Traducido por el equipo de SOTT.net en español

Ahora que las vacunas COVID-19 están aquí, es hora de celebrar el comienzo del fin de esta plaga, ¿verdad? No tan rápido. Los medios de comunicación y los expertos parecen decididos a hacer permanente el modo de vida anormal de la pandemia.

Jacob Javits Center
© Don PollardEl Centro Jacob Javits está siendo usado como un centro de vacunación.
En diciembre, un artículo del New York Times, "Por esto la gente vacunada todavía necesita usar mascarilla", dio inicio al pesimismo permanente. Las personas vacunadas todavía necesitarán usar mascarillas, porque aquellos con altas cargas virales podrían ser "aún peores propagadores", el periódico citó a la Dra. Yvonne Maldonado de la Academia Americana de Pediatría.
"¡Aún peores propagadores!"
Eso es horrible. También es horriblemente engañoso. Lo sé porque he leído el resto del artículo.

El temor surge de los estudios en monos, que encontraron que algunos monos vacunados no se enfermaron pero aún así llevaban el nuevo coronavirus en sus narices.

Pero espera, el virólogo de Weill Cornell, John Moore, le dijo al Times que:
"Esos monos fueron expuestos intencionalmente a cantidades masivas de virus y aún así tenían menos virus que los animales no vacunados".
Ah. Bueno, entonces igual mejor no te expongas intencionadamente a "cantidades masivas" del virus.

Un continuo bombardeo de opiniones sigue repitiendo que la vacunación cambiará poco o nada. La nueva línea es que llevaremos mascarilla indefinidamente, y deberíamos llevar mascarillas más serias y ciertamente más de una.

Elissa Schechter-Perkins, médico de la Universidad de Boston, le dijo a Chalkbeat:
"Las mascarillas van a estar con nosotros por un tiempo realmente largo. Especialmente porque sabemos que los niños no van a ser vacunados de inmediato, y las mascarillas son una medida de protección muy fuerte."
No, los niños no serán vacunados de inmediato. Eso es en parte porque los niños rara vez contraen el COVID-19, muy raramente tienen casos severos y no son grandes propagadores. En gran parte de Europa, los niños menores de 12 años no usan mascarilla. Forzar a los niños de 2 años a usarlas indefinidamente es una locura estadounidense.

Mientras tanto, Gavin Yamey, profesor de salud global y política pública en Duke, insta a la gente a usar mascarillas de alta filtración N95 debajo de las máscaras de tela.

¿Quién decidió que deberíamos aspirar a una sociedad libre de riesgos? Si dos mascarillas son mejor que una, ¿por qué no tres, cuatro o cinco? ¿Por qué no ocho? Por eso, ¿por qué no reducimos los límites de velocidad en todas partes a 15 kilómetros por hora indefinidamente, un movimiento que reduciría drásticamente los accidentes de coche?

Algunos expertos parecen estar casi espiritualmente comprometidos con la prevención de la vuelta a la normalidad. También lo hace la administración entrante de Biden.

El presidente electo Joe Biden nominó a Andy Slavitt como asesor principal de su equipo de respuesta al COVID. Slavitt, quien se desempeñó como administrador de los Centros de Servicios de Salud y ayuda médica durante los dos últimos años de la administración Obama, es conocido en Twitter por sus extensos hilos que invariablemente presionan hacia confinamientos y cierres más largos y duros.


Hace tan solo unas semanas, Slavitt estaba instando a una menor interacción para los niños:
"Deberíamos tener más cuidado con los niños. Deberían circular menos o se convertirán en vectores. Como los mosquitos portadores de una enfermedad tropical. Por supuesto, ellos mismos pueden enfermarse de esta manera. No sé qué diría de las escuelas además de desear que Trump hubiera hecho pruebas".
Estos niños mosquito ya han tenido su desarrollo atrofiado durante un año. Muchos no han estado dentro de un edificio escolar desde marzo. No salen a jugar con sus amigos. Sus necesidades son completamente ignoradas por los políticos que repiten "quédate en casa" como un canto religioso. Y ahora a los pequeños mosquitos se les dice que el regreso a la normalidad de la infancia no es una prioridad.

Repito: Ningún otro país ha decidido encerrar a los niños en sus casas, "por su propio bien", ante todos los datos que muestran que los niños apenas corren riesgo de contraer el COVID-19 y transmiten el virus a un ritmo menor que los adultos.

La histeria es difícil de combatir, y el virus ha expuesto cómo se apodera especialmente de los inteligentes y educados. Tenemos que encontrar un camino más sano hacia adelante; especular que nada volverá a la normalidad va a quebrar a la gente. Estas predicciones catastrofistas deben ser contrarrestadas, antes de que se conviertan en sabiduría aceptada.

Casi hemos sobrepasado la cima. Es hora de bajar el volumen de las voces que insisten en que nunca lo superaremos.