El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de China, Xi Jinping, endurecieron este martes su enfrentamiento retórico en la primera jornada de una Asamblea General de la ONU dominada por la pandemia del coronavirus y la creciente tensión entre las dos grandes potencias económicas del mundo.

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Debido a que los líderes internacionales intervinieron a través de videos pregrabados, a la fecha inaugural de esta Asamblea General le faltó el dramatismo de los discursos en vivo y del cara a cara, pero no escasearon los cruces de acusaciones entre potencias.

Trump, en un escueto mensaje de apenas siete minutos, eludió las medias tintas en sus menciones al régimen de Pekín, al que responsabilizó de la aparición del virus y por permitir que se extendiese por todo el planeta.

"Las Naciones Unidas deben hacer que China rinda cuentas por sus actos", dijo el mandatario estadounidense, que insistió en refererirse a Sars-CoV-2 como "el virus de China".

Xi, consciente de por dónde iba a ir el mensaje de Trump, usó el suyo para dejar en claro que el coronavirus es un problema planetario y que ahora lo fundamental es la cooperación para salir adelante.

"Cualquier intento de politización o estigmatización con este asunto debe rechazarse", recalcó el líder chino, que tendió la mano al mundo -sobre todo a los países vulnerables- para trabajar juntos.

Aunque la pandemia la ha disparado, la tensión entre el gobierno de Trump y el chino viene de lejos y se hace notar en muchos frentes, incluidos el geopolítico, el económico y el medioambiental.

Ayer Trump no sólo usó al gigante asiático como contraste para ensalzar su propia gestión de la pandemia, sino también para argumentar que su política medioambiental no es tan mala, pese a haber iniciado la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París.

"Quienes atacan el excepcional historial medioambiental de Estados Unidos mientras ignoran la contaminación rampante de China, no están interesados en el medioambiente", afirmó.

Trump también reivindicó el poderío económico y militar estadounidense y su "destino como pacificador" del mundo, haciendo valer sus recientes mediaciones en Medio Oriente o Afganistán, pero siempre desde una posición "de fuerza" (ver aparte).

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Mano Tendida­

Del otro lado, Xi recalcó que su país no va a mantener ningún tipo de guerra, "ni fría ni caliente", y nunca buscará la "hegemonía", sino la cooperación y el multilateralismo.

Aprovechando la aversión de Trump por los organismos internacionales, Pekín reforzó en los últimos años la apuesta por su presencia internacional y, según muchos analistas, está ganando influencia en la ONU y en otros foros.

En otro pasaje, Trump pronunció otra frase claramente diseñada a medida de los votantes de origen cubano y venezolano en Florida, que pueden ser decisivos para ayudarle a retener, en las elecciones del 3 de noviembre, ese estado clave que ganó por un estrecho margen en 2016.

"Estamos defendiendo al pueblo de Cuba, Nicaragua y Venezuela en su justificada lucha por la libertad", subrayó el mandatario republicano, en una breve mención a su política de mano dura hacia esos tres países.

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Mirada Politica­

El discurso de Trump, que con apenas siete minutos fue el más corto que ha dado ante la Asamblea General, también aludió a temas que motivan a sus votantes en la derecha cristiana, como la defensa de la "libertad religiosa" y la "protección de los niños no nacidos", es decir, su rechazo al aborto.

Esta fractura entre las dos superpotencias que volvió a ponerse de manifiesto ayer se encamina, a juicio del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en "una dirección muy peligrosa" y plantea el riesgo de "una nueva Guerra Fría", con dos grandes esferas lideradas respectivamente por Washington y Pekín y con sus propias normas de comercio y financieras, su Internet y sus capacidades de inteligencia artificial.

"Una brecha tecnológica y económica plantea el riesgo de convertirse inevitablemente en una brecha geoestratégica y militar. Debemos evitar esto a toda costa", subrayó el jefe de Naciones Unidas.

El discurso de Trump fue el segundo de la jornada, detrás del mandatario brasileño Jail Bolsonaro (ver aparte).

Luego de Trump fue el turno del turco Recep Tayyip Erdogan, Xi Jinping, y el ruso Vladimir Putin. También tuvieron sus intervenciones el mandatario iraní Hasan Rohani, y del francés Emmanuel Macron.

Por primera vez en los 75 años de historia de la ONU, los líderes mundiales no se ven las caras en directo, en la sede de la organización en Nueva York, el llamado Palacio de Cristal. Debido a la extensión de la pandemia se decidió pedir a los dignatarios una sucesión de discursos anteriormente grabados de una duración máxima de 15 minutos.