo norteamericano de inundar no solo Europa, sino los países que limitan con China, con armas nucleares de corto y medio alcance, cuyo desarrollo ordenó hace cinco años Barack Obama. Lo nuevo en los planes de EEUU consiste en mantener los Centros de Mando de estos misiles en suelo estadounidense. Europa tendría que pagar por estas instalaciones, como lo hizo Corea del Sur, que entregó a Washington 2.000 millones de dólares en 2018 por los sistemas antimisiles norteamericanos y pagó también 985 millones de dólares por mantener en su territorio 28.500 tropas de dicho país.

EEUU desplegó en Polonia y Rumanía en 2009 el sistema Aegis de defensa antibalística para proteger Europa de un posible ataque de misiles balísticos lanzados desde Irán, aunque la opinión pública se dio cuenta en seguida que no se trataba de Irán, sino de Rusia.

La respuesta del Gobierno ruso respecto a la salida de EEUU del INF no se hizo esperar mucho. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ordenó casi en seguida el retiro de su país del tratado e instó a los militares a iniciar el desarrollo de misiles terrestres que puedan lanzar ojivas nucleares en el rango prohibido por el INF, incluyendo una versión hipersónica.
El gobernante ruso advirtió que "entre la clase dominante hay muchos líderes cuyo pensamiento está dominado por la idea de la excepcionalidad natural y la superioridad sobre el resto del mundo. Es su derecho pensar de esta manera, pero supongo que saben calcular. ¿No es cierto? Entonces tienen que calcular el alcance y velocidad de nuestro sistema de armas".
En su advertencia, el mandatario ruso se refirió al misil hipersónico ruso Tsirkon que, lanzado desde submarinos, podría alcanzar cualquier Centro de Mando de EEUU en cinco minutos. Este proyectil tiene una velocidad de 11.000 km/h y su alcance es de 1.000 kilómetros. Pasarán años hasta que EEUU desarrolle un sistema contra este misil hipersónico ruso. También el Ministerio de Defensa de Rusia anunció las pruebas de otro misil hipersónico, el Avangard, la incorporación del proyectil de crucero Burevestnik y del dron submarino nuclear Poseidon.

Los estadounidenses y sus satélites europeos saben que la 'tolerancia estratégica' rusa tiene límites, tal y como anunció Putin: "Si EEUU decide desplegar misiles nucleares en Europa, Rusia dará respuestas recíprocas y asimétricas y apuntará no solo al país anfitrión, sino al centro de toma de decisiones".

Como dice un versículo de la Biblia, "cada uno cosecha lo que siembra".