El servicio secreto español sancionó y expulsó a varios agentes que pretendían sacar a la luz pruebas relevantes sobre la implicación de Francia y Marruecos en los atentados del 11-M.
José Manuel Villarejo e imagen de archivo del atentado del 11 de marzo de 2004.
José Manuel Villarejo e imagen de archivo del atentado del 11 de marzo de 2004.
Así lo asegura al menos el excomisario José Manuel Villarejo, que en un escrito dirigido a la Audiencia Nacional mantiene que esos funcionarios pensaban poner los datos en conocimiento, entre otros, del director de El Mundo, Pedro J. Ramírez. Antes de eso, el CNI los detectó y según esta versión tuvo para ellos distintas suertes: algunos fueron sancionados, otros trasladados de destino como castigo y los terceros fueron presuntamente expulsados del servicio.

Según el reciente escrito presentado por el excomisario al juez Manuel García-Castellón, que instruye la única pieza abierta sobre los atentados de Madrid, "a la vista de la oposición del gobierno de Zapatero a investigar realmente el atentado en toda su intensidad, además del intercambio de información con algunos de los máximos responsables del CNI, algunos de ellos optaron por facilitar algunas pistas a destacados periodistas para que la opinión pública tomara conciencia de esta clara obstrucción a conocerse la verdad".

"En este sentido- prosigue el escrito del comisario- se contactó con Ignacio Cembrero, Jesús Cacho, Pedro José Ramírez, Antonio Rubio y Manuel Cerdán, entre otros, aunque todo se interrumpió de manerea bruca cuando dichos responsables del CNI fueron represaliados y apartados de sus puestos y/o sometidos a expedientes disciplinarios".

Villarejo, apodado El Espía

El exagente encubierto, en prisión preventiva desde hace 16 meses acusado de liderar una red parapolicial que usaba su puesto en las instituciones para enriquecerse de forma ilegal, mantiene que pese a las reticencias del Gobierno en investigar públicamente la conexión de Marruecos con los atentados. "Por mi parte intenté continuar con las gestiones ya que ante mis superiores no disimulaba, no en vano, desde que retorné a la Policía en 1993 todos se referían a mi como El Espía, aunque la falta de receptibilidad de mis informaciones me hizo apartarme momentáneamente de ello".

El exagente mantiene que fue en 2007 cuando de una forma extraoficial volvió a seguir la pista de los atentados del 11-M, "a raíz de organizar un viaje a Arabia Saudí con resultados muy significativos". Villarejo mantiene incluso en su escrito que el informe de la Brigada de Resolución de Casos (BARC) que versaba sobre el 11-M se elaboró "tal vez por mi insistencia" al director adjunto operativo Eugenio Pino.

"Lamentablemente el encargo se hizo a un equipo de escasa experiencia policial en tareas similares y posiblemente poca o nula motivación, produciendo un pésimo informe con una única pretensión de justificar el excesivo tiempo empleado para su elaboración y sin ninguna conclusión significativa", argumenta el excomisario sobre el informe elaborado por sus compañeros diez años después de los atentados y con la causa judicial ya cerrada.