El riesgo de suicidio en los pacientes con bipolaridad es tres veces superior que en aquellos que padecen de depresiones constantes, afirman los expertos. Además, el trastorno resulta un verdadero obstáculo para la integración en la sociedad.
En 2009, un psiquiatra le comunicó a Maribel que padecía trastorno bipolar. Era la primera vez que se lo confirmaban, pero ella ya lo sabía desde hacía tiempo. De hecho, asegura que tenía síntomas desde hacía casi 20 años.
"Conducir muy rápido, saltarse semáforos, tener el pensamiento un poco más acelerado, hablar demasiado, que es lo que se denomina verborrea, hablar mucho por teléfono, y comprar muchas cosas, en muchos casos innecesarias", así describe la mujer los efectos que le provoca la enfermedad. Maribel experimentaba estados de euforia y de tristeza que surgían sin motivo aparente. Algunas veces se levantaba con todo el ánimo del mundo y otras con ganas de no salir de casa.
Maribel: "El familiar no entiende que el enfermo no es capaz de hacer nada"
En el trastorno bipolar existen dos fases. Cuando predomina la tristeza se habla de fase depresiva y cuando prima la exaltación es la de manía. Y es en esta última etapa cuando el trastorno se puede diagnosticar, porque en la otra fase se confunde con depresión. "El familiar no entiende que el enfermo no sea capaz de hacer nada", confiesa Maribel, que cree el problema "no es que el familiar no lo quiera, que es lo que se interpreta generalmente en su entorno, sino que simplemente no puede".
A menudo, los cambios de comportamiento en los individuos bipolares los llevan a perder grandes cantidades de dinero, su trabajo e incluso sus amigos más cercanos. Efectivamente, son las personas más allegadas las que más dificultades encuentran para asimilar el trastorno de su ser querido.
El psicóloga Usue Espinós explica que a los que rodean a la persona que padece trastorno bipolar "les resulta complicado entender qué le está pasando y por qué de repente puede cambiar completamente la conducta. Se vuelve irritable, está llorando por las esquinas, está deprimido, no quiere salir de su cuarto, o hace cosas raras como gastar mucho dinero".
La persona bipolar puede llevar una vida completamente normal
La bipolaridad suele aparecer en la adolescencia o al principio de la edad adulta. Se trata de un trastorno crónico que puede ser hereditario y que posee una tasa de suicidio elevada. Cuando a Maribel le diagnosticaron su trastorno se culpó a ella misma por no poder controlar sus emociones y se sintió como si solo ella tuviera esta enfermedad.
Sin embargo, el trastorno bipolar no es culpa de la persona que lo padece, ni tampoco el resultado de una personalidad débil o inestable. Es una enfermedad que tiene un componente genético y para la cual existen medicamentos específicos y efectivos. Con ellos, la persona bipolar puede llevar una vida completamente normal.
Según datos de la Asociación Bipolar de Madrid, se calcula que en España esta enfermedad afecta a dos de cada cien personas. Esta organización en concreto lleva quince años psicoeducando a personas de todas las edades que padecen este trastorno.
"La terapia se realiza en grupo, donde se pueden relacionar personas con la misma enfermedad, comunicar experiencias, aprender experiencias de otras personas que han pasado por etapas que otros están pasando, y todas ellas guiadas por psicólogos clínicos", cuenta Diego Oliver Rueda, coordinador de la Asociación Bipolar Madrid.
Entre los personajes históricos que padecían de trastorno bipolar estaban Bethoveen, Dickens, Van Gogh o Newton. Eran sensibles, emocionales y todo les afectaba en exceso. Sin embargo, al mismo tiempo sus hazañas geniales demuestran que este diagnóstico no es un estigma. Pero solo si encuentran comprensión y apoyo en la sociedad, los afectados podrán vivir una vida plena.
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