Un alto funcionario ruso advierte que Occidente pagará un alto precio por imponer sanciones en medio de una pandemia global.
El viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov.
El viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov.
"No reconocemos las sanciones de Estados Unidos y en gran medida no les prestamos atención", ha indicado este lunes el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, una conferencia en línea para estudiantes del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú.

Según el diplomático ruso, los políticos occidentales deberían reflexionar sobre si vale la pena empeorar la situación empresarial en sus países y privar a las personas de empleos en medio de la crisis económica, que obviamente es inevitable.

Riabkov, señala que, aunque EE.UU. está en el epicentro de la pandemia, algunos políticos todavía están centrados en la política antirrusa. "Incluso en tales condiciones, están pensando cómo acusar a Rusia e inventar nuevas sanciones contra nosotros en lugar de como ayudar a sus propios conciudadanos". Nosotros, agregó el viceministro, "nunca pediremos el levantamiento de las sanciones contra Rusia".

En otra parte de sus declaraciones subrayó que la pandemia había provocado una escalada grave de tensiones en las relaciones entre Estados Unidos y China, en las cuales el gigante asiático nunca perdió la oportunidad de tomar represalias y demostrar un nuevo nivel de dureza en su retórica. Los enfrentamientos entre ambas naciones tienen lugar en varias plataformas internacionales, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS).

También, señaló que los planes para utilizar la situación del coronavirus para socavar las posiciones de Rusia y China en la escena internacional eran inútiles.

"Si Estados Unidos realmente espera aprovechar la pandemia para dañar las posiciones de China y Rusia en el mundo, espero que sus cálculos sean erróneos", puntualizó el diplomático ruso.

Washington ha reforzado en las últimas semanas sus críticas contra Pekín, insistiendo sin pruebas que un laboratorio de la ciudad china de Wuhan fue el lugar donde se creó el nuevo coronavirus y que China no dio la información completa sobre el brote a tiempo. Esto mientras que el gigante asiático rechaza estas declaraciones sin fundamento e indica que el origen de la COVID-19 se halla en realidad en EE.UU., desde donde el Ejército del país norteamericano podría haberlo llevado a Wuhan.